Mikel INSAUSTI
CRíTICA: «Dos días, una noche»

¿Qué fue de la solidaridad obrera frente a los despidos?

Los hermanos Dardenne vuelven a colocarse a la vanguardia del cine social con «Deux jours, une nuit», una creación modélica que sortea con inteligencia todo aquello que más reprocha la prensa de derechas a las películas de izquierdas, a cuenta del supuesto y trasnochado esquematismo de la lucha de clases entre patronal y trabajadores. Aquí el problema se vuelve más complejo y está individualizado, porque es una mujer en solitario la que ha de enfrentarse a las consecuencias del capitalismo salvaje, luchando a la vez consigo misma y una enfermedad depresiva, en cuanto signo inequívoco del interiorizado malestar que se adueña de las personas expuestas en los competitivos e insolidarios tiempos que corren.

Toda la tensión derivada de la precariedad laboral queda resumida en el vértigo que experimenta la protagonista durante un fin de semana, cuando deberá ir de puerta en puerta para conseguir el apoyo de sus compañeros y compañeras de trabajo ante lo que es su inminente despido, a fin de forzar una segunda votación en la empresa. En cada una de esas dolorosas visitas va repitiendo de forma cansina el mismo desesperado mensaje, para que no cedan al chantaje de la patronal, que les obliga a elegir entre una prima de mil euros mensuales y la baja de la empleada que en teoría sobra en la plantilla, con la única excusa de los recortes impuestos por la crisis.

Marion Cotillard no interpreta a una heroína del proletariado, ni a una revolucionaria, ni a nada que se le parezca. Se trata simplemente de una mujer corriente que depende del sueldo en casa cada mes, y que, justo al verse al borde del precipicio y a punto de perderlo todo, comprende que lo único de valor que le queda es su dignidad. De ahí que no ceda, negándose en última instancia a venderse por un plato de lentejas.

Tan ejemplar personaje a contracorriente se beneficia de la gran sensibilidad interpretativa de Marion Cotillard, la cual demuestra que una actriz profesional no traiciona el naturalismo si lo vive como lo haría una debutante.