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brasilia

El Senado de Brasil ultima su decisión sobre el futuro de Rousseff

El Senado de Brasil abrió ayer el debate final previo a la crucial votación que hoy decidirá la destitución de la presidenta, Dilma Rousseff, o su restitución en el cargo del que fue apartada cautelarmente el 12 de mayo. Los argumentos de acusación y defensa no parecieron modificar la opinión de los senadores, favorables en su mayoría a la destitución y cuya legitimidad para dictar un veredicto es cuestionada al estar vinculados más de la mitad a casos de corrupción.

El Senado brasileño escuchó por última vez ayer los argumentos de la defensa y la acusación en el juicio político contra la presidenta, Dilma Rousseff, y se preparaba para dictar la sentencia definitiva, prevista para hoy, tras otra jornada maratoniana.

En sus últimas intervenciones, defensa y acusación reiteraron sus argumentos y no parecieron convencer a unos sena- dores que, en su mayoría, dijeron tener ya una opinión formada decididamente favorable a la destitución, según los sondeos.

«El impeachment es un remedio constitucional al que necesitamos recurrir cuando la situación es especialmente grave, y es lo que pasó», señaló la abogada de la acusación Janaina Paschoal, quien dio por «probados» los cargos contra la presidenta y reclamó su destitución.

«El fraude está comprobado», dijo Paschoal, quien indicó que los testigos, los balances del Estado y las «voluminosas pruebas» confirman las irregularidades y el «fraude fiscal» en el que supuestamente incurrió el Gobierno de Rousseff.

«Nada ha sido hecho fuera de la legalidad», afirmó para rechazar la tesis del golpe de Estado.

El abogado defensor, José Eduardo Cardozo, insistió, sin embargo, en que este se habrá consumado si Rousseff es condenada y culpó de esa conspiración a una poderosa «elite política y económica» que quería «cambiar el rumbo de Brasil» y se confabuló tras su derrota en las elecciones de 2014, en las que fue reelegida Rousseff, que «facilitó las investigaciones sobre corrupción». Por eso, señaló, «decidieron destituir» a «una mujer incómoda» construyendo «la tesis de una irregularidades que no son, que no existen y que no han sido probadas».

«Los golpes no se hacen ya con armas. Como no se puede llamas a los tanques, se usan pretextos jurídicos irrelevantes» para «desalojar a presidentes elegidos en las urnas», dijo.

Cardozo concluyó con emoción su alegato y ante la prensa, sollozando, insistió en que si Rousseff es condenada «la Historia deberá pedir perdón».

Tras sus largas intervenciones y contrarréplicas fue el turno de los 81 senadores, que podían tomar la palabra durante 10 minutos, por lo que se preveía una larga jornada de unas quince horas que concluyera de madrugada (hora local). Por eso, el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Ricardo Lewandowski, quien dirige la sesión como garante constitucional del proceso, estableció que entonces se haría un receso hasta esta mañana (la diferencia horaria con Euskal Herria es de siete horas), cuando los senadores emitirán su voto y una sentencia que se conocerá de inmediato.

La imagen de Rousseff ha sufrido un fuerte desgaste en paralelo al deterioro de la economía, el aumento brutal del paro y la inflación. Y la trama de corrupción en torno a Petrobras, que afecta al PT, fue la gota que colmó el vaso.

Pero los escándalos salpican a toda la clase política y a la elite brasileña, de izquierda y derecha. Y en este proceso han emergido más que nunca las dudas sobre la legitimidad del Senado para emitir un veredicto, cuando tiene a más de la mitad de sus miembros –incluido su presidente– acusados o investigados por casos de corrupción.