Aritz Intxusta
Kazetaria
IKUSMIRA

La navaja de Fitero y el cuartel del ministro

Hoy, que toca hablar de Erribera, voy a ponerme fino. Aunque solo sea por joder. Podría decir que lo del cuartel de Fitero es blanco y en botella, pero quedaría así como deslucido. Por tanto, rascándome el cogote, hablaré del principio metodológico de la navaja de Ockham, atribuido a un franciscano que vivió a finales del XIV y principios del XV: «a igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta».

Analicemos pues, con los ojos de este vetusto fraile, la problemática del cuartel que están construyendo en Fitero. Según cuentan los sindicatos de la AUGC y la UGC, los dos más importantes entre los usuarios del tricornio, el cuartel no hace ninguna falta, pues hay otros dos a pocos kilómetros (en Corella y en Cintruénigo). De hecho, ya se cerró un cuartel en Fitero en 1999 porque no servía para nada. A día de hoy, el pueblo (unos 2.000 habitantes) cuenta con una oficinilla donde un uniformado se muere de asco a turno partido. Su inutilidad se apoya en datos objetivos: ni las ratios de delincuencia ni las medias entre policías y población justifican un cuartel, al que se pretende destinar a 15 agentes del cuerpo militarizado.

Pese a todo, el Ayuntamiento y el Ministerio del Interior han decidido gastarse dos millones de euros y, de hecho, ya se los están gastando (están poniendo ya el tejado). ¿Por qué? Pues resulta que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, veranea en Fitero, donde además gobierna un senador del PP. El padre del ministro nació allá y dejó de pasar hambre metiéndose militar y participando con enorme alegría del golpe de estado, un golpe donde 49 vecinos de su pueblo murieron a sangre fría. Y no entro más en la implicación del padre en este turbio asunto. Quizá debiera.

Con todos estos datos, que se esté levantando un cuartel innecesario en Nafarroa huele a cacicada que apesta, a dos millones de euros para que el ministro farde en su pueblo cuando va a ver a su madre. Esta es, sin duda, la explicación más sencilla. La suposición que, según Ockham, es la correcta.