Iñaki URDANIBIA DONOSTIA

El Nobel de Literatura va para Patrick Modiano, tenaz topógrafo de la memoria

En alguna ocasión me he referido a Patrick Modiano, autor de «Trilogía de la ocupación», como alquien que «escribe con el retrovisor» y es que, ciertamente, la búsqueda del pasado familiar, y otros, es la materia prima de la que está hecha su prosa. Coincidiendo con la reciente publicación de una nueva novela, «Pour que tu ne te perdes dans le quartier», le es concedido el premio Nobel de Literatura que se le resistía estos últimos años.

Diré dos cosas de entrada: una, que en esta ocasión le han dado el premio de la academia sueca a un gran escritor, y no siempre sucede lo mismo; y la segunda, que, como dijo otro gran escritor, los grandes escritores escriben siempre sobre el mismo tema. Ese es el caso de Patrick Modiano, que siempre ha andado en busca de su oscuro «pedigrí» como un avezado flâneur (paseante), recorriendo las calles en donde pudiese hallar pistas de sus variopintos progenitores y de sus andanzas juveniles.

Su madre: desaparecida como los aviones tras permanecer oculta por las nubes (en su caso, sus actuaciones como vedette). Y su padre, un trapichero que se había dedicado a los negocios sucios, en los tiempos de la ocupación y... No resulta desproporcionado pensar que esa situación desestructurada desasosegase al muchacho, impulsándole a buscar la verdad, la de sus padres y la de él mismo, ya que en este último orden de cosas su propia fecha de nacimiento la tuvo durante bastante tiempo confundida con la de su hermano Rudy (nacido en 1947), cuando realmente su nacimiento se produjo dos años antes, en Boulogne-Billancourt.

Los velos que pesan sobre su pasado, sus orígenes y sus relaciones nocturnas en distintos garitos son aireados por este arqueólogo que escribe: «El tiempo lo ha envuelto todo en un vaho de tonos cambiantes: tan pronto verde pálido, tan pronto azul, levemente sonrosado. ¿Un vaho? No, un velo que no se puede desgarrar...» («Villa Triste». Anagrama, 2009).

En soledad

Patrick Modiano, convertido debido al abandono familiar en un ser solitario, se buscará la vida y conocerá el mundo parisino del pasado, el de los años oscuros y los de sus tiempos de formación, en los que vivió con intensidad los ambientes bohemios (como se puede observar en «En el café de la juventud perdida». Anagrama, 2008) y los aires situacionistas (de Guy Debord et compagnie) cuando cursaba sus estudios y fue acercado al entorno literario por Raymond Queneau.

No es extraño que alguien se haya dedicado a repertoriar los rincones parisinos recorridos por el escritor en su inagotable periplo (como hizo Marie Lebey en «Oublier Modiano», de la editorial Lignes) ya que el autor de «Flores de ruina/flores de primavera» se muestra infatigable y resulta un verdadero guía «para no perderse en el barrio», por referirme al título de su última novela, ya nombrada.

«Tengo la impresión de ser el único en establecer el vínculo entre el París de aquel tiempo y el de hoy, el único que se acuerda de todas esas minucias. En algunos momentos, el vínculo se adelgaza y está a punto de romperse; pero algunas noches la ciudad de ayer se me aparece con reflejos furtivos detrás de la de hoy», relataba. Todos estos aspectos los plasmó en los cuadernos negros a los que alude en su última novela traducida por acá: «La hierba de las noches» (Anagrama, 2014).

Si señalo los ejes de la familia (o la ausencia de la misma), de sus vivencias parisinas como componentes esenciales de su escritura, no debe olvidarse la memoria «de los otros», sobre los que también da testimonio, dirigiendo su mirada más atrás. Ahí están, por ejemplo, «Trilogía de la Ocupación», «Dora Bruder» o «Reducción de condena», publicaciones en los que se retrotrae a los tiempos en que las tropas germanas imponían su ley, y en los que el tejido hexagonal se veía marcado, y disgregado, por la bota de las bestias pardas, cuyo pisoteo conducía a la muerte y a la desaparición. Modiano elabora con paciencia y detalle un verdadero catastro del mundo que le antecedió, y en el que le tocó nacer y vivir.

Patrick Modiano, una entregada genealogía que se alza igualmente en pepitogrillo de los dolores del alma gala; convertido todo ello en un «placer de la lectura».