«Estudié Historia, pero en la carrera nunca nadie me habló de la fuga de Ezkaba»
El escritor de Ziaurritz se estrena con ‘Mauro’, una historia ficcionada sobre la fuga de Ezkaba, una novela coral en la que escuchamos las voces de los huidos, de sus perseguidores y de las gentes de los pueblos por los que pasaron tras la gran evasión del 22 de mayo de 1938.

Antes de comenzar la entrevista con Mikel Guerendiain, en su pueblo, Ziaurritz, cruzamos un pretil sobre una pequeña regata hasta un prado en el que todo indica que están enterrados tres de los fugados del fuerte Ezkaba, detenidos y fusilados en esta localidad del valle navarro de Odieta durante la funesta primavera de 1938. El monte Ezkaba se encuentra a solo un puñado de kilómetros de este lugar y sin duda fue una de las rutas que debieron de seguir algunos de los casi ochocientos presos que huyeron del penal (más de doscientos fueron asesinados, ‘solo tres cruzaron la frontera’, como decía la canción de Barricada), en la mayor fuga carcelaria conocida en la Europa contemporánea. Han pasado casi noventa años y todavía hoy impresiona detenerse en este lugar.
Sentados frente a la casa del cura
Mikel, que debuta como autor con una novela que ficciona esta historia, confiesa que había oído hablar en Ziaurritz de ella, casi de pasada. «En aquella época este era un pueblo muy religioso, muy conservador, muy de derechas; mi propio abuelo era falangista», dice, y también que nunca nadie la mencionó en la escuela, el instituto o la universidad, a pesar de que se licenció en Historia –ahora es profesor de secundaria–. «Yo sabía que en el pueblo había varios presos fugados fusilados, pero no fue hasta que leí el libro de Fermín Ezkieta, “Los fugados del fuerte de Ezkaba”, en el que se entrevista a tres vecinos de Ziaurritz, que empecé a interesarme realmente y a darme cuenta de la dimensión de lo que había pasado».
«Todos tenemos un poco de la hijoputez de Tomasito, uno de los perseguidores, o de la soberbia del director del penal»
Tras hacer las fotos, regresamos al pueblo y nos sentamos al sol, frente a la iglesia y la casa parroquial, que no es pero sí es la misma en la que viven algunos de los protagonistas de esta novela coral, como el cura atormentado por sus demonios o la fantasiosa Basilisa. Le preguntamos en primer lugar por qué eligió una novela compuesta por diferentes voces para contar su historia. «El libro estuvo mucho tiempo en mi cabeza, antes de que me pusiera a escribirlo», dice. «Y tenía claras dos cosas, el título y cómo iba a acabar. Tenía muy presente también una novela de Faulkner, ‘Mientras agonizo’, que es la historia de una mujer que va a morir y pide a su familia que la lleven a donde nació, y en ese trayecto van hablando todos, ella, sus familiares… Me gustaba la estructura, que hubiera movimiento, era lo que a mí me venía bien, porque en realidad yo narro la fuga, pero sobre todo las historias de mierda que tienen los perseguidos, los perseguidores, la gente de los pueblos por los que van pasando».
Basilisa, la soñadora
Mauro, efectivamente, es una novela que, premeditadamente, a través de los monólogos entrecruzados y perfectamente hilados, con sutiles nudos o puntos de conexión, se inicia reflejando la quietud y las penurias del penal y que, cuando comienza la fuga, coge aire, se precipita con agilidad hacia el final a cielo abierto del libro. Mikel nos cuenta que le ha costado mucho entretejer todas esas voces y la estructura de la obra. Ha tomado muchas notas y cada vez que retomaba la escritura repasaba en qué punto de la historia había dejado a cada uno de los personajes, para que todo encajara. El escritor quería huir además del costumbrismo o la novela histórica y conseguir que cada voz tuviera su propio registro, por eso ha elegido personajes con diferentes formaciones o extracciones sociales.

«Yo creo que tengo un poco de todos. Todos, en realidad, tenemos un poco de la hijoputez de Tomasito, uno de los perseguidores, o de la soberbia del director del penal. Pero sí hay algunos que me gustan más que otros, como Basilisa, con la que, como es soñadora y está como una cabra, he empatizado mucho», nos detalla Guerendiain.
Mauro, el silencioso
Por contra, Tomasito reconoce que se le resistió, pues uno de los problemas a los que se enfrentó fue no caer en el maniqueísmo: «Pero está claro que en la novela hay gente que huye y gente que persigue, gente que no merecía morir y que se jugó la vida y la perdió y gente engañada, manipulada ideológicamente, que no tenía ningún problema en matar, como sucedía en esos tiempos, con la venia de la iglesia, en muchos casos. A pesar de todo ello, yo quería que tuvieran sus contradicciones. De hecho, hay gente que ha empatizado con Tomasito, y a mí mismo a veces más que asco me da pena».
«¿Y el título?», le recordamos. Mikel habla deprisa, las ideas vienen, van, se amontonan en su cabeza. «Por una parte quería que fuera un nombre de persona, un nombre poco común, porque era un juego literario: un personaje que da título a la novela pero que luego no habla en ella», explica. Porque Mauro ¿quién es, el personaje más importante o el menos importante? «Me lo pregunto a mí mismo, ¿eh?, yo aún no lo sé, en realidad no sabemos nada de él… Y luego es también un homenaje a Almudena Grandes, su primer hijo se llama Mauro, y ella es una escritora que me ha influido mucho».
Nervioso por naturaleza
Unos metros más allá de donde estamos sentados se encuentra la sociedad del pueblo, en la que se representaron algunas de la piezas teatrales que Mikel escribió tiempo atrás. ‘Mauro’ no es, pues, la primera obra que escribe, pero sí la primera publicada, aunque en realidad él no es ningún recién llegado al mundo del libro. Durante años trabajó en una conocida librería de Iruñea y por eso es consciente de lo difícil que es no solo que una editorial −y más una editorial de prestigio como Pepitas de Calabaza− publique tu obra, sino además que esta llegue a los escaparates y venda algo más que una decena de ejemplares.
«En la novela hay gente que huye y gente que persigue, gente que no merecía morir y gente manipulada ideológicamente, que no tenía ningún problema en matar»
Por todo ello le está sorprendiendo la buena acogida que está teniendo ‘Mauro’. No se siente especialmente nervioso, «porque yo ya soy nervioso por naturaleza», pero sí nota cierto vértigo y cierta ansiedad. «He dejado la educación un poco aparcada, y me digo, ¿qué estoy haciendo? Soy consciente de que es muy difícil vivir de los libros, tampoco aspiro a eso, ser profesor me gusta y estoy muy cómodo», dice.
Pero lo cierto es que Mauro va ya a por una segunda reimpresión, que Mikel escribió la novela en la Biblioteca General de Navarra, mientras a su alrededor la gente preparaba oposiciones y que él ya tiene en mente nuevas historias. «Pero no quiero que sean una obligación, quiero escribir sin presión, con libertad», dice, y al hacerlo, casi de un modo inconsciente levanta la vista hacia la ventana, en la casa del cura, a la que Basilisa solía asomarse.

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