El PCCh busca poner límite a la competencia destructiva
Un reciente artículo de Xi Jinping identifica los principales problemas que atenazan el mercado interno chino. Xi propone una serie de medidas para unificar el mercado. Asimismo, aboga por acabar con la competencia destructiva de bajos precios y apostar por la calidad frente al precio

Hace unos días, la principal revista teórica del Partido Comunista de China, Qiushi, publicó un artículo Xi Jinping en el que el secretario general del PCCh instaba a redoblar los esfuerzos para desarrollar un mercado interno unificado. Al parecer el texto forma parte del discurso que pronunció en la reunión de la Comisión Central de Asuntos Financieros el pasado 1 de julio, lo que significa que no se trata de un debate teórico, sino que las líneas que plantea tendrán una aplicación práctica, probablemente en el próximo plan quinquenal que discutirá el Comité Central en su reunión de octubre.
El artículo reconoce que, a pesar de las medidas que han tomado hasta ahora, la construcción de un mercado unificado no avanza como debiera. Xi considera que lograr ese objetivo resulta clave para promover un «desarrollo de alta calidad» y también para mantener la iniciativa en la competencia internacional. El artículo repasa los principales problemas del mercado interno chino, entre los que no aparecen ni la deflación ni el exceso de capacidad, que tanto ocupan a los analistas occidentales, pero sí otros que muestran que la principal característica del mercado chino es la fragmentación.
Concepto de involución (neijuan)
Según Xi Jinping, uno de los principales problemas de la economía china es la competencia caótica basada en bajos precios. Para caracterizar su impacto en la actividad económica utiliza el concepto de involución (neijuan). Una noción que desde principios de la década está de moda en China y que se podría traducir por carrera hacia el abismo o por competencia destructiva. Expresa la existencia de una lucha sin cuartel que acabará hundiendo a todos los contendientes, es decir, una hipercompetitividad autodestructiva.
Involución (neijuan) es una noción que desde principios de la década está de moda en China y que se podría traducir por carrera hacia el abismo o por competencia destructiva
La competencia de precios a la baja ha hecho que, por ejemplo, el margen de beneficio neto de los fabricantes de automóviles chinos haya sido tan solo del 0,83% en 2024, cuando en 2019 era del 2,7%. Una tasa de beneficio tan baja supone una fuente de inestabilidad para las empresas. Y esta es una situación que se da también en un buen número de sectores como la fabricación de baterías de litio o de paneles solares. La competencia ha logrado reducir mucho los precios, pero ha terminado poniendo en peligro el futuro de las propias compañías.
Estas luchas de precios se desatan por los más diversos motivos. Pueden comenzar con el fin de lograr determinados subsidios públicos o pueden ser el resultado de estrategias empresariales convergentes, que coinciden en tratar de conseguir una posición dominante en algún segmento concreto del mercado. Así, por ejemplo, en el sector de entrega de alimentos a domicilio las plataformas de comercio electrónico Alibaba, JD.com y Meituan han invertido miles de millones en la venta minorista instantánea, esto es, en la entrega en menos de una hora, un segmento del mercado que está en rápido crecimiento. La razón es que las tres consideran que será vital para el futuro del comercio electrónico y por esa razón necesitan ganar cuota de mercado en este apartado. Esta apuesta sin límite, al final, termina convirtiéndose en un problema.

El concepto también se utiliza en el ámbito social para indicar la búsqueda hipercompetitiva y a menudo contraproducente de indicadores tradicionales del éxito. A principios de esta década, los jóvenes chinos empezaron a cuestionarse si tenía sentido esforzarse tanto para ingresar en una buena universidad si al final la recompensa era trabajar 996 horas (de 9:00 a 21:00, seis días a la semana) en una empresa tecnológica; eso siempre que lograran un puesto de trabajo en una de ellas, algo que tampoco tenían asegurado.
Esa competencia extrema por lograr una educación mejor ha llevado a que si antes se pedía una licenciatura para acceder a un determinado puesto de trabajo, ahora sea necesario acreditar también haber realizado un máster. Al final, todo el mundo estudia más, pero nadie sale ganando porque el trabajo apenas ha cambiado. Este es un fenómeno que también ocurre en Occidente: la necesidad de acumular títulos lleva a que una gran parte de los trabajadores estén sobrecualificados. No obstante, la competitividad en la sociedad china ha llegado hasta tal punto que hace algunos años el Gobierno chino prohibió las tutorías particulares en un intento por romper esa carrera en la que los padres competían para dar a sus hijos todas las ventajas posibles, lo que terminaba perjudicando a sus vástagos y también al bolsillo de los padres.
Un mercado fragmentado
Esa competencia destructiva parece que ha llegado demasiado lejos en el ámbito empresarial. Xi Jinping aboga en su artículo por implementar un enfoque que prime la «calidad sobre el precio». Para ello, considera que las asociaciones industriales deben desempeñar un papel de autodisciplina que también ayudará a una salida ordenada de las capacidades productivas que han quedado obsoletas.
Xi considera que se deben estandarizar los procesos de contratación pública, fortalecer la revisión de los resultados y mejorar los canales de quejas
Otro problema que señala Xi en su artículo es el de las contrataciones y licitaciones públicas. Apunta tres cuestiones a revisar: la preferencia por los precios más bajos –algo que también ocurre aquí–, que a menudo está asociado a la adquisición de bienes de baja calidad. El tercer aspecto es la colusión o el conflicto de intereses que frecuentemente se producen en los concursos públicos. Xi considera que se deben estandarizar los procesos de contratación pública, fortalecer la revisión de los resultados y mejorar los canales de quejas y optimizar su gestión, entre otras cuestiones.
La tercera unificación que apunta Xi Jinping está relacionada con la caótica atracción de inversiones por parte de los gobiernos locales. Posiblemente, este, como el anterior problema de las licitaciones, sea fruto de la gran autonomía de la que gozan los gobiernos locales que, además, compiten entre ellos, lo que les empuja, como a las empresas, a una carrera por ofrecer los mayores subsidios o los mejores servicios. Esta carrera por atraer inversiones se parece mucho a las rebajas fiscales que las administraciones públicas ofrecen a las empresas en Occidente, y que a largo plazo resultan muy onerosas para la sociedad. De hecho, Xi en el artículo plantea que hay que formular una lista unificada de conductas de promoción de la inversión local que especifique claramente «qué se fomenta y qué se prohíbe». También apunta la necesidad de establecer un sistema estandarizado de políticas de subsidios fiscales. En resumidas cuentas, aboga por definir lo que los gobiernos locales pueden hacer y lo que no pueden hacer para atraer inversiones.
La cuarta cuestión que trata es la relación entre el mercado interno y el exterior, donde en línea con todo lo anterior plantea que se debe mejorar la coherencia entre las normas nacionales e internacionales y construir plataformas de servicios integrados para el comercio nacional y el exterior. Una propuesta que denota que los preceptos y las normativas que rigen el mercado interno chino, además de ser variadas, tampoco son coherentes con las disposiciones internacionales. En este aspecto, las relaciones mercantiles también se caracterizan por la fragmentación.
El artículo plantea uniformar la actuación gubernamental, definiendo claramente lo que los gobiernos locales pueden hacer y lo que no pueden hacer para atraer inversiones
Por último, el artículo señala la necesidad de subsanar las deficiencias en las leyes y regulaciones, y aboga por estandarizar la aplicación de las leyes, mejorar los sistemas fiscales, tributarios, de contabilidad, estadísticos y de crédito, es decir, toda la infraestructura de mercado que determina las reglas de funcionamiento de las empresas en el mercado.
Cinco unificaciones y una apertura
A partir del análisis, Xi sintetiza las tareas a realizar en lo que llama cinco unificaciones y una apertura. La primera sería la unificación de los derechos de propiedad, la competencia leal y los estándares de calidad. La segunda pasaría por establecer una infraestructura de mercado única, esto es, la logística y los flujos de capital e información. En tercer lugar, Xi plantea uniformar la actuación gubernamental, definiendo claramente lo que los gobiernos locales pueden hacer y lo que no pueden hacer para atraer inversiones. En cuarto lugar, propone unificar la regulación del mercado, la supervisión y las sanciones. Y por último, apunta la necesidad de aunar los mercados de recursos para promover la libre circulación de los factores de producción y así evitar una asignación ineficiente y el despilfarro. En cuanto a la apertura, Xi se refiere básicamente al establecimiento de interconexiones entre los mercados nacionales e internacionales.
A contrapié
Un chiste que circula en las redes sociales chinas dice que en otros países los gobiernos intervienen para prevenir conductas contrarias a la competencia; en China interviene para frenar la competencia. No le falta razón, pero esa es la consecuencia lógica de una economía en expansión. Hace 30 años el paso de un garaje a cotizar en Wall Street podía ser muy corto; ahora es bastante más largo. Las empresas se han consolidado, monopolizan e impiden el acceso a las nuevas, muchas veces mediante la compra de sus ideas. En China, la velocidad del cambio hace que ese paso de las musas al éxito siga siendo muy corto y eso empuja la competencia, mostrando el reverso del monopolio occidental: la competencia conlleva un enorme despilfarro.
La acumulación de méritos todavía permite el ascenso social, por lo que la competencia mantiene su pujanza
Desde esta perspectiva, aunque la juventud china ha empezado a cuestionarse el sentido de tanto esfuerzo, al ser la china una economía en expansión queda margen para la promoción social. La acumulación de méritos todavía permite el ascenso social, por lo que la competencia mantiene su pujanza. En Occidente, sin embargo, hace tiempo que ese camino de progreso social está truncado, con lo que la competencia pierde sentido y lo único que provoca es resentimiento entre los perdedores, cada vez más numerosos.

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