Pablo CABEZA
BILBO
Entrevista
BEATRIZ ECHEVERRÍA
CINEASTA

«Planteo la idea de ‘Sonido Pamplona’ como una hipótesis, sin afirmar»

El festival Dock of the Bay propone para hoy, y entre otros actos, la proyección del documental «Sonido Pamplona», que repasa la escena indie de la ciudad desde el inicio de los noventa hasta la actualidad, a lo largo de 45 minutos dirigidos por la navarra Beatriz Echeverría. Se presenta dentro de la sección a concurso en los cines Trueba a partir de las 20.00 horas.

La novena edición de Dock of the Bay (Festival Internacional de Documental musical de Donostia) cuenta para hoy con las proyecciones de “Sonido Pamplona” y “The second act of Elliott Murphy” (cines Trueba 22.00), músico estadounidense afincado en el Estado francés y que cuenta con un fuerte arraigo en Euskal Herria, en especial en Bilbo, donde todos los años toca y llena. No obstante, repercute con especial interés la cinta de Beatriz Echeverría, en especial por mostrar una parte de la escena que nos rodea, en este caso el periodo que va desde 1990 al presente. Aunque Echeverría se ve obligada a iniciar el relato con una banda surgida en los ochenta, Los Bichos, germen de la serie de propuestas que van avanzando por el tiempo, aunque estas, en el fondo, se desvíen de la propuesta rockera delicada y salvaje, salvo varias excepciones), realizada por el fallecido Josetxo Ezponda (líder formal de la banda), Carlos González “Charly”, guitarra, más los también fallecidos Alfonso Asio, bajo y Fermín batería. Posteriormente se produjeron diversos cambios de componentes y otros óbito más.

Beatriz Echeverría nace en Atarrabia en 1985, cuando Ezponda (nacido en Burlata) ya está ligado a la escena de Iruñea que rompe con el heavy y el hardrock dominante hasta el inicio de los ochenta. «Yo comencé a escuchar a los Bichos cuando inicié el documental, hasta entonces no los conocía. Fue gracias a músicos como Jaime Cristóbal y Javier Moya o periodistas como Garayoa o Juan de Pablos que me hicieron ver, a través de sus testimonios, la importancia que tuvieron Los Bichos en Pamplona y cómo influenciaron a grupos que vinieron después, en los 90, como por ejemplo Ritual de lo Habitual. De modo que sí, en ese sentido he tenido la fortuna de contar con asesores de excepción que además vivieron aquella época».

Echeverría es iruindarra, pero circunstancialmente: «Nací en un hospital de Pamplona (Virgen del Camino), aunque toda mi familia es de Villava. Allí pasé mis primeros dos años de vida. Después vino el traslado a la ciudad de A Coruña, sin embargo, toda mi familia seguía y sigue viviendo en Pamplona así que las visitas siempre han sido constantes y los meses de veranos desde finales de junio a principios de setiembre siempre los he pasado allí». Sus recuerdos musicales van ligados a una infancia donde escuchaba, «la colección conjunta de discos que mis abuelos y mis tíos (ocho) tenían. Allí podías encontrar de todo, mucha música clásica y bandas sonoras, villancicos pero también los discos de Mecano, de Aute, Serrat, Mireille Mathie y también rock duro. Después hay momentos que podrían considerarse como iniciáticos, como el primer concierto en directo al que fui, el de Celtas Cortos cuando presentaban su disco “Nos vemos en los bares” en el aparcamiento del supermercado E-Leclerc un verano en Pamplona. Nos llevó mi tío Juantxo a mi hermana y a mí, éramos realmente pequeñas mi hermana tendría 13 años y yo 11. ¡Fue maravilloso!».

Perfil sonoro

“Sonido Pamplona” se centra en la escena de Iruñea mediante el recorrido que proponen los diferentes músicos, agitadores de la escena y periodistas consultados, según el sector de la escena musical que propone Echeverría, que podría ser el lado indie de la ciudad emparentada con los propios gustos de la directora: «’Lo tuyo no tiene nombre’, de Ellos, lo disfruté enormemente; se acabó rayando y volví a comprarlo, ‘4’, de la Habitación Roja, ‘Not what you had thought’, de Deluxe, (ahora Xoel López), o el single ‘Cierra los ojos’, de Cooper, no paraban de sonar. En aquel momento me identifiqué mucho con los temas que trataban, sus letras me parecían geniales, como si estuviesen escritas para mí. ‘Una semana en el motor de un autobús’, de los Planetas, fue otro de mis discos de cabecera, así como ‘Las cosas que nadie debe ver’, de Lovely luna, o ‘Different class’, de Pulp».

Bajo este prisma, dejado atrás el impacto de Los Bichos y su primer elepé “Color hits” (1989), van surgiendo protagonistas que narran un discurso en busca de ese “Sonido Pamplona”. La cámara testimonia el nacimiento de discográficas como Uff Records, Brutus Discos o Underhill Records, la más ambiciosa de todas. Se habla de locales, con especial predilección por el Donegal, de programación más novedosa. Y llegan Ritual de lo Habitual, Glitter Soul, Brillantiina’s, Souvenir, Kokoshca, Tremenda Trementina, El Columpio Asesino, Wilhem & The Dancing Animals, Muy Fellini… Aunque dentro de este segmento también se echa en falta que no se incida en proyectos como Bananas, Horthy, Supermirafioris, Jugos Lixiviados, Jon Ulecia y Cantina Bizarro, Tedium, Joe La Reina… o los actuales Belize.

«Con respecto a estos nombres hay una anécdota de grabación (por llamarlo de alguna manera): me avisaron que podía contar con el testimonio de Germán Carrascosa (Bananas, Jugos Lixiviados…) porque estaba visitando la ciudad. Contacté con él, su respuesta fue tan interesada y amable que intuía que el material que podía salir de allí iba a ser muy bueno. Así fue, mucha información, muchos detalles y otro interesante punto de vista. Ahora bien todo eso no sale en el documental porque pagué caro la inexperiencia en asuntos relacionados con el sonido. Se me ocurrió grabar en el parque Yamaguchi, al aire libre un día que soplaba un viento tremendo. Confiaba en mi micro pero al no tener cortavientos, solo pudo registrar ruido. Cuando revisé lo grabado y vi lo que había pasado mi enfado fue terrible. Germán ya había regresado a Barcelona [donde reside desde hace años], y yo no disponía de presupuesto para viajar hasta allí, y todo el material sobre Bananas y Jugos Lixiviados quedó en saco roto».

Echeverría ya apunta al final del documental que ni son todos los que están, ni están todos los que son «porque es cierto que por desconocimiento haya habido grupos que se han quedado fuera. El caso de Belize es distinto, son última generación, ellos empezaron a sacar sus primeros singles cuando el documental casi estaba acabado». De hecho será la banda invitada en la fiesta presentación del documental en Madrid.

En cuanto a la distancia entre A Coruña, donde reside, e Iruñea Echeverría entiende que no ha sido un obstáculo para el documental: «Pamplona es una ciudad a la que adoro y a la que ojalá pueda volver. Mis estancias allí han sido siempre y siguen siendo en periodos de vacaciones, que por muy cortos que sean, siempre los aprovecho con intensidad intentando no perderme nada de lo que pasa en la actualidad musical. De hecho mis primeras entrevistas para el magazine musical ‘Mundopop’ fueron de grupos de Pamplona: Pete Bombastic, Radiofunkens o Souvenir. Me gusta estar al día y, por supuesto, internet ayuda mucho».

“Sonido Pamplona” es ágil y se asimilan de un tirón sus 50 minutos, un arduo resumen de las tres horas de grabación. Recorre el espectro indie y sitúa una escena en busca de identidad, como la tuvo el Donosti Sound o el Getxo Sound, que, de otra parte, consiguieron su catalogación más vía mediática que por razones singulares, además de ofertarse en el momento oportuno. La directora deja abierta la posibilidad de que existiera un sonido propio de la ciudad, pero prefiere que sea el público quien decida. «Planteo la idea de ‘Sonido Pamplona’ como una hipótesis, en ningún momento mi intención se centraba en afirmar que existía un sonido particular y orientar o manipular los testimonios. Quizá lo que sí frustre un poco es la interpretación que hace la gente del documental sin haberlo visto. Es posible que el título haya sido el desencadenante. A veces pienso que si hubiese puesto signos de interrogación o puntos suspensivos, la polémica se habría acabado. O no, que nunca se sabe», concluye Beatriz Echeverría.