Zinema kritikaria
CRíTICA: «Fuego»

Violento thriller ochentero con vengador justiciero

Hay géneros que se aplican a cualquier realidad sin ni siquiera sufrir la pertinente y necesaria adaptación. Luis Marías ha intentado insertar en la memoria violenta de Euskal Herria el típico thriller con vengador justiciero, y no consigue encajarlo por ningún lado. El resultado recuerda más bien al cine subvencionado que se hacía por aquí en la década de los ochenta, como si la lucha armada y otros problemas del pasado no hubieran desaparecido o evolucionado. El desafase narrativo y estilístico alcanza además a los modelos primarios que por aquel entonces representaba en el mundo el actor Charles Bronson.

Por mucho que lo intentase jamás podría adquirir una pose bronsoniana Jose Coronado, que puede hacer de duro pero sin dejar de ser buena persona. Tal vez por eso nunca llega a creerse su papel, y se le ve incómodo, por más que al final se muestre como si fuera un miembro del GAl arrepentido.

El desenlace interruptus pone al descubierto la falta de confianza en sí mismo del autor de la película, incapaz de llevar el planteamiento argumental hasta sus últimas consecuencias. Haciendo un chiste fácil se podría decir que el incendiario protagonista acaba chamuscado. Pero es normal, porque todas sus acciones se suponen puramente instintivas y fuera de control, así que cuando empieza a ser consciente, ya demasiado tarde, de hasta dónde le ha llevado su locura, todo queda en el aire.

Su postura en cualquier caso no deja de ser tangencial con respecto al problema político, y no pasa de personificar eso que se ha dado en llamar daños colaterales. Tampoco Luis Marías se decide a hablar de la inadaptación del excombatiente, sea del bando que sea, como lo han hecho desde el clásico de William Wyler «Los mejores años de nuestra vida» a «El regreso», de Hal Ashby.

No se puede confundir lo bélico con lo policiaco, ni tampoco a los afectados sicológicamente por servir en un cuerpo armado con las víctimas físicas de los atentados. Al mezclarlo todo se genera una confunsión que no aporta nada a la coyuntura en la que nos encontramos.