Mikel CHAMIZO

La asociación Opus Lírica, soñando con la ópera en Donostia

La asociación Opus Lírica presenta este fin de semana en el Victoria Eugenia de Donostia «El barbero de Sevilla», de Rossini, primer título de una temporada de dos y que pretenden ir aumentando en los próximos años. Pero el suyo no es el primer intento de establecer una temporada lírica en Donostia y ha de enfrentarse a numerosos obstáculos.

La ópera y la zarzuela eran espectáculos habituales en Donostia en la primera mitad del Siglo XX. No existía una temporada propiamente dicha y los estándares de calidad no eran los de ahora, pero las compañías itinerantes, por un lado, y la labor de Ramón Usandizaga al frente de la orquesta sinfónica del conservatorio, por el otro, permitían disfrutar del teatro musical en la ciudad con cierta regularidad. Pero la muerte del hermano de José María Usandizaga en 1964 dejó sin orquesta a Donostia y con ello llegó un largo declive en lo musical. «Había coros maravillosos y también cantantes, pero la falta de orquesta era fundamental», rememora José Antonio Echenique, director de Kursaal Eszena. «En aquellos años 60 y 70 las arcas municipales tenían otras preocupaciones distintas que la cultura, y sin ayuda y subvenciones es muy difícil afrontar económicamente una ópera. Bilbao, sin embargo, había creado la Asociación de Amigos de la Ópera (ABAO) a mediados de los 50 y tenía el coliseo Albia, mayor y más adecuado para este tipo de espectáculos que el antiguo Victoria Eugenia».

Bilbo se convirtió así en la ciudad operística de Euskal Herria, en una distribución de la actividad musical que fue apoyada por los estamentos políticos. «En los ochenta el Gobierno Vasco tomó la decisión de establecer en Donostia la sede de la Orquesta Sinfónica de Euskadi y que el tema lírico se quedase en Bilbao», prosigue Echenique. «Ramón Labayen decía que este es un país que puedes recorrer en hora y media desde Irun hasta Miranda de Ebro y así quedó establecida la repartición de la vida musical. Lo que sí hizo el Gobierno Vasco, en el 83 u 84, fue fletar autobuses que permitían a la gente de otros territorios acudir a la ópera de Bilbao».

Desde entonces se han dado algunos tímidos conatos de establecer una temporada de ópera en Donostia, pero ninguno ha prosperado. «Creo que ese planteamiento del Gobierno Vasco, que también caló en la Diputación de Gipuzkoa, hizo que no se atendieran las peticiones de ayuda de asociaciones de Donostia que querían crear una temporada de ópera», explica Echenique. Salvo algún caso excepcional, las únicas óperas que se han podido ver en Donostia en las últimas décadas son la que cada verano organiza la Quincena Musical. Un título anual que, debido a los importantes recortes presupuestarios que está sufriendo el festival, corre también el riesgo de desaparecer. Ante esta situación tan poco halagüeña para los amantes de la lírica gipuzkoanos, ha surgido una iniciativa privada, Opus Lírica, que liderada por la soprano Ainhoa Garmendia pretende establecer en los próximos años una temporada de ópera en la ciudad. Garmendia, natural de Ordizia, ha vuelto a Euskal Herria tras ocho años trabajando en la Ópera de Leipzig y con la intención de hacer uso de su experiencia en los teatros alemanes para sacar adelante este ambicioso proyecto. En abril de 2014 presentaron un primer título, «L'elisir d'amore», de Donizetti, que fue para ellos un desastre económico. «Lanzamos `L'elisir' y fue muy duro, mucho trabajo y esfuerzo por nuestra parte sin ninguna ayuda económica», se lamenta la soprano. «Pensaba que iba a haber más colaboración e interés, tanto de las instituciones como de la gente, pero no fue así. Y eso que siempre recalcaba que no pedía dinero, sino solo colaboración. Al final lanzamos `L'elisir' en plan kamikaze, con la idea de que viesen el producto y, una vez probado, pudieran entender lo que estábamos proponiendo. Fue una primera inversión en marketing y publicidad».

El objetivo de Garmendia es que Donostia esté a la altura de cualquier otra ciudad del Estado en cuanto a programación operística. «No en cantidad, porque Donostia es pequeña, pero sí en calidad», puntualiza. Tras aquél «L'elisir d'amore» que fue su presentación, las cosas empezaron a rodar algo mejor para Opus Lírica. «Hubo una buena respuesta, mucha gente que me escribió y animó a seguir con el proyecto y que se ofreció a colaborar desinteresadamente. También sacamos inscripciones de amigos de Opus Lírica y por ahora tenemos ya 65 personas, que no está nada mal». El optimismo de Garmendia es admirable, teniendo en cuenta que los socios de la ABAO rondan los 6000. Aún así, Opus Lírica acaba de presentar una nueva mini-temporada de dos óperas, que se inaugura este sábado con «El barbero de Sevilla», y pretende ir creciendo hasta alcanzar los cinco títulos anuales en un futuro no muy lejano.

El espectáculo más caro

El principal problema al que se tiene que enfrentar Opus Lírica son los elevados costes de producir una ópera y, por consiguiente, el precio al que pueden ofrecer las entradas, que echará para atrás a cierto sector de su público potencial. Sufragar una ópera sin apenas ayudas ni apenas patrocinios les obliga a vender las entradas entre 45 y 75 euros para este «Barbero de Sevilla». Otra asociación de la ciudad, Donostia Musika, tuvo que enfrentarse al mismo problema en febrero del año pasado, cuando programaron dos funciones de «Armida», de Haydn, en el Principal. Carlos Benitos, presidente de Donostia Musika, explica que «se hizo todo con gente que actuó gratuitamente: la orquesta era la de Musikene y los cantantes, jóvenes en vía de profesionalizarse. Partiendo de esa premisa fuimos adelante con la idea, y aún así el presupuesto fue muy alto: 10.000 euros, que se destinaron a pagar al personal del teatro, el alquiler de partituras, las traducciones al euskara y castellano, los subtítulos, y el IVA al 21%, que es una monstruosidad. Como no queríamos poner las entradas a más de 10 euros, perdimos más de 4.000».

Diez mil euros es, aún y todo, un presupuesto minúsculo para producir un espectáculo de ópera. Las que presenta la Quincena Musical rondan los 300.000 y las producciones de los grandes teatros pueden fácilmente triplicar esa cifra. Pero Benito calcula que se puede sacar adelante una ópera digna, pagando a todos los artistas, por un mínimo de 60.000 euros. «Pero eso supondría poner unos precios más altos a las entradas, si nadie te patrocina. Y como no es nuestra intención vender entradas a 50 o 60 euros, de momento descartamos presentar más óperas». Le desea, eso sí, la mayor de las fortunas a Opus Lírica, como también lo hace Echenique. «Nos dan una lección de altruismo y de ilusión», reconoce. «Pero son momentos difíciles en el campo de la música y no solo por la crisis. Aquella sensibilidad que había antes, la proximidad a la música que se daba en la sociedad, se ha ido perdiendo en los últimos tiempos. También lo nota la ABAO: ha reducido el número de espectáculos y su lista de espera ha desaparecido, en parte porque no hay renovación de público, ya sea joven o mayor».

Un incierto futuro

Rosa Ulazia es una aficionada donostiarra que se las arregla como puede. «Si quiero ver ópera no me queda otra que viajar», se queja. «Si tuviese en mi ciudad una temporada de ópera digna, con primeras figuras, seguro que iría». Aunque esta ex-abonada de la ABAO, cansada de coger el autobús, es escéptica con que exista una verdadera demanda de ópera en el seno de la sociedad donostiarra. Ella sí irá al «Barbero» del sábado en el Victoria Eugenia, pero «muchas de mis amistades que económicamente se lo pueden permitir me dicen: `¡Bah, qué rollo!'». Opus Lírica ha nacido con el deseo de cambiar esa actitud. «El público está escéptico por las cosas que se han hecho en el pasado en Donostia, muchas no han sido de calidad», defiende Garmendia. «Nosotros queremos presentar óperas de categoría, que la gente que venga a vernos sepa que tiene una garantía de calidad. Aunque eso, por desgracia, suponga tener que pagar un precio un poco más alto».

Un «barbero de Sevilla» joven y dinámico

“El barbero de Sevilla”, de Rossini, llegará este fin de semana al Victoria Eugenia en dos sesiones, el sábado a las 20.00 y el domingo a las 19.00. Tras el “L'elisir d'amore” de la pasada primavera, de bonita estética pin-up pero cuyos medios eran algo limitados, Opus Lírica ha querido apostar por una escena más ambiciosa. “L'elisir gustó a la gente pero tuvimos algunas críticas de que los decorados no eran muy vistosos. En ‘El barbero de Sevilla’ hemos añadido más y mejor escenografía: decorados de una ciudad, de un pueblo y de una casa, construidos en madera». En lo que sí sigue este “Barbero” la línea del anterior “L'elisir” es en plantear una dirección de escena ágil y dinámica. «No queremos hacer óperas pesadas ni polvorosas. No es que busquemos lo moderno o lo abstracto, pero tratamos de evitar lo tradicional». La clave para lograrlo es «ir directamente al libreto, siendo muy fieles a la historia pero al mismo tiempo quitándole peso en los aspectos que están un poco anticuados». Al fin y al cabo, “El barbero de Sevilla” es una ópera que tiene doscientos años y es importante actualizarla. «Nosotros hemos optado por una escenografía tradicional-neutra y unos trajes de principios del siglo XX. Y sobre todo por el reparto, joven, dinámico y de altísimo nivel vocal, que sabrá hacer justicia a esta música que es ligera y dicharachera».

En el elenco destacan varios nombres italianos: Sergio Vitale será Fígaro, Silvia Beltrami hará de Rosina y Jorge Franco dará vida al Conde Almaviva. Alberto Zanetti como Don Bartolo, Nika Giuliashvili como Don Basilio, la Berta de Haizea Muñoz y el Fiorillo de Gabriel Alonso completan el reparto vocal. La dirección escénica es obra de Nicola Zorzi y la musical de Diego García, al frente de la Orquesta y Coro de Opus Lírica, en la que colaboran numerosos alumnos de Musikene.