UDATE | Crítica: Quincena Musical
El problema generacional de Mahler
Es fácil saber por qué el público empatiza tan bien con la obra de Mahler: fue el primer gran compositor que se expuso a sí mismo con total desnudez a través de su música. En sus sinfonías están plasmadas sus experiencias, ilusiones, temores, los escasos triunfos y las muchas desdichas que tuvo en vida. Escuchando una buena interpretación de Mahler uno se siente más humano por identificación directa. Así se entendió durante el Mahler Revival que tuvo lugar en los años 60, que llegó tras una postguerra en la que la música, como otras artes, reaccionó a los horrorores recientes deshumanizándose, ocultando los sentimientos para proteger una identidad humana que había sido violada, en lo que Xenakis llamó la «neurosis compulsiva». Pero cuando la gente se vio poco a poco preparada para "sentir" de nuevo, para conciliarse con su humanidad, la música de Mahler fue un vehículo importante en esa catarsis.
Bernstein, personaje complejo y contradictorio, fue uno de los primeros en entender así a Mahler y su "ideología curativa" se extendió rápido y pasó también a las generaciones posteriores. Pero hoy es la hora en el que directores jóvenes como Yannick Nézet-Séguin, tan lejos ya de aquellas experiencias traumáticas y sin la menor idea de lo que ha significado Mahler en la historia reciente, abordan sus partituras como si fueran una mera excusa para el espectáculo. Se valen del extraordinario sentido de la orquestación de Mahler para provocar la sorpresa sonora, el efecto epatante, el tutti bestial que apabulla el entendimiento.
Su acercamiento a la "Trágica" convirtió el sentimiento en sentimentalismo, la elevación filosófica en cliché orquestal y la angustia existencial en película de terror barato. El nivel de decibelios fue imponente, pero el intelectual minúsculo. No creo, sinceramente, que haya sido el peor Mahler que he escuchado en mi vida, pero sin duda sí el más frívolo.
Bernstein, personaje complejo y contradictorio, fue uno de los primeros en entender así a Mahler y su "ideología curativa" se extendió rápido y pasó también a las generaciones posteriores. Pero hoy es la hora en el que directores jóvenes como Yannick Nézet-Séguin, tan lejos ya de aquellas experiencias traumáticas y sin la menor idea de lo que ha significado Mahler en la historia reciente, abordan sus partituras como si fueran una mera excusa para el espectáculo. Se valen del extraordinario sentido de la orquestación de Mahler para provocar la sorpresa sonora, el efecto epatante, el tutti bestial que apabulla el entendimiento.
Su acercamiento a la "Trágica" convirtió el sentimiento en sentimentalismo, la elevación filosófica en cliché orquestal y la angustia existencial en película de terror barato. El nivel de decibelios fue imponente, pero el intelectual minúsculo. No creo, sinceramente, que haya sido el peor Mahler que he escuchado en mi vida, pero sin duda sí el más frívolo.
Ficha
Intérpretes: Orquesta Filarmónica de Rotterdam.
Programa: Sinfonía nº6, -Trágica-, de Gustav Mahler.
Lugar y fecha: Donostia, Auditorio Kursaal. 24/08/2014

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