Ramon Sola
Aktualitateko erredaktore burua / Redactor jefe de actualidad

Menores y pantallas: llegó la hora de actuar pero ¿protegiendo o empoderando?

Cuatro opiniones diferentes dieron mucho contenido a un tema candente: ¿Son las pantallas ya un problema de salud pública o no es para tanto? ¿Hay que proteger a los menores o justo lo contrario? ¿Son nativos digitales o huérfanos digitales? ¿El problema es la tecnología o los voraces oligopolios?

La moderadora de la sesión, Ikoitz Arrese (EH Bildu), Mirene Beriain, Amaia Arroyo y Jesús Vinyes, antes de la mesa redonda.
La moderadora de la sesión, Ikoitz Arrese (EH Bildu), Mirene Beriain, Amaia Arroyo y Jesús Vinyes, antes de la mesa redonda. (Maialen Andres | Foku)

Hace una década las tecnologías digitales aparecieron como una panacea en el ámbito educativo. Luego se fue viendo que la digitalización de la enseñanza no es tan real y en paralelo afloraron además los problemas, especialmente con smartphones. A tenor de este debate realizado en Donostia, cabe decir que hoy ya pesan más los contras que los pros, las afecciones que las oportunidades, los temores que las expectativas. El asunto empieza y acaba, en realidad, más allá de las aulas. Y la pregunta es pertinente, incluso urgente: ¿Qué hacer?

Un debate bajo el título ‘Pantailekin zer? Posibilidades y amenazas en el sistema educativo’ reunió a cuatro expertos con mucho que decir, y con diagnósticos y conclusiones diferentes, lo que enriquece una reflexión muy compleja: César Rendueles, sociólogo e investigador; Jesús Vinyes i Cirera, expresidente del Consejo Escolar de Catalunya; Mirene Beriain, pediatra y miembro del colectivo Altxa Burua; y Amaia Arroyo, también investigadora y profesora de Educación Especial. La sesión fue promovida por EH Bildu dentro de un ciclo de mesas redondas sobre temas de plena actualidad en el marco de su proceso congresual.

¿Problema de salud pública o simple preocupación?

Primero había que medir la dimensión del problema. Y aquí empezaron las diferencias, especialmente agudas entre Beriain y Rendueles. Para la primera, pediatra en Algorta y madre de tres hijos además de participar en Altxa Burua, «estamos ante un problema de salud pública y tenemos que proteger a nuestros menores». Para el segundo, por contra, «predomina un clima muy catastrofista, que recuerda los que había hace décadas en torno a las drogas».

Mirene Beriain (Altxa Burua): «Estamos ante un problema de salud pública y hay que proteger a nuestros menores»

Mirene Beriain presentó datos inquietantes: los adolescentes vascos usan el móvil unas cinco horas diarias de media y en Estados Unidos ya son ocho. Enumeró consecuencias físicas: «Problemas de vista, para dormir, musculoesqueléticos, de obesidad». Luego las mentales: «Trastornos de alimentación, relación con autolesiones e intentos de suicidio, ansiedad y depresión, agresividad e impulsidad, falta de atención». Bajando al ámbito educativo, explicó que «el multitasking (multitarea) provoca estudiar peor. El cerebro tiene una capacidad limitada para retener información».

Rendueles le siguió en el turno por videoconferencia, replicando que «hay que lanzar un mensaje de tranquilidad. Todos hemos recibido información alarmante sobre desarrollo neuronal, capacidad de atención, estado de ánimo… Es verdad que existen estudios que alertan, pero están lejos de ser definitivos, hay otras investigaciones que nos dan una imagen más matizada. Lo que ocurre es que difícilmente se convierten en noticia por ello. Hay un movimiento pendular sobre esta cuestión y mucha mala ciencia».

«¿Significa esto que no debemos preocuparnos? Todo lo contrario –matizó el sociólogo acto seguido–. Es muy positivo que intentemos hacer un ejercicio crítico de soberanía digital, que es lo contrario a lo que hemos hecho en estas décadas. Y aquella chorrada que se decía de que ‘no se puede poner puertas al campo’, ¡claro que se puede!. Pero no deberíamos pasar del fetichismo tecnológico al pánico moral».

En su opinión, además, estos mensajes «catastrofistas» generan inacción en la medida en que no combaten el auténtico problema: «Hemos regalado una tecnología muy poderosa a sicópatas fascistas. Hay que desmantelar los monopolios digitales», subrayó César Rendueles.

Mirene Beriain, de Altxa Burua y pediatra, en el debate. (Maialen Andres | Foku)


Amaia Arroyo, investigadora de Mondragon Unibertsitatea y también madre de dos hijos pequeños, se mostró bastante de acuerdo con Rendueles. Consideró de entrada que este tema se enfoca con demasiado «maternalismo/paternalismo», ante lo que luego se reafirmó Beriain: «Tenemos la responsabilidad de cuidarlos».

No obstante, para Arroyo sí es cierto que «no les estamos ayudando, no les estamos dando un contexto adecuado». En este sentido, consideró que más que «nativos digitales» habría que entender a los menores como «huérfanos digitales».

Amaia Arroyo, investigadora: «Más que nativos digitales tendríamos que entenderlos como huérfanos digitales, no les estamos ayudando»

Por lo que respecta a las aulas, ve claro que las pantallas se están usando mal, algo en lo que sí apareció coincidencia general. Expuso que la clave debería ser la «pertinencia didáctica», resumida como «si la pantalla no tiene un valor añadido, fuera». Varios contertulios y alguna madre desde el público denunciaron que se están usando básicamente para mostrar los mismos contenidos de los libros o, peor aún, «para entretener» en el caso de los más pequeños.

¿Cómo actuar: limitar o capacitar?

Tras determinar que, pequeño o grande, hay un problema, los tres desarrollaron sus hojas de ruta. Mirene Beriain puso sobre la mesa las limitaciones propuestas por la Asociación estatal de Pediatría: de ningún uso entre 0-3 años a dos horas como máximo (actividad lectiva incluida) para adolescentes. Ve claro que proteger pasa por limitar y, en algunos casos, evitar.

Rendueles y Arroyo entienden que es más efectivo tratar de implicar a los jóvenes en el objetivo final. Para la profesora de Arrasate, «tendríamos que dejar de verlos como meros usuarios y darles otras atribuciones, más creativas. Que pasen de consumidores a competentes, sean más soberanos y puedan hacer otra atribución, que seguramente será menor y sobre todo más crítica».

Para el sociólogo de la Complutense, esta implicación se puede alentar con algunos lemas «casi motivacionales». Uno de ellos, «solo no puedes, con amigos sí»: ve muy conveniente fomentar procesos de «autogestión colectiva» que «incidan en la madurez de nuestros adolescentes y no en su inmadurez». Hizo un apunte interesante aquí sobre «las conferencias policiales delirantes sobre ciberseguridad que hay en las escuelas, yo diría que con nulo resultado», y planteó por qué no sustituirlas por fórmulas como «mediadores digitales» o «laboratorios» que enseñen a entender y usar bien la tecnología.

César Rendueles, sociólogo: «El auténtico problema es que la atención se ha convertido en un negocio, hay que exigir rendición de cuentas a esas empresas»

También ve lógico y deseable un «decrecimiento digital: usar mejor pasa por usar menos, no solo móviles, también televisión y videojuegos. Como ocurre con otros tipos de decrecimiento que se plantean, no es una apuesta por la miseria, sino una llamada a no idealizar el crecimiento por el crecimiento. Y hay que cuestionar y limitar el capitalismo de plataforma, que ese sí es nuestro auténtico problema: la atención se ha convertido en un negocio con productos especialmente diseñados para ello. Hay que exigir rendición de cuentas a esas empresas».

Cerró el círculo la pediatra miembro de Altxa Burua, acortando las distancias también en este punto: «Nosotras no estamos hablando solo de prohibir y de poner límites, sino de lograr una relación sana con la tecnología digital. Queremos que nuestros hijos e hijas vivan en este mundo y tenemos que prepararlos para ello».

El sociólogo César Rendueles intervino desde Madrid. (Maialen Andres | Foku)


Una enseñanza desde Catalunya

Frente a las decisiones (o más bien no-decisiones) tomadas en Euskal Herria en esta materia, la mesa redonda acercó el ejemplo de Catalunya, donde en 2023 se impulsó un proceso participativo liderado por el Consell Escolar por encargo de la consejería de Educación sobre qué hacer con los móviles en los centros educativos.

Jesús Vinyes i Cirera presidía el Consell en ese momento, por lo que ha explicado con detalle por qué se hizo y cómo. Ha dibujado de entrada la misma evolución, o involución, en apenas una década: «Existía un documento de 2015 con un optimismo seguramente excesivo, porque parecía que con la digitalización los niños aprenderían de modo automático. En otro de 2019 ya se empezaba a hablar de contenidos y a reconocer que limitarse a poner los libros en formato digital no aportaba nada. Y en 2023 tocó hablar del uso de los móviles, había mucha presión social para que se regularan, en el debate salió mucho el concepto de riesgo».

Tras escucharse a alumnado, profesorado y familias durante dos meses en 34 sesiones de debate, se constató que «los centros querían sobre todo un marco claro de regulación». También que «se daba prioridad a que los centros fueran entornos seguros, porque es una evidencia que el acoso ha crecido». Y hubo consenso igualmente en que «había que educar en pantallas también dentro de los centros, incluirlo en el programa educativo».

Jesús Vinyes (Consell Escolar de Catalunya): «En 2015 había mucho optimismo, pero en 2023 ya teníamos mucha presión social para regular los móviles»

El resultado final es una regulación: en Infantil y Primaria se prohíbe la utilización del móvil en el centro en horario lectivo y no lectivo; en Secundaria, se veta su uso generalizado o bien hay restricción general exceptuando usos educativos autorizados (dos opciones); y en educación postobligatoria se preconiza el uso responsable, a partir de normas del centro. Se establecieron excepciones en el caso de que dos tercios del Consejo Escolar de algún centro así lo decidieran y solicitando autorización a la Administración. Y se atendieron situaciones lógicas en que sí cabe usar el móvil (salidas o viajes, transporte escolar…). «Lo más interesante fue oír las voces de los centros, que aportan el conocimiento desde la base y se quejan de que la Administración se suele basar solo en expertos», concluye Vinyes.