Eñaut BARANDIRAN
RUGIDOS ROJIBLANCOS

Césped en el cielo

De un tiempo a esta parte, el balón y el Athletic se han convertido en enemigos íntimos. No es nada nuevo, viene sucediendo desde inicio de temporada, pero a medida que las dificultades para trenzar juego y resultados se han ido acentuando, el recurso del juego directo, o su variante rudimentaria del gorrazo inmisericorde, han adquirido cada vez mayor importancia, hasta tal punto que a día de hoy resulta difícil dirimir cual es el estilo de juego. A diferencia de lo que sucedía temporadas atrás, el equipo no se hace fuerte a través de la presión adelantada y la circulación rápida de la pelota. Ha dado un paso atrás, renunciando al campo abierto en favor de la trinchera, y el esférico ya no es una delicada orquídea a la que cuidar y mimar, si no más bien un cactus que pincha solo con mirarlo.

Con este panorama, no sorprende que pongamos en el balón parado las mismas esperanzas que en la Lotería de Navidad, con la diferencia de que gente como Aduriz, Etxeita o San José es mucho más fiable que los repelentes niños de San Ildefonso. En lo referente a la estrategia, no se le puede negar un ápice a la pizarra de Valverde. Los resultados son espectaculares, valen puntos, victorias y eliminatorias. Un oasis en medio de tanto desierto. Un valioso recurso para desatascar partidos áridos y pedregosos como el de Vigo. Una pena que la estrategia no sea considerada un estilo de juego. Seríamos referente mundial junto a nuestros primos lejanos y mal avenidos del Manzanares.