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Analisia | Procesos soberanistas

Catalunya y Euskadi

Los autores analizan la influencia de los procesos soberanistas en las economías catalana y vasca, destacando que en nuestro caso se ve negativamente influenciada por su vinculación a la española, quedando en evidencia que necesita una política económica propia. El País Vasco necesita un modelo propio de desarrollo socio- económico, basado en el incremento de nuestra capacidad productiva sustentado en la formación, la creatividad y la innovación tecnológica.

Aunque no sea la percepción general, lo cierto es que los posicionamientos de las economías vasca y catalana ante la apertura de un proceso soberanista son sustancialmente distintos.

Tanto la economía vasca como la catalana son economías claramente avanzadas con respecto a la media española, pero con una diferencia clara entre ambas. Mientras la producción per capita de Catalunya se sitúa aproximadamente en un 115% sobre la media española, la del País Vasco se sitúa en el 130%.

En este contexto, el posicionamiento de Catalunya es el habitual de una región avanzada que se independiza de un Estado menos desarrollado. La incidencia fundamental del proceso soberanista se sitúa en las políticas presupuestarias y, en concreto, en que Cataluña dispondrá de recursos sustancialmente superiores para hacer frente a sus objetivos sociales y económicos.

Al contrario, la incidencia de los aspectos presupuestarios no es tan grande como en el caso del País Vasco, como consecuencia del concierto económico y de que, en base al mismo, los impuestos son fundamentalmente recaudados por las instituciones de la CAPV y Navarra.

En el caso del País Vasco, las consecuencias más significativas del proceso soberanista, en lugar de en las políticas presupuestarias, hay que situarlas en el conjunto de la política económica.

La situación del País Vasco es, con respecto al conjunto del Estado, más «diferenciada» que la catalana. Por un lado, como decimos, como consecuencia del alto grado de autonomía presupuestaria del País Vasco. Por otro lado, porque la estructura económica vasca es sustancialmente diferente de la del Estado.

No se trata solo del nivel de producción per capita. La importancia del tejido productivo, el moderado sobreendeudamiento, la salud del sistema financiero, ... conforman un entorno esencialmente distinto al del Estado y con unas características diferenciales que han aflorado de forma evidente a raíz del estallido de la crisis financiera.

A partir de esta crisis financiera, se hace evidente no solo que el País Vasco necesita políticas públicas radicalmente diferenciadas sino que, además, poner en marcha estas políticas está resultando casi imposible en el contexto político actual.

El avance fundamental que un proceso soberanista supondría para nuestra economía radicaría, en nuestra opinión, en hacer posible que nuestras instituciones y nuestras políticas se enfocaran en la dirección correcta.

Las consecuencias de ello deberían ser extraordinarias para el País Vasco. Ello permitiría superar un contexto mediático, cultural y político definido en función de una estructura social y económica que no es la nuestra y que nos impide de forma reiterada avanzar.

Todo esto se manifiesta con claridad en el sector financiero, en el que -como consecuencia de un absurdo contagio de las estrategias políticas aplicadas en España para responder a retos diferentes- nos hemos embarcado en un proceso autodestructivo incompresible y que cuestiona sin necesidad el futuro del conjunto de nuestra economía.

Esta situación se manifiesta también en el ámbito presupuestario, en el que nuestros responsables públicos están viviendo absurdamente inmersos en una dialéctica que responde a la específica problemática española de sobreendeudamiento público y privado, que tiene muy poco que ver con la situación del País Vasco.

El conjunto de las políticas anti-crisis en España, basadas fundamentalmente en la estrategia de reestructuración bancaria y devaluación interna, carecen de cualquier sentido en el caso del País Vasco. Como no lo tiene la reforma laboral o la ausencia de una política de reactivación de la formación y la investigación.

Sin embargo, el dominio mediático y político de los grandes debates de fondo de la economía española resultan tan aplastantemente abrumadores que ni nuestros medios de comunicación ni nuestra sociedad ni nuestra clase política son capaces de librarse de ellos, relativizar lo que no está pensado para nuestra estructura económica y, al contrario, definir nuestros propios retos y estrategias.

El País Vasco necesita un modelo propio de desarrollo socio-económico, basado en el incremento de nuestra capacidad productiva sustentado en la formación, la creatividad y la innovación tecnológica. Necesitamos salvar nuestro tejido financiero de una absurda traslación al País Vasco de problemas inexistentes en nuestro caso y necesitamos evitar la ruptura de nuestra cohesión social por una reforma laboral que no necesitábamos y por unas políticas presupuestarias que nada tienen que ver con nuestros retos. Y cada vez está resultando más difícil.