Joseba VIVANCO
Mundial de Brasil 2014 | La pelota no dobla

El verdadero «plato fuerte» de los Mundiales


En el Mundial francés de 1998, la asociación de cocineros del país protestó de manera ferviente porque la Copa la patrocinaba la cadena de hamburguesas Mc Donalds. ¡En el país de los chefs! En la presente cita de Brasil, al poco de echar a rodar el balón trascendió la noticia de que la aduana local había confiscado 40 kilos de dulce de leche que la selección de Uruguay trajo consigo. Quién sabe, ¿de ahí la `hambruna' de Luis Suárez? Lo cierto es que los platos fuertes en un Mundial no solo se degustan con la llegada de los cuartos de final, como ahora, sino también en los comedores de cada seleccionado. El argentino Luciano Wernicke, en su recomendable ``Historias insólitas de los Mundiales'' nos cuenta que la primera selección que concurrió a una Copa del Mundo con su propio cocinero fue Suecia, en México'70, y era ni más ni menos el mismo que trabajaba en el palacio del rey Gustavo Adolfo. Desde luego que su intendencia nada tenía que ver con la de Zaire cuando arribó al aeropuerto de Frankfurt para participar en la Copa de 1974, y a la que los agentes de la aduana le hallaron veinte monos muertos. Explicaron que comían mono asado antes de cada encuentro, su plato favorito, como cábala, y amenazaron con regresar a su país si no se les permitía pasar con su preciado manjar. Finalmente, las autoridades accedieron. Para el Mundial de Chile'62 el técnico local, Fernando Riera, quiso motivar a los suyos a base de queso gruyere ante Suiza, de pasta ante Italia y salchichas con chucrut frente a Alemania. No les sirvió de mucho, aunque sí los buenos tragos de vodka que acabaron con victoria 2-1 ante la URSS. Para la semifinal, el café no ayudó: Chile cayó 2-4 con Brasil. Pero para bebida el millar de botellas de vino que se llevaron en su valija los franceses a Inglaterra´66, y así les fue. Mejor hizo Uruguay. «Señores: o se termina el whisky, o nosotros nos volvemos a Montevideo», avisó el capitán charrúa Obdulio Varela a sus compañeros tras el agasajo de vasos y vasos de whisky por las autoridades locales brasileñas, dos días antes del `Maracanazo' en 1950. No fue una ofensa, como sí lo era para los mexicanos que Italia en 1970 solo bebiera su propio vino en las comidas y no agua. Y ni vino ni agua, mejor no hablar de los litros y litros de cerveza de los seleccionados escandinavos, ingleses o irlandeses en cada Mundial.