Mikel INSAUSTI
CRíTICA: «El tiempo de los amantes»

Extraños en un tren con destino a París

El esquema clásico de fugaz drama romántico instaurado por David Lean en «Breve encuentro» (1945) se ha venido perpetuando a lo largo de la historia del cine, convirtiéndose en poco menos que un subgénero de características propias. Aquella película se desarrollaba en una estación de tren, y en «Le temps de l'aventure» (2013) aparecen dos estaciones, aunque los extraños que se observan durante el viaje iniciado en Calais no logran contactar en el vagón donde ocupan asientos distantes, haciéndolo una vez ya en suelo parisino.

Como quiera que ella es nativa y él extranjero, los paralelismos con la trilogía de Richard Linklater iniciada por «Antes del amanecer» (1995) también se dejan sentir. Y como ambos protagonistas son maduros, resulta obligado pensar en «Los puentes de Madison» (1995). Podríamos seguir con otras tantas analogías, pero donde encuentra su sello propio «Le temps de l'aventure» es en la sublimación de París como escenario de todo romance que se precie.

Emmanuelle Devos es quien hace las veces de anfitriona, tratando de que el forastero se sienta como en casa, al menos por unas horas. Los dos son conscientes en todo momento de que sucede algo que en ningún caso va a trascender, y que luego cada uno volverá a su vida de siempre ligada a otras compañías. Siendo así, en el juego de seducción que se establece, Gabriel Byrne se muestra como alguien a la defensiva, aunque en el fondo está dispuesto a morder el anzuelo. Su pose no deja de ser arrogante, toda vez que en su rol profesor de literatura inglesa no está dispuesto a expresarse en un francés que no domina. En cambio a su compañera de reparto le toca hablar en la lengua del otro, gracias a que se trata de una actriz que se supone está acostumbrada a meterse en situaciones que le puedan ser ajenas.

El título en castellano se refiere a la pareja como amantes, muy ocasionales, pero amantes. En la versión original el tiempo compartido es definido a modo de aventura, y así lo es porque él acude a un funeral de una mujer muy allegada, algo que no sera obstáculo para el flirteo.