IÑAKI IRIONDO
Pulso por la resolución del conflicto

Miedo a hablar de ETA

Hay datos objetivos para poner en cuestión la tesis de que la decisión del presidente del Gobierno español de no hablar del proceso de paz y normalización en Euskal Herria en su primer día de debate y de minimizarlo durante la jornada de ayer obedece a que la cuestión de ETA está amortizada o ya no interesa. Más bien cabe sostener que se trata de un tema en el que Mariano Rajoy se encuentra muy incómodo y, dado que en la medida en que ETA ya no mata no supone una urgencia, es un elemento soslayable en sus discursos.

A nadie se le oculta que el fin de la actividad armada de ETA ha hecho que el tema deje de aparecer en las encuestas como motivo principal de preocupación para una ciudadanía agobiada por el paro, los recortes y otros problemas sociales -de los que, por cierto, también habló bien poco Rajoy-. Sin embargo, todo lo relacionado con el proceso de normalización en Euskal Herria, lo que incluye desde la excarcelación de presos por la decisión del TEDH a las protestas de asociaciones de víctimas, supone uno de los elementos nucleares de fricción entre las diferentes corrientes de la derecha española. Ahí están, para quienes quieran leerlos, los duros informes críticos de FAES (Javier Zarzalejos) y GEES -fundaciones y grupos del ala aznarista-, la posición de Jaime Mayor Oreja, las declaraciones de Esperanza Agirre en la convención del PP de Valladolid, la escisión de Vox y la alineación de algunas víctimas con UPyD. Por eso no habla Mariano Rajoy del tema en el primer día, para no pisar el charco, para no agitar fantasmas que puedan volverse contra él. Y lo deja como elemento de confrontación «con los vascos», pero también ahí sin entrar en muchos detalles, no sea que ir más allá del «exigimos la disolución» pueda costarle votos en las europeas.