Iñaki SOTO DONOSTIA
Entrevue
Josu Juaristi
Candidato de EH Bildu a las elecciones europeas

«Bruselas es un centro de diplomacia de primer nivel; debemos estar allí»

El director de un periódico entrevista a su predecesor, hasta ahora compañero y responsable del dominical 7K, porque este último ha decidido concurrir a las próximas elecciones al Parlamento Europeo. Como comprenderán los lectores, a entrevistador y entrevistado el encuentro les resulta «curioso». Juaristi muestra su pasión por los temas europeos y una vocación que ya ha demostrado en el periodismo: la de defender a su país y a sus gentes; ahora desde la política en Bruselas.

¿Por qué decide dar el salto ahora?

Por una parte porque llevo veinte años, tanto en «Egin» como en GARA, trabajando sobre temas de la Unión Europea, que me apasiona. Durante este tiempo me he formado en este ámbito y, cuanto más he aprendido, más interesante me parece. Este es un tema que, aunque a algunos les parezca aburrido o ajeno, yo considero apasionante. Creo que no sabemos suficiente sobre la Unión Europa y que es un tema que debemos dominar. Tiene un impacto tremendo y cotidiano en nuestras vidas, también como pueblo. Creo que la sociedad vasca en general y EH Bildu en particular tienen que tener un plan para Europa, una estrategia de dónde y cómo queremos estar en Europa. Si queremos incidir en la UE, tenemos que estar, cada cual tiene que aportar su granito de arena. En este sentido, el Parlamento es, con todos su defectos y aunque sea con poco peso, la única institución legitimada democráticamente en esta estructura y creo que desde ahí podemos hacer cosas, podemos incidir en el cambio que Europa necesita.

Además, siendo periodista por vocación, este es el único trabajo en el que me veo aparte de mi oficio.

Tras no llegar a acuerdos con ERC y la CUP, acuden junto al BNG. ¿Cómo valora lo ocurrido en este proceso?

Es evidente que EH Bildu acude a las elecciones al Parlamento Europeo con Euskal Herria como sujeto principal, pero también es cierto que hemos intentado «exportar», por así decirlo, la experiencia de la coalición, aunando sensibilidades diferentes en una fuerza política para intentar ir a Estrasburgo con un impacto mucho mayor, representando los intereses de los pueblos y los ciudadanos y las ciudadanas de Catalunya y Galiza, además de Euskal Herria. En el caso de Galiza, se ha podido concretar y en el de Catalunya no. Tanto ERC como la CUP, por sus propios intereses y razones, han primado otras opciones. Desde el respeto hacia estas decisiones y sin restar un ápice a la solidaridad que tenemos para con el proceso catalán, creo sinceramente que hubiera sido una muy buena opción acudir juntos a Europa, en representación y en defensa de nuestros pueblos.

También es cierto que, si hubiese habido una candidatura catalana conjunta, a lo mejor la sensación hubiera sido otra. Por razones ajenas a nosotros no ha podido ser.

En ese sentido, quiero agradecer a nuestros compañeros y compañeras gallegas su compromiso, que han mantenido frente a todo tipo de presiones. Creo que juntos aprenderemos los unos de los otros y nuestro proyecto será mejor.

¿Por qué deberían entonces votar a su coalición catalanes, madrileños o andaluces, por poner algunos ejemplos?

Porque una paz justa en Euskal Herria no es solo importante para los vascos; sería una muy buena noticia para los demócratas del Estado, vivan donde vivan y defiendan la identidad que defiendan.

Además, en muchos casos no es la primera vez que lo hacen. Ya lo han hecho en los años más duros del conflicto, porque consideraban que las fuerzas vascas de izquierda eran las únicas que planteaban una ruptura real con el modelo de Estado que deviene de los Pactos de la Moncloa. Es cierto que ahora no somos los únicos, lo cual es muy positivo, pero sí creo que esa confrontación democrática, esa ruptura, depende en cierta medida de que en Euskal Herria se abra un nuevo frente que se sume al de Catalunya, y que apoye también a quienes en Madrid o en Sevilla están peleando por otro modelo político y social.

Arnaldo Otegi, cuyo encarcelamiento evidencia qué proyecto político considera este Estado el más peligroso para sus intereses, planteaba en una entrevista en «El Punt Avui» la necesidad de abrir ese segundo frente en Euskal Herria, y estoy totalmente de acuerdo en que eso aceleraría la crisis del Estado y abriría la puerta a soluciones democráticas y populares.

Por otro lado, los representantes de Amaiur en Madrid han demostrado que son la voz más nítida y contundente de esas luchas y de esos pueblos, y yo me comprometo a hacerlo también en Bruselas y Estrasburgo.

¿Qué pueden hacer unos pocos parlamentarios frente a una maquinaria mastodóntica como es la Unión Europea? ¿Por qué merece la pena estar allí?

Por dos motivos: porque podemos incidir realmente en la transformación social que necesita la UE, en la creación de una Europa diferente, pensada y desarrollada en interés de las personas, y no solo en interés de los mercados o de ciertos estados; y porque la UE debe ser un agente activo para alcanzar la paz y la resolución del conflicto en Euskal Herria.

Existen dos antieuropeísmos: uno de derechas y otro de izquierda. ¿Qué les diría a esas personas que consideran que Europa no es un marco de lucha prioritario?

Considero que estamos en una situación realmente delicada a la que hay que mirar con mucha inteligencia y con rigor. Tenemos que tener claro que Europa es nuestro terreno de juego político natural y partimos de una realidad, que es la Unión Europea. Llegado el momento, pudiendo decidir este pueblo estar dentro o fuera de la UE -como puede decidir Escocia dentro de poco o han decidido otros anteriormente-, incluso en ese caso, Europa seguiría siendo nuestro terreno de juego, nuestro entorno político inmediato y el lugar donde tenemos que actuar e interactuar.

Por otra parte, creo que la lucha por conseguir una sociedad mejor, más justa, más igualitaria, más ecologista... en Euskal Herria es la misma lucha que tenemos que llevar a Europa. Esa sociedad mejor que queremos para nosotros también la queremos para Europa. Además, nuestra realidad económica, política y social interactúa totalmente con la europea y, si queremos cambiarla, debemos jugar en este ámbito.

Hace muchos años participé en las campañas de alfabetización en Nicaragua. Conozco bien la realidad latinoamericana, en general la situación internacional, porque he trabajado mucho tiempo en ello. Pero una cosa es el internacionalismo y otra bien distinta no entender que nuestra responsabilidad como internacionalistas es, precisamente, luchar allá donde estamos. Y nosotros estamos en Europa, en una Europa que no nos gusta tal y como está configurada social y políticamente ahora. Por eso hay que transformarla.

En todo caso, la propia Unión Europea está en crisis...

La UE está en crisis porque desde hace unos años está absolutamente escorada, manipulada e impuesta desde los valores de la derecha, en muchos casos con políticas implementadas también por la socialdemocracia. En parte es ese bipartidismo, que también se refleja en el Parlamento, el que está atando y condicionando la evolución de la UE. Se puede decir que están traicionando sus propios valores fundacionales.

La alternativa a esta Europa de la derecha es cambiar las mayorías sociales y políticas en el entorno europeo y crear una Europa basada en los valores de la izquierda. Por eso es tan importante participar y lograr representación en estos comicios. Porque es en el Parlamento Europeo -con mayores competencias, aunque los estados sigan marcando las líneas generales y las grandes orientaciones políticas- donde se deciden muchas de las cosas que nos afectan en el día a día.

¿Qué opina de la subordinación de Europa al eje atlántico?

Es uno de los grandes problemas de la UE, un problema que ahora Ucrania y Crimea están desnudando. La UE ha hecho una especie de seguidismo de Estados Unidos. De hecho, en la ampliación de 2004, casi todos esos estados entraron una vez que habían accedido a la OTAN por presiones de EEUU, que siempre han condicionado el futuro de la mayoría de países de la Unión Europea. Ahora está provocando que la UE y Rusia se alejen más. Esta es una estrategia muy bien pensada por EEUU, a quien no interesa en absoluto que Europa y Rusia puedan tener una relación normalizada social, política y económicamente. Creo que la UE está cayendo en ese juego y el camino que hay que hacer es exactamente el contrario. La UE debe tener un modelo de relaciones propio, diferenciado, basado en el respeto, la solidaridad... no subordinado. Está totalmente subordinada y, por contra, debería tener una relación totalmente normal e inteligente con Rusia. Porque estamos en el mismo entorno, con especificidades evidentes, pero no es lógico que la UE asuma los dictados de EEUU y, por ejemplo, considere a Rusia su antagonista.

Otro gran tema es la política socioeconómica ¿Cuál es su programa frente a las políticas de austeridad y privatización?

Llevamos un programa socioeconómico totalmente contrario a las políticas que se están imponiendo desde la UE, pero sobre todo desde los estados miembro. Su máximo símbolo es la Troika, creada con el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea para favorecer a los estados más potentes en base a los intereses de sus élites económicas. Gestionan la crisis en términos contrarios a los intereses de las personas. Esas políticas rescatan a los bancos, a los acreedores de los mismos, no a las personas. Pero no nos engañemos, tampoco a las pequeñas y medianas empresas, al tejido productivo de cada lugar. Lo mismo ocurre con el sector público, que debe alimentar el estado del bienestar y no torpedearlo, reducirlo o privatizarlo.

Todo ello debe ir unido a un proceso de democratización, tanto a nivel institucional como en la gobernanza de la crisis. La fuerza de organismos creados sin legitimación democrática como la Troika es terrible. La UE debe tener en cuenta a sus ciudadanas y ciudadanos, ponerlos en primer plano, creando mecanismos para que la participación ciudadana sea social y pueda convertirse en leyes.

Desde las élites se reduce la soberanía y desde los pueblos se exige más soberanía. ¿Qué puede ocurrir con estas dos tendencias tan contrapuestas?

Ahora mismo hay una que impera sobre la otra, y es la de los intereses de los estados. Parecía que después de Maastricht se podía avanzar hacia una clarificación, pero la UE sigue siendo un Objeto Político No Identificado y sigue estando en manos de los intereses de ciertos estados. Curiosamente, estos, en lugar de ceder soberanía, lo que están pidiendo es recentralizar algunas políticas y hacerlo en términos de relaciones intergubernamentales y no de políticas comunitarias. En definitiva, están reforzando algunas de las fronteras que parecía que podrían desaparecer. La cuestión de la soberanía está derivando a estados que ya no son lo soberanos que creían ser. Ocurre con la creación de protectorados dentro de la Unión Europea, cuando se impone un rescate y se impone en las condiciones draconianas.

Pero no solo eso, ahora mismo el Gobierno federal alemán sugiere que podría expulsar a lo que ellos llaman «emigrantes» (sobre todo de Bulgaria y Rumanía) pero que, según los parámetros europeos, son ciudadanos comunitarios con plenos derechos. Asistimos a demasiadas excepciones dentro de la UE, demasiadas cláusulas de salvaguarda, demasiadas segregaciones... Hay demasiados estados que no creen en la Unión y en el interés común.

Más que una cesión, lo que hay es un rapto de la soberanía, porque se imponen recortes -aunque luego en cierta medida sean los estados los que decidan dónde cortar- pero a esos estados no se les permite incidir en las políticas sobre la crisis. En Galiza lo explican muy bien: están arrebatando toda opción de soberanía, por ejemplo, en términos del tejido industrial que podrían crear. Les dicen «no, vosotros no vais a ser un país que va a producir». Así les quitan toda opción de elegir, de decidir qué hacer, de poder ser un país que produzca en vez de ser un país que produzca emigrantes, que es lo que pasa por ejemplo con Irlanda, con Portugal de una forma escandalosa... y pasa en Galiza. Aunque se supone que en la política regional la UE fomenta que cada región deba pensar o repensar el valor añadido que puede aportar y centrarse en él, en realidad parece que ellos reparten las funciones que debe tener cada parte de Europa, imposibilitando en muchos casos un desarrollo integral y endógeno.

¿Qué puede aportar Europa en la resolución del conflicto vasco?

El Parlamento Europeo aprobó en 2006 una declaración de apoyo al proceso abierto en Euskal Herria y desde entonces ha habido, también en ese foro, fuerzas que han trabajado en ese sentido, como las que conforman el Friendship. También partidos que han apoyado un proceso de paz y de resolución del conflicto vasco, insistiendo ante la UE en que no se trata de un asunto interno de los estados español y francés. Cuando existen reivindicaciones democráticas y legítimas en su seno, formular protocolos, abrir vías para que esos problemas se resuelvan en unos parámetros democráticos debe ser un asunto europeo. Esos parámetros deberían ser los parámetros europeos. Los casos de Escocia, con el acuerdo alcanzado con Londres, así como la actitud del Estado español hacia Catalunya y Euskal Herria, reflejan que también en este terreno, desde el punto de vista de cultura democrática, existen europas muy distintas. La UE debería solucionar esto y no mirar para otro lado.

Asimismo, Bruselas es un centro de relaciones internacionales y de diplomacia de primer nivel, y por eso es importante que estemos en el Parlamento Europeo. Durante la última legislatura se ha trabajado mucho en este ámbito, una labor que quiero reivindicar y que intentaremos desarrollar si cabe con más fuerza desde el Parlamento. Esa labor diplomática ha dado muchos frutos, desde la Declaración de Bruselas hasta las últimas adhesiones a la hoja de ruta de Aiete. Tener representación institucional en Europa facilita mucho ese trabajo.

Además, esta legislatura puede ser histórica porque, por primera vez, pueblos que quieren decidir sobre su futuro van a poder hacerlo en el ámbito europeo.