@gara_iiriondo

Primarias, mercadotecnia y congresos sin ponencias en el PSE

El PSE procede este fin de semana a un cambio de dirigentes que el sábado que viene continuará en las direcciones provinciales, pero está todavía por ver si esto supone una renovación del partido y, lo que es más importante, si la ciudadanía llega a percibirlo.

Pedro Sánchez, secretario general del PSOE desde el 26 de julio, acudió ayer a Bilbo a refrendar con su presencia la designación de Idoia Mendia como líder del PSE. ¿En qué se ha notado la sustitución de Alfredo Pérez Rubalcaba? Quizá los estudiosos del PSOE lo sepan, pero para el común de los mortales la diferencia está en la edad y la telegenia del nuevo líder, en su afición por las camisas blancas y en que el exministro de Interior nunca hubiera llamado en directo al presentador de «Sálvame» ni acudido al plató de «El Hormiguero».

Quizá sea que no se puede pedir mucho más, al menos de momento, porque tras rematar en las elecciones europeas el derrumbe electoral iniciado cinco años antes, el PSOE optó por cambiar de caras, pero no de línea política. Al encumbramiento de Pedro Sánchez en el Congreso Extraordinario de julio no le acompañó la aprobación de ninguna ponencia que corrigiera la estrategia que había llevado al PSOE a la debacle. Todo se limitó a negociar la composición de los órganos del partido.

El Congreso Extraordinario del PSE de este fin de semana y los provinciales del próximo sábado van por el mismo camino.

Cuando Patxi López anunció el 27 de mayo la convocatoria de este congreso para su relevo, afirmó que debía ser «un congreso que defina nuevas políticas y nuevas formas de hacer política. Nuevas estrategias y nuevas alternativas. Y también nuevas personas». Solo habrá esto último. No ha habido ninguna ponencia política para debatir entre las bases la estrategia a seguir de aquí en adelante. Tampoco se ha analizado un cambio de estatutos que posibiliten la prometida apertura a militancia y a ciudadanía en la toma de decisiones.

López, en su discurso de dimisión, reconoció el fracaso de las medidas de regeneración y apertura decididas en el congreso de febrero del pasado año, pero no hay en este ninguna decisión que corrija aquellas. Dijo igualmente Patxi López que no bastaba con cambiar el cartel electoral y que había que repensar el partido, pero nada de eso se produce en este congreso extraordinario.

Las primarias se han convertido en un elemento de mercadotecnia que permite que se hable del partido y de los candidatos, pero corregir la tendencia electoral hacia el desastre exige algo más que un cambio de imagen. Más aún cuando el hundimiento del PSE tiene condicionamientos propios que van más allá de la crisis global del PSOE.

Vayamos a los datos. Entre las municipales de 2007 y las de 2011, el PSE perdió el 26,6% de sus votos; el resto del PSOE, el 18,9%. Entre los comicios a Cortes de 2008 y las de 2011, el PSE cayó un 40,8% y el resto del PSOE, el 37,8%. Y en el ciclo de las europeas el PSE se dejó el 48,2 de sus papeletas, y el PSOE, un 41,2%.

¿Qué pasó entre esos periodos electorales? Que el PSE llegó al Gobierno de Lakua sin ganar las elecciones, pactando con el PP, cosa que Patxi López había prometido no hacer durante la campaña. Un comportamiento que la mayoría de su propio electorado no aprobó durante todo el tiempo que duró la legislatura, como demostraban las encuestas del propio Gobierno. Y esto se tradujo en que en las siguientes autonómicas el PSE perdió una tercera parte de sus votos. El equipo de Patxi López aseguraba que había un problema de comunicación, cuando en realidad lo que había era un error propio de estrategia.

En todo caso, conviene recordar que la portavoz de aquel Ejecutivo era Idoia Mendia, a la que ahora el aparato saliente del PSE ha colocado al mando de la nave, situándola como candidata única a quien nadie se atrevió a presentar alternativa porque se sabía que era un ejercicio inútil.

Tras la pérdida del gobierno y de 105.303 votos en octubre de 2012, el PSE encaró un congreso de renovación en febrero de 2013 que se tradujo en la continuidad de las mismas caras al frente del partido, con la incorporación de alguna «novedad» como la de Idoia Mendia, a la que se le encomendó la portavocía de la Ejecutiva. Patxi López se comprometió hace apenas año y medio a «modernizar» el partido y a esforzarse para convertirlo en «clara referencia» de toda la izquierda vasca.

Tras un primer periodo de oposición dura al Ejecutivo de Iñigo Urkullu, y después de que el lehendakari se viera obligado a retirar su primer proyecto de presupuestos, el PNV puso sobre la mesa del PSE una oferta de pacto. Y la dirección encabezada por López, en aras del bien común y de la responsabilidad política, no se pudo resistir.

Idoia Mendia dice ahora que tiene las manos libres para dar continuidad al pacto con el PNV en los próximos presupuestos. Mantener esa alianza es la única forma de que el PSE pueda tener un socio al que arrimarse para intentar volver a acceder a gobiernos forales y municipales a partir de mayo de 2015.

Si del periodo de Gobierno de Patxi López lo que percibió el electorado fue su pacto con Antonio Basagoiti, del acuerdo con el PNV se visualizó sobre todo la reforma fiscal, que contó también con el apoyo del PP, lo que da una muestra de su grado de progresismo.

En el caso de Gipuzkoa, el cambio se convirtió en realidad en una contrarreforma sobre la norma foral que antes había aprobado el propio PSE. Cabe recordar que Bildu hizo una propuesta, que el PSE consideró excesiva y recortó para votar a favor. Y luego la volvió a recortar nuevamente de la mano de PNV y PP. El líder provincial del PSE en Gipuzkoa era Iñaki Arriola, al que ahora han vuelto a reelegir las bases con una rotunda mayoría.

Si la reelección de Arriola y el lanzamiento de Mendia son muestras de continuismo, no lo son menos las de Mikel Torres en Bizkaia y Cristina González en Araba. Torres es uno de los principales inspiradores de las políticas de Patxi López y si no lo ha sustituido es sencillamente porque no ha querido. Si no, el candidato hubiera sido él. Cristina González es la pareja de Txarli Prieto, así que en esta supuesta renovación no se han guardado ni las formas.

Pero, en todo caso, esto es lo que la militancia del PSE ha decidido, con mayor o menor entusiasmo. A partir de ahora habrá caras nuevas en la Ejecutiva, que deberán convivir con viejos rockeros como José Antonio Pastor, Rodolfo Ares, Isabel Celaá o el propio Txarli Prieto dado que, salvo sorpresa, seguirán como figuras visibles en el Parlamento.

Para romper la tendencia electoral hacia el desastre, el PSE deberá hacer algo más que marketing, y para hacer política de izquierda, lo tiene difícil si sigue dependiente del PNV.