El Eibar desarma al Athletic
Valioso punto el que el Eibar rascó anoche en su primera visita en Liga a San Mamés, ante un Athletic que volvió a dejar una imagen poco gratificante, que nunca se resignó, pero que tampoco supo sortear la solidez defensiva de los hombres de Gaizka Garitano. Llegaban a este derbi con tendencias diferentes y sobre el césped no hicieron sino ratificarlas. Los rojiblancos en franco retroceso y los armeros arañando puntos que le dan vida.

ATHLETIC 0
EIBAR 0
El maestro de periodistas argentino Dante Panzieri sostenía que «en el deporte de acción individual, nadie priva a nadie de su instrumento posesivo básico. Nadie le quita el disco, la jabalina o la bala a un atleta. El fútbol se juega con la aceptada ley del derecho al despojo como herramienta básica del juego». Anoche, un sólido y osado Eibar desactivó a un Athletic que nunca supo cómo ni por dónde llegar a un guardameta armero que pasó por San Mamés sin que la afición bilbaina sepa si estamos ante el buen portero que en la villa armera saben que es. Lo demostró a una media vuelta de Aduriz que sacó por encima del larguero. Era el minuto 59 de partido. La acción más peligrosa de los rojiblancos, antes y después de un choque que sirvió para ratificar la línea descendente y ascendente de unos y de otros, que por supuesto huelga decir cuál es la de cada uno.
Saad Alazam es un chico saudí de 27 años que aterrizó en Loiu sobre las cinco de la tarde tras un largo viaje desde su país natal, vía Kuwait y Holanda, para cumplir el sueño de ver en directo y en San Mamés a su equipo del alma, del que confiesa es fiel seguidor desde hace más de una década. Desde luego que tras lo visto ayer, uno se pregunta con qué sensaciones se irá en el avión de vuelta. Seguramente con la misma o parecida que el resto de aficionados rojiblancos, con la de que este equipo no carbura. Todo lo contrario de un Eibar cuyo serio partido fue despedido por sus incondicionales al grito de «¡Que vote Ipurua!», para desazón de la grada local.
Ernesto Valverde sorprendió de inicio con su enésima probatura en la mediapunta, esta vez para el riojano Viguera, que salvo algunos buenos detalles en controles e intencionados pases, pocas veces fue encontrado por sus compañeros a la hora de canalizar el juego atacante de los bilbainos. Gaizka Garitano, por contra, tiró de su buen fondo de armario y dio entrada a Bóveda por Abraham, sorprendió con el italiano Piovaccari en punta y devolvió al once a Navas, Errasti y Capa. Y sus hombres cumplieron desde el minuto uno en el que disputaron cada milímetro del campo cuando era el Athletic el atacante, y se desplegaban con aviesas intenciones cuando eran ellos los que salían arriba con velocidad.
Minuto 19 de batalla por el balón y a Ernesto Valverde, en la banda, le llevan los demonios tras un pelotazo de Laporte a ninguna parte. El Athletic no encontraba la manera de hacer circular el esférico con cierta fluidez más allá de tuya-mía entre Gurpegi y el central de Agen. Minuto 32 y el técnico rojiblanco, poco dado a los aspavientos, clama al cielo tras la enésima pérdida de balón de una desacertado Mikel Rico -siete balones perdidos solo en esa primera mitad- y que provoca una contra visitante. Txingurri reflejaba con su lenguaje gestual la impotencia de un Athletic que no chutó entre los tres palos en toda la primera mitad y lo más cercano al gol fue un chut cruzado, fuera, de Laporte; era el minuto 21 de encuentro. Impotente ante un Eibar que salió de inicio a batallar el partido, se defendió con solvencia, echó el candado por el centro de su área, fue solidario para cerrar las bandas, truncó cualquier balón aéreo colgado al área por Susaeta y salió con atrevimiento a la contra, creando no pocas ocasiones de peligro ante la meta de un Iraizoz que si bien no tuvo que emplearse a fondo, sí que vio cómo en un par de ocasiones, primero Laporte a disparo de Saúl (minuto 4), y luego Balenziaga un centro al área pequeña del mismo Saúl, fueron resueltas por sus defensores.
Volver a querer y no poder
El Athletic llevaba la iniciativa, o trataba de llevarla, pero era el Eibar el que más incertidumbre creaba en la zaga local. La tendencia de ambos sobre el césped no iba a variar tras el descanso, aunque ahora sí, el Athletic iba a ir decididamente arriba. Era el más necesitado y los tres puntos urgían como el comer. Pero uno tras otro, sus ataques iban a servir menos que la primera rebanada del paquete del Bimbo. Un cabezazo forzado y alto de Viguera casi bajo el larguero de un inédito Irureta y la referida media vuelta de Aduriz, fue toda la pólvora de unos leones faltos de uñas con las que arañar. Muniain, que se dejó hasta el último aliento, tiró del equipo con más pena que gloria, en tanto los cambios introducidos por Valverde para desequilibrar el empate apenas sí tuvieron incidencia en una disciplinada defensa armera, siempre bien ayudada por el resto de jugadores. Se enfrentaban el segundo y el primer equipo que más balones aéreos ganan en lo que va de Liga, Athletic y Eibar, así que no fue de extrañar que el recurso a los balones al área, fueran de De Marcos, Ibai, Beñat o Balenziaga, no acabaran en nada ante la colosal respuesta visitante. Y si encima nadie de ofrece, pero.
De nada le valió al Athletic su intensidad en esa segunda mitad, porque el Eibar siempre supo como desactivarle, cerrar bien las filas en torno a su área, ser fieles a esa valentía con la que disputan cada balón, y finalmente llevarse un merecido punto. Los armeros siguen con su escalada, pasito a pasito, partido a partido. En tanto, los rojiblancos volvieron a dejar constancia que atraviesan un bache que cada día se antoja más profundo. Porque profundidad es lo que les falta. Ayer, Valverde volvió a modificar la fórmula arriba y no resultó. Es verdad que se pisó más las bandas, que se llegó con más asiduidad arriba, pero sin ninguna fortuna después a la hora de culminar esas acciones de ataque. Demasiados balones perdidos, demasiada circulación que no conduce a ningún sitio. Nadie se ofrece, nadie tira del resto. Hay mimbres, hay empaque, que diría Valverde, pero sigue faltando juego. Se sumó un punto que sabe a muy poco -4 de 21 posibles-, pero se siguió restando credibilidad. Todo lo contrario de un Eibar que sigue rascando puntos que le dan vida.

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