El Alavés ha tocado fondo. Y no será una mala noticia si realmente es así porque tiene tiempo por delante para neutralizar una desventaja que, pese a ser la más amplia de toda la temporada -cinco puntos-, sigue siendo salvable. El problema es que las señales que ofrece el equipo y el ambiente que se respira en el entorno no invitan precisamente al optimismo.

Y es que en las últimas jornadas, ni los números ni el juego invitan a pensar en la recuperación de los albiazules. Como sucediera en la primera vuelta, cuando por primera -y última- vez enlazara dos victorias para situarse en su mejor situación (14º, con cuatro puntos de renta sobre el descenso), el Alavés no ha sabido dar continuidad a su reacción. También con Juan Carlos Mandiá ha llegado la escuadra gasteiztarra a abandonar la zona roja. Tras enlazar el triunfo en Las Palmas, el empate en Mendizorrotza ante el Córdoba y la goleada en Sabadell, el Alavés se aupó al 17º puesto, con solo un punto de ventaja sobre sus perseguidores pero volviendo a depender de sí mismo y con un calendario por delante que le enfrentaba a un buen número de rivales directos.

Lamentablemente, aquel 0-4 de la Nova Creu Alta ha supuesto un punto de inflexión, sí, pero para mal. En las cinco jornadas posteriores, en las que apenas han podido marcar un gol, los albiazules solo han sumado tres puntos. El llamado «efecto Mandiá» se ha difuminado hasta el punto de que los números del gallego son ya similares a los que le costaron la destitución a su predecesor.

Natxo González fue cesado el pasado tres de diciembre. Su equipo había sumado 16 puntos en 16 jornadas, en las que había marcado 25 goles frente a los 26 encajados. Unas cifras que han mejorado mínimamente -y de forma insuficiente, teniendo en cuenta lo que necesita el equipo- desde la llegada de Mandiá. En 14 partidos con el gallego al frente, el Alavés ha sumado 17 puntos (1'2 por partido frente al 1 por partido de González), ha marcado 15 goles (faceta en la que se ha empeorado) y ha encajado 16. El entrenador gasteiztarra se fue con el equipo a tres puntos de la salvación; la desventaja es ahora de cinco.

Si los refuerzos invernales no fueron la solución -solo Samuel se ha ganado un puesto en el once, aunque los números defensivos tampoco han mejorado en exceso, y en las últimas jornadas es Stevanovic el que parece capaz de aportar un punto extra-, tampoco parece que lo fuera el relevo en el banquillo. Pese a lo cual no son pocas las voces que reclaman un nuevo cambio de rumbo. Algo que no se contempla desde el club, al menos públicamente. «Lo que va a hacer el Consejo de Administración es seguir confiando en los profesionales que tiene, que son los que tienen que sacar al club de la situación en la que está», aseguró Alfonso Fernández de Trocóniz a la conclusión del choque frente al Mirandés, pese a reconocer que comparte la «preocupación» de los aficionados. «En principio, Juan Carlos Mandiá es nuestro entrenador», insistió en repetidas ocasiones el presidente albiazul.

Con los mismos protagonistas, por tanto, al Alavés le quedan doce finales. Y tendrá que ganar la mitad si quiere alcanzar los 50 puntos en los que se cifra la permanencia, aunque podrían necesitarse menos que en ocasiones anteriores, teniendo en cuenta las cifras en las que se está moviendo toda la categoría esta temporada.

Doce finales en las que, viendo la tabla ahora mismo, el cuadro gasteiztarra se enfrentará a tres equipos implicados en la lucha por la supervivencia (castilla, Ponferradina y Jaén) y a los tres primeros clasificados, Recreativo, Deportivo y, a tres jornadas del final, Eibar.