Alberto PRADILLA

Ante la ausencia de un mensaje responsable en los medios...

La «Flakka», la «droga caníbal» o la «marihuana sintética» son las últimas «drogas del verano» que se presentan en los medios con efectos estrambóticos que terminan por confundir más y «crear mitos», tal y como denuncian las asociaciones de prevención.

No existe posibilidad de que una droga vuelva caníbal a un ser humano. Tampoco de que le otorgue una fuerza semejante a la de Hulk, uno de los protagonistas de “Los cuatro fantásticos”. No es que alguna vez se haya detectado alguna anomalía, no. Es que es químicamente imposible. Sin embargo, durante los últimos veranos, decenas de informativos han repetido la coletilla de la «droga caníbal» o la «flakka», estupefacientes con efectos supuestamente devastadores pero cuyas propiedades descritas tenían más que ver con el realismo mágico o las películas de ciencia ficción que con la realidad. Por desgracia, son estos titulares los que marcan la pauta. Las administraciones tienen dificultades para contrarrestar este mensaje y, con muchos menos medios, las asociaciones dedicadas a la reducción de riesgos se ven obligadas a lidiar con tópicos y falsedades que tienen múltiples caras y que no ayudan a proteger la salud pública.

El caso de la «Flakka» es paradigmático. En lugar de lanzar esperpénticas imágenes y apocalípticos scoops, los medios de comunicación podrían haber explicado algunas cosas: que la droga se denomina químicamente AlfaPVP, que procede de una planta del África septentrional y que allí, como ocurre con la coca en Bolivia, tiene usos tradicionales, aunque relacionados con la hoja mascada. También podrían haber recogido la alerta de Energy Control, que avisaba de que se había detectado su presencia en estupefacientes aparentemente vendidos como éxtasis o como ketamina. Y, para advertir a los consumidores, se podría completar remarcando que la sustancia actúa con pocos miligramos, por lo que apenas hay trecho entre el efecto deseado y una mala experiencia. Sin embargo, se optó por la caricatura.

Más serpientes veraniegas

No contentos con la primera serpiente veraniega, una segunda irrumpió en periódicos e informativos televisivos. Se trata de la «marihuana sintética». Imágenes de policías norteamericanos persiguiendo a personas negras en aparente estado de delirio ilustraban la noticia que hablaba, nuevamente, de «incremento de la fuerza» e «inmunidad al dolor». Por si no fuese poco, la información también apuntaba a un elemento de clase: se vinculaba su uso con «los sin techo» neoyorkinos. Teniendo en cuenta que esta sustancia es todavía residual tanto en Euskal Herria como en el Estado español, lo sorprendente es que se repitiese el mensaje sin buscar fuentes de información alternativas.

Si así se hubiese hecho, se sabría que, como explica Unai Pérez de San Román, de Ai Laket!, la «marihuana sintética» es la aplicación de cannabinoides sintetizados a materia orgánica. Es decir, impregnar de las propiedades de la marihuana o el hachís otro tipo de plantas. Lo cual no está exento de riesgos. «Lo sensato sería advertir sobre la toxicidad de estos preparados, lo difícil que es realizar una dosificación correcta y la variabilidad e incertidumbre de estos productos en cuanto a composición», resume un usuario del foro de Energy Control.

Esta descontextualización genera un problema añadido, que es la «creación de mitos», en opinión de Pérez de San Román. «Parece que se pinta más bonita, más atractiva», explica. En la misma línea, Nuria Calzada, de Energy Control, incide sobre la tendencia a «crear modas a partir de hechos excepcionales». Dicho de otra manera: un mensaje poco creíble puede terminar convirtiéndose en un llamamiento al consumo en lugar de una advertencia. En este ámbito cabe recordar el caso de la mefedrona: se trata de una sustancia de las denominadas «chemical research» que fue legal hasta 2011. ¿Qué ocurrió cuando llegó la tromba de reportajes condenándola a la hoguera? Que se incrementaron las ventas. Los consumidores querían hacer acopio antes de que fuese vetada. Un ejemplo, de los muchos que existen, de que la información que busca el espectáculo hace un flaco favor a un asunto tan serio para la sociedad actual.