REAL SOCIEDAD 1

BARCELONA 0

La Real apeló al sacrificio defensivo que le ha caracterizado a lo largo de su historia para conseguir una victoria muy importante ante un Barcelona que sigue negado en un estadio en el que ha encajado cuatro derrotas y un empate en sus cinco visitas ligueras desde que el conjunto blanquiazul volvió a Primera.

David Moyes formó una muralla de compromiso y de solidaridad al juntar las líneas cerca del área y en las posiciones centrales para impedir que el Barcelona encontrara posiciones de remate y ese gran trabajo defensivo permitió sacar el máximo premio al autogol de Jordi Alba en el primer minuto de partido.

A partir de ahí la Real se encomendó al trabajo defensivo y el Barcelona tuvo el balón, pero no ideas y velocidad para encontrar fisuras en la muralla blanquiazul. Luis Enrique, como es norma en los entrenadores barcelonistas al venir a Anoeta, sacó un once que casi lo podía elegir Moyes, sin Messi ni Neymar y Alves por incorporarse más tarde a los entrenamientos, y esa decisión favoreció a la Real porque el Barcelona sin sus dos grandes estrellas es menos peligroso en ataque. Aunque tampoco cuando recurrió a ellos pudo cambiar el partido.

La Real volvió a ser el equipo que ganó al Real Madrid y al Atlético de Madrid. Ha ganado a los tres primeros con tres entrenadores diferentes y en todos los casos con mucha intensidad y un gran trabajo defensivo.

Un gol para reforzar una idea

La Real salió con una idea clara de defenderse con orden y se encontró de salida con un autogol de Jordi Alba que permitió a los blanquiazules reforzar el planteamiento con el que comenzaban el partido.

Ya antes del gol quedó claro a qué iba a jugar la Real. El saque de centro llegó a Iñigo Martínez y envió un pelotazo largo que provocó el primer saque de esquina del partido antes de cumplirse el primer minuto. En el segundo, seguido, Canales centró y Jordi Alba envió el balón a su portería cuando Xabi Prieto iba a buscar el remate.

A partir de ahí la Real se replegó y montó dos líneas de cuatro jugadores muy juntas con Canales por detrás de Vela para contrarrestar la superioridad del Barcelona en el centro del campo. El club azulgrana acaparó la posesión de balón, pero no fue capaz de generar ocasiones. El primer lanzamiento llegó en una falta de Xavi que se marchó fuera, el segundo en una contra provocada por una falta mal sacada y una pérdida de Markel que motivó una galopada de Luis Suárez con servicio a Pedro, que remató fuera sin ángulo, y el tercero en un disparo lejano que Rulli repelió con problemas.

El Barcelona no creó ninguna ocasión clara de gol, pero pudo empatar en un penalti por mano no señalado a Iñigo Martínez, al que luego un asistente castigó con una tarjeta por entender que un balón que pegó en su trasero había golpeado en un brazo. Esa decisión y otra amarilla a Vela por tirarse provocaron que el ambiente aumentara unos grados en un estadio de Anoeta que hace años dejó de ser amigo del Barça y eso lo agradeció su equipo.

Del Cerro Grande tampoco quiso pitar un penalti en un agarrón de Jordi Alba a Xabi Prieto en la segunda ocasión en la que llegó la Real al área barcelonista en un centro de Alberto de la Bella muy peligroso. Además Canales lanzó desde un lateral un zurdazo tras dejar sentado a Montoya. Los realistas no hicieron nada más con el balón, pero el orden defensivo bastó para irse al descanso en ventaja.

Ni con Messi, Neymar y Alves

Luis Enrique tuvo que recurrir a los tres jugadores sudamericanos a los que había dejado en el banquillo por incorporarse el viernes de las vacaciones navideñas y ni con Messi, Neymar y Dani Alves fue capaz de cambiar la dinámica del partido.

El Barcelona siguió con su monólogo de balón ante una Real que pasó gran parte del segundo tiempo encerrada en su área, pero apenas fue capaz de crear ocasiones. Una falta de Messi y un disparo suave de Xavi fueron las dos únicas opciones hasta que Rulli resultó clave en los últimos minutos con dos manos ante Luis Suárez que permitieron a la Real acabar el partido sin encajar un gol y con tres puntos que le sitúan en el decimotercer puesto y le alejan de la zona de máximo peligro.