La moda del found footage o de los videos encontrados ha invadido el cine terrorífico de bajo presupuesto, con la esperanza de que suene la flauta y a partir de una determinada película pueda generarse una rentable franquicia como «Paranormal Activity». La mayoría de títulos fracasan en el intento, y en esa cada vez más gruesa lista de fiascos destinados al cubo de la basura habrá que incluir «Devil's Due», que ha costado siete millones de dólares, a tenor de lo visto malgastados con muy poco criterio.

La existencia de «Devil's Due» sólo sirve para confirmar que el empleo sistemático del estilo documental cámara en mano para una cinta terrorífica, no la hace necesariamente más realista o impactante. Cada uno de los recursos que emplean la pareja de realizadores formada por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillet están ya tan explotados, que es imposible que puedan llegar a sorprender o pillar desprevenido al aficionado al género.

Lo único que se les ocurre es acumular las grabaciones de cámaras y más cámaras, porque al videodiario de la pareja protagónica se suman los objetivos ocultos de videovigilancia monitorizados, a través de los cuales son seguidos por la secta diabólica. La dupla de directores ha debido de creer que cuantos más puntos de vista se acumulen más se ampliaría la pespectiva resultante, pero es que todas las imágenes obtenidas inciden en lo mismo, con lo que únicamente se consigue una insoportable reiteración visual.

La estructura narrativa, en lugar de contribuir a aligerar el visionado del material, lo encierra aún más en su estrechez de miras. Se abre con un interrogatorio policial, para relatar los hechos a modo de gran flash-back. A la introducción se le añade el consabido falso susto, como también al epílogo se le pone la típica coletilla con otra nueva pareja de incautos, a la que ya no van a pillar los sectarios en su luna de miel en el Caribe del vudú y la santería, sino en el París del que vienen lo niños; y ya puestos, los anticristos no iban a ser menos. ¿Dónde quedó el humor negro y surreal de Polanski en «La semilla del diablo»?