Mariasun MONZON

EL «YO ACUSO» DE UN ESCRITOR COMPROMETIDO CON SU TIEMPO

El próximo 20 de mayo tendrá lugar la segunda sesión del juicio que se sigue contra el escritor Erri de Luca por «incitación a la violencia» contra el TAV Turín-Lyon. En su libro «La palabra contraria», el autor napolitano asegura que si su opinión es un delito, «no voy a dejar de cometerlo»

Erri de Luca es un escritor cuyas pasiones declaradas son la literatura y la montaña. Es autor de una vasta y reconocida obra literaria y ha recorrido el planeta escalando sus montañas más emblemáticas –su libro “Tras la huella de Nives” relata su experiencia en el Himalaya con la alpinista Nives Meroi–. En los dos últimos años, su rutina se ha visto alterada tras la demanda interpuesta contra él por la LTF, empresa fabricante del tren de alta velocidad Turín-Lyon. Admitida a trámite la denuncia, la primera sesión del juicio se celebró el pasado enero y la segunda tendrá lugar en mayo, después de que se suspendiera la vista señalada para el 16 de marzo. Se le acusa de «inducir al sabotaje» y sobre él pesa la amenaza una condena de entre uno y cinco años de cárcel.

En el origen de la demanda está una entrevista telefónica concedida a la edición italiana del periódico “The Huffington Post”, en la que el autor declaraba, entre otras cosas, que había que sabotear las obras del TAV. La entrevista, publicada el 1 de setiembre de 2013, fue realizada a raíz de las acusaciones del fiscal de Turín Giancarlo Caselli contra los intelectuales de izquierda, entre ellos Erri de Luca, que «subestiman peligrosamente la alerta terrorista» en el Val di Susa. Unos días antes, habían sido detenidos dos jóvenes NO-TAV cuando portaban material susceptible de ser usado para el sabotaje (cizallas, clavos de cuatro puntas, hondas...). A la pregunta de la entrevistadora sobre este último hecho, Erri de Luca respondía irónico: «Sí, peligroso material de ferretería. Justo lo que se entiende como dotación de los grupos terroristas. Me explico mejor: el TAV ha de ser saboteado. Para eso precisamente servían las cizallas: son muy útiles para cortar las verjas. Nada de terrorismo».

En la misma entrevista, el escritor napolitano insistía en que el tren de alta velocidad es «una obra nociva e innecesaria» y que, por tanto, no debía hacerse: «No sé qué podrá ocurrir. Me arriesgo, con todo, a una profecía: el TAV nunca llegará a construirse. Ahora todo el valle está militarizado, el Ejército patrulla las obras mientras los residentes deben presentar su documentación si quieren ir a trabajar en las viñas. Las mesas de negociación han fracasado, los intentos de mediación han fracasado: el sabotaje es la única alternativa». Hacía referencia también a los intereses de los bancos y de «quienes deben financiarse a costa de la vida y la salud de todo un valle» y consideraba que la única salida es que llegue un Gobierno que «tome nota de lo evidente: el valle no quiere las obras».

Un proyecto que atraviesa los Alpes

El Val di Susa se encuentra en una zona alpina del noroeste de Italia. El tren de alta velocidad es parte de un megaproyecto transeuropeo impulsado a comienzos de los años 90, que contempla que en el tramo italiano pase bajo los Alpes atravesando el Val di Susa; para ello, habría que excavar en la montaña un túnel de aproximadamente 53 kilómetros, que terminaría en el Estado francés. Desde el mismo momento de su gestación, el proyecto ha generado un gran rechazo de la población, que además de los impactos paisajísticos, sociales, etc., teme que la excavación de los túneles libere al medioambiente uranio y amianto presente en las montañas. Manifestaciones, actos de sabotaje, huelgas, bloqueos de la maquinaria, acampadas permanentes... Treinta años de movilizaciones constantes, que han traspasado las fronteras del valle y han bajado a Turín, donde llegaron a celebrarse dos huelgas generales. El valle, entre tanto, se encuentra militarizado y son numerosos los militantes NO-TAV que han sido detenidos y encarcelados.

«Mi definición es: violación de un territorio», escribe Erri de Luca en su libro “La palabra contraria”, en el que razona su posicionamiento contra este proyecto y reivindica su derecho a emplear de la palabra “sabotaje”. «La acusación contra mí sabotea mi derecho constitucional a la palabra contraria. El verbo sabotear posee una vasta aplicación en sentido figurativo y coincide en el sentido de ‘obstaculizar’», señala el autor, para quien los vecinos del Val di Susa están luchando «para no tener que arrepentirse después». «Se trata de la más intensa y duradera lucha de prevención popular –añade–; y paga esa voluntad con una represión a gran escala y la militarización de su vida civil».

«Ojalá alguien llegue a sabotear la línea TAV del Val di Susa, ojalá el túnel no llegue a salir ni por un lado ni por otro.

»Ojalá se agoten los fondos públicos destinados a los negocios turbios de empresas vinculadas a los partidos políticos.

»Ojalá un gobierno con una capacidad normal de entender y actuar deje el proyecto inacabado, como ya ha ocurrido con otras 395 grandes obras en Italia.

»Ojalá llegue a ser declarado desastre ambiental y sus responsables sean procesados por ello.

»Habría que sabotear la línea del tren de alta velocidad: esta frase se acoge al derecho al mal agüero [en alusión a una tradición que hay en el norte de italia de implorar al Vesubio –‘vamos, Vesubio’– cuando algo les harta]», se puede leer en “La palabra contraria”.

La responsabilidad del escritor

En la primera sesión del juicio que se siguió contra él, el abogado Alberto Mittone, que representa a la empresa encargada de las obras, señaló que «los delitos se cometen tanto con la palabra como con los actos» y, según los jueces, la personalidad y la historia del escritor, militante en los años sesenta de Lotta Continua, «son elementos que han influenciado a los activistas del movimiento contrario al TAV». Previamente, en junio de 2014, a la salida de la audiencia preliminar, los fiscales de Turín declararon al “Corriere della Sera”: «Al barbero de Bussoleo podemos perdonarle si dice que hay que cortar las vallas; a un poeta, un intelectual, como él [Erri de Luca] no».

«(...) Perdonado por el Ministerio Público: menos mal que no me ha ocurrido. En mi pueblo me habría ganado un recital de pedorretas», escribe Erri de Luca en “La palabra contraria”, un librito (apenas tiene 80 páginas) que no es una defensa sino una acusación y en el que el autor napolitano apela a su deber como ciudadano para posicionarse en favor de «una pequeña comunidad en una lucha compacta e intransigente contra una opresión». «Al margen del derecho a la palabra contraria, deseo escribir que para mí se trata de una necesidad –señala–. Si no lo hiciera, si callara por conveniencia, ocupándome de mis asuntos, se me estropearían las palabras en la boca. Mi vocación de escritor enfermaría de reticencia, de censura. Perdería la agradable compañía que la escritura me otorga desde la remota época de mi primer cuentito. Para mí, como escritor y como ciudadano, la palabra contraria es un deber antes que un derecho».

Considerado uno de los autores italianos más importantes, y galardonado con varios premios literarios en Europa –excepto en Italia, porque «no los quiero y por tanto no participo en ellos»–, Erri de Luca insiste en la responsabilidad de los intelectuales y, en su caso, de los escritores como ciudadanos y miembros de una comunidad. «A un escritor le toca en suerte una pequeña voz pública. Puede usarla para contribuir a algo más que la promoción de sus obras. Su ámbito es la palabra, de modo que le corresponde la tarea de proteger el derecho de todos a expresar la suya propia. Entre ese ‘todos’ incluyo en primera fila a los mudos, los enmudecidos, a los presos, a los vilipendiados por los medios de comunicación, a los analfabetos y a los que, como nuevos residentes, conocen poco y mal la lengua».

Firmas para la solidaridad

El próximo 20 de mayo se celebrará la segunda sesión del juicio. El escritor ya ha anunciado que, en caso de sentencia condenatoria, no piensa recurrir porque «sufrir condena por mis opiniones es ofensa suficiente como para no volver a ella con otro proceso, otra repetición de mis argumentos». Y adelanta que si su opinión es un delito, no va a dejar de cometerlo: «Proseguiré mi oposición detrás del muro de la sentencia. Mi cuerpo está de acuerdo conmigo, como cuando escalo una pared. Nuestra libertad no se mide en horizontes despejados, sino en la consonancia entre palabras y acciones».

Entre tanto, una marea solidaria se ha levantado en torno al escritor irreverente. En los últimos dos meses más de 10.000 personas han suscrito un manifiesto solidario promovido por comités de apoyo (iostoconerri.net - soutienaerrideluca.net), así como por los editores del escritor en los estados francés y español (Gallimard y Seix Barral). Escritores, artistas, cineastas, profesores universitarios, directores de periódicos, editores, políticos... y personas anónimas han secundado –y siguen secundando– el manifiesto, en el que, además de expresar su solidaridad con el escritor, piden al Estado francés que dé la orden a la SNCF (Société Nationale des Chemins de Fer Français) de retirar la denuncia e instan al Parlamento europeo a que se pronuncie sobre la libertad de crítica a un proyecto «financiado por la Comisión europea con nuestro dinero». La solidaridad se ha extendido a las redes sociales y no ha día en que la noticia no genere algún comentario.