Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

Cómo se vive un drama familiar dentro de la cultura japonesa

LOVE LIFE
Japón-Estado francés. 2022. 123’ Dtor. y guion: Kôji Fukada. Prod.: Masa Sawada, Yasuhiko Hattori y Antoine Jouve. Int.: Fumino Kimura, Kento Nagayama, Atom Sunada, Tomorô Taguchi, Misuzu Kanno, Hirona Yamazaki, Tetta Simada.

Fotograma del filme de Fukada.
Fotograma del filme de Fukada. (NAIZ)

Poco a poco, Kôji Fukada se va ganando un sitio entre los maestros del drama familiar japonés, teniendo en cuenta que por temática y estilo sigue la senda del clásico Yasuhiro Ozu o del moderno Hirokazu Kore-eda. Desde que ganase en el festival de Cannes el Premio del Jurado con ‘Harmonium’ (2016), sus películas son más tenidas en cuenta, y ‘Love Life’ (2022) cautivó a la crítica en la Mostra de Venecia.

La película toma su título de la canción homónima de Akiko Yano, y tiene su protagonismo en la mujer interpretada por Fumino Kimura, alrededor de la cual giran el resto de personajes que conforman un complejo universo familiar. Más que nada debido a que tiene un hijo de una relación anterior, con lo que el pasado y presente se entremezclan en un entramado doméstico en el que además están los padres y la ex de su actual marido.

Un inesperado accidente cambiará el panorama vital de la protagonista, que se replantea las cosas y las relaciones con toda esa gente con la que convive. En especial con su primera pareja, con la que se comunica a través del lenguaje de signos japonés, por ser sordo, y porque ella trabaja de profesora en dicha especialización. Curiosamente, la comunicación entre ambos mejorará, e incluso será más fluida que cuando estuvieron casados.

‘Love Life’ (2022) refleja muy bien el estoicismo nipón, por el modo tan arraigado en su cultura tradicional que tienen de afrontar los cataclismos colectivos y los problemas personales que se dan en las relaciones familiares o de pareja.

Fukada posee una elegancia visual muy trabajada, con largos y estáticos planos-secuencia en tomas panorámicas y espaciosas, lo que le permite disponer los personajes en cada secuencia con las fichas en un tablero de ajedrez, mediante movimientos controlados y armoniosos, como las emociones que expresan con contención.