Alberto PRADILLA

.... modelos educativos y de reducción de riesgos en el consumo

Frente a los discursos alarmistas y faltos de rigor solo hay una receta: la educación. A falta de programas institucionales ambiciosos, las asociaciones cubren un papel esencial. Por una parte, divulgan datos concisos y, por otra, mantienen servicios de análisis.

El mensaje del miedo puede ser útil para algunas personas. Pero contraproducente en caso de que alguien decida consumir drogas y se de cuenta de que no era como se lo habían dicho. Eso puede provocar que se pase del temor a la insolencia». Nuria Calzada, de Energy Control, el proyecto de reducción de riesgos de la entidad ABD, sabe de lo que habla. Su asociación, junto a Ai Laket! y Hegoak, trabaja desde el convencimiento de que hay personas que, a pesar de todos los riesgos físicos que pueden asumir, han decidido utilizar estupefacientes. Ahí entra la reducción de riesgos. Es decir, ser consciente de qué es lo que el usuario está utilizando, saber qué consecuencias puede tener a corto, medio y largo plazo y tratar de minimizar los daños. No se trata de una apología del hedonismo sin mesura, sino de saber que, bien sea a cubatas o a rayas, existen comportamientos que se llevan a cabo y que tienen consecuencias.

Informar es solo una parte del escalafón. Aunque tiene mucha importancia. Como indica Unai Pérez de San Román, de Ai Laket! el «rigor» es una de las claves. Los titulares descontextualizados generan más expectativas en un entorno ya de por sí confuso y, además, pueden llegar a pillar a contrapié a quien está más en contacto con el problema. Así que no está de más, al menos, buscar fuentes de información que no sean exclusivamente las policiales, generalmente tendentes a mantener el statu quo. «Incluso a nosotros, que estamos día a día ahí, hay noticias que nos pillan. Es imposible seguir el ritmo», argumenta Pérez de San Román. «Se deberían multiplicar las fuentes de información y referencia», añade Nuria Calzada. Al final, existe una sensación generalizada de que «no se contrasta la información», lo que provoca la difusión de mitos.

Difusión y análisis como claves

A falta de una implicación de las instituciones, por el momento las políticas de educación y reducción de riesgos son serias pero voluntaristas. Antes de nada, cabe remarcar el trabajo de divulgación de las asociaciones. Páginas web o panfletos con información detallada sobre cada sustancia, su forma de uso, su duración o sus efectos pueden servir a muchos consumidores noveles para hacerse una idea del fenómeno al que se están exponiendo. También a los más experimentados. Si alguien quiere consultarlas puede buscar en Ai Laket! (www.ailaket.com), Hegoak (www.hegoak.org) o Energy Control (www.energycontrol.org). Obviamente, toda información es poca, así que no basta solo con los datos que se ponen a disposición de los usuarios. También sería sensato que las instituciones pusiesen en marcha programas educativos, especialmente para los más jóvenes. Eso implicaría un cambio de paradigma a la hora de afrontar el fenómeno. Un movimiento del que la sociedad todavía está muy lejos.

Otro de los pilares clave en la labor de reducción de riesgos son los servicios de análisis que estas organizaciones ofrecen tanto en diversos puntos festivos como en sus propias sedes. Nuevamente, si alguien toma la decisión de consumir drogas, nunca estará exento de riesgo pero siempre es mejor saber qué se ha adquirido. Especialmente cuando los productos vienen del mercado negro y descontrolado. Con estos tests pueden detectarse, por ejemplo, alertas graves como la presencia de PMMA en pastillas de la que informó GARA hace dos días. En general los resultados no suelen ser tan alarmantes como descubrir que lo que alguien ha comprado es en realidad una amenaza para su salud, aunque siempre es mejor prevenir.

«Asumimos que existe gente que consume. Así que abogamos por pautas saludables», argumenta Nuria Calzada, que lamenta que, hasta el momento, ha sido difícil introducir mensajes sobre salud pública que vayan más allá del discurso policial. A la espera de los profundos cambios necesarios, las asociaciones de reducción de riesgos son hoy en día la principal fuente fiable de información. Y aguardan por más implicación.