Gotzon ARANBURU

La ikurriña, legalizada

La historia reciente de Euskal Herria, rica en acontecimientos políticos de gran traNscendencia, conoció un periodo de especial intensidad a principios de 1977, justo ahora cuarenta años. La cota más alta se alcanzó con la legalización de la ikurriña en el Estado español, decisión que el Gobierno de Madrid se vio obligada a tomar por la presión popular vasca, a pesar de que el ínclito Manuel Fraga, a la sazón ministro del Interior, había proclamado que «para legalizar la ikurriña tendrán que pasar por encima de mi cadáver».

La ikurriña y la banderola por la amnistía en el Ayuntamiento de Bergara, el 19 de enero de 1977. (Roman Larrañaga, ‘Euskal Herria 1970-1990 Historia iruditan’.
La ikurriña y la banderola por la amnistía en el Ayuntamiento de Bergara, el 19 de enero de 1977. (Roman Larrañaga, ‘Euskal Herria 1970-1990 Historia iruditan’.

Muerto el dictador Francisco Franco en noviembre de 1975, las cosas empezaron a moverse en Euskal Herria y en el Estado. No había otra alternativa. El 15 de diciembre de 1976 se celebró el referéndum de la Ley de la Reforma Política –que no ruptura democrática– con victoria del ‘sí’ en el Estado y baja participación en Hego Euskal Herria, con hitos como Ataun, localidad en que se abstuvo el 94% del censo. En cualquier caso, la tensión era muy alta, provocada por los rumores golpistas, la actividad de ETA y GRAPO, la represión policial y los atentados de la extrema derecha, como el que el 24 de enero de 1977 se cobró la vida de cinco abogados laboralistas en Madrid.

El 8 de setiembre, la Guardia Civil había matado a tiros al joven de Hondarribia Josu Zabala en el transcurso de una manifestación. «‘¡Jódete, hijoputa’ o ‘jódete, cabrón!’ es lo que dijo su asesino, al que pude ver. Su cara no se me olvidará en la vida» señalaba Juan José Larrarte, hondarribiarra que aquella trágica noche se encontraba junto a Josu Zabala.

Como quiera que la estructura política franquista, aunque moribunda, seguía en pie, fue desde esta, concretamente desde los ayuntamientos, desde donde un grupo de alcaldes y concejales con conciencia nacional vasca decidió intervenir en pro de las reivindicaciones populares. Bajo el nombre de Grupo de Alcaldes de Bergara, este colectivo, cuyo germen habían sido alcaldes de Debagoiena, como el de Arrasate y el de Bergara, se fue fortaleciendo con nuevas incorporaciones y el 21 de julio de 1976 logró visualizar un gran apoyo popular, al reunir en la plaza de Bergara a cerca de cinco mil personas. Las reivindicaciones eran: amnistía, legalización de los partidos políticos, legalización de la ikurriña, cooficialidad del euskara y reintegración foral.

El proceso se aceleró a mediados de enero de 1977, cuando el ayuntamiento de Etxarri Aranatz convocó a todos los ayuntamientos vascos a una asamblea en la casa consistorial de este municipio navarro el día 16, para tratar de las cuestiones citadas. El ministro español del Interior, Rodolfo Martín Villa, la prohibió inmediatamente, y Guardia Civil y Policía Armada establecieron controles en las carreteras de acceso, impidiendo por la fuerza el paso a las miles de personas que pretendían arropar a los alcaldes en Etxarri. De cualquier forma, se celebró un pleno municipal, los txistularis interpretaron el Himno de las Cortes de Navarra y se cantó el ‘Gernikako Arbola’.

Reunión de alcaldes con Martín Villa

El Grupo de Alcaldes de Bergara tenía interlocución directa con el ministro del Interior. Martín Villa les llamó para convocarles a una reunión el día 18 en Madrid, con un tema único en el orden del día: ikurriña. Acudieron los alcaldes de Azkoitia –Juan Inazio Uria–, Arrasate –Jose Antonio Altuna–, Bergara –Jose Luis Elkoro–, Hernani –Inazio Iruin– y Oiartzun –Iñaki Aristizabal– y para su sorpresa se hallaron con que el ministro del Interior aceptaba la legalización de la bandera vasca, pero solo en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, y siempre que ondeara en los ayuntamientos junto a la española.

Los alcaldes aceptaron la segunda condición, pero no la primera. Tras pensarlo un par de minutos, Martín Villa aceptó que también en Nafarroa fuera legal, con un campechano «¡Hala, despenalizada!». Otra sorpresa: el ministro de Defensa, el teniente general Manuel Gutiérrez Mellado, se mostró conciliador y abierto a negociar cuestiones de «orden público» en las calles vascas, hasta tal punto que Elkoro le invitó a comer en la Parte Vieja de Donostia «cuando se resuelvan los problemas del País Vasco». El militar contestó que aceptaría gustoso.

El diputado general de Bizkaia dimitió

La inmensa mayoría de los vascos acogió con entusiasmo la noticia de la legalización. Se acababan las colocaciones clandestinas y arriesgadas de la bandera en montes, campanarios y tendidos eléctricos.

Algunos responsables políticos franquistas no aceptaron de buen grado la nueva situación. El diputado general de Bizkaia, Augusto Unzeta, dimitió al conocerse la noticia de la legalización, igual que el gobernador civil, José Antonio Zarzalejos. La Diputación de Bizkaia tiró de adjetivos al calificar la legalización de la bandera vasca de «desgraciada, sibilina y lamentable».

Hay que suponer que tampoco estaría contento Manuel Fraga Iribarne, vicepresidente del Gobierno español cuando le entrevistó la televisión venezolana en mayo de 1976. A preguntas de la periodista Sofía Imber, Fraga, el responsable de la matanza de obreros en Gasteiz apenas dos meses antes, el trágico 3 de marzo, contestó textualmente: «Hemos autori­zado todas las banderas regionales menos la vasca, porque no es una bandera regional, es una bandera separatista, es una bandera, si es que me permite que lo diga, falsa (…) La lla­mada ikurriña y mal llamada vasca, fue dibu­jada por Sabino Arana con fines separatistas (…) Antes de permi­tir exhibir esa bandera, pasarán sobre mi cadáver…».



No es fácil saber en qué Ayuntamiento vasco se colocó primero la ikurriña. Varias fuentes coinciden en que habría sido el de la localidad vizcaina de Garai. En el caso de Gipuzkoa el honor correspondería a Legazpi. Juan Pedro Agirre, concejal de esta localidad guipuzcoana en aquel entonces, recuerda que el Grupo de Alcaldes de Bergara tenía claro que no quería ceder ese honor a Donostia, sabedores de que se planeaba izar la ikurriña en la Plaza de la Constitución con motivo del inicio del Día de San Sebastián, pues «el Ayuntamiento de Donostia no había hecho nada en favor de la reivindicación de nuestra bandera».

Así, los ayuntamientos del Grupo consensuaron una misma moción para todos los municipios, que se discutió en plenos iniciados a las siete de la tarde. Aprobada en Legazpi, a las 19.30 fueron Juan Pedro Agirre y Pedro Solana los encargados de izarla, en medio del entusiasmo popular. La misma escena se repitió en Bergara a las 19.50, según rezan las actas municipales.

No en todas partes transcurrieron las cosas de la misma manera. En una crónica firmada por Adolfo Roldán en el desaparecido diario ‘Pueblo’ el 21 de enero, se hacía constar que «solo tres diputados asistieron al pleno de la Diputación de Guipúzcoa en el que se aprobó la colocación de la ikurriña». Añade que «en Ondarroa varios vecinos colocaron en sus balcones ikurriñas de diferentes tamaños, no así en el Ayuntamiento». «En Alava, el primero y único ayuntamiento que ha izado la ikurriña ha sido el de Aramayona, zona donde se habla euskera», señalaba.

Manifestaciones

El mismo cronista señala que en varias localidades se registraron multitudinarias manifestaciones con motivo de la izada, caso de Mungia, «donde unas cuatro mil personas aplaudieron la decisión municipal y pidieron amnistía», Eibar, donde se reunieron «unas siete mil personas», o Zumarraga, donde «una manifestación de unas dos mil personas se dirigió a Villarreal de Urrechua, donde fue disuelta por la Guardia Civil».

En Iruñea, el 26 de enero

En el caso de Iruñea, la ikurriña fue izada el 26 de enero, tras un pleno en el que según la agencia Cifra «el concejal señor Arraiza dimitió y otros dos, señores Rouzaut y Avalos, salieron de la sala de sesiones momentos antes de someterse a votación el tema (…) como consecuencia del acuerdo favorable de los doce concejales presentes, la ikurriña ondeó junto a la bandera nacional, la de Navarra y la de Pamplona (…) en la plaza se habían congregado unas 3.500 personas, que cantaron el himno a las Cortes de Navarra, el ‘Eusko Gudariak’ y el ‘Agur Jaunak’ (…), poco después se formó una manifestación que recorrió la Calle Mayor puño en alto y dando diversos gritos. Al hacer acto de presencia los vehículos de la Fuerza Pública, fueron apedreados por los manifestantes».

¿Quién hacía las ikurriñas?

A todo esto, ¿de dónde salían las ikurriñas, quién las hacía? Para empezar, hay que recordar que en Ipar Euskal Herria la bandera vasca era legal. En Hegoalde se cosía en la clandestinidad, pero a partir de 1976 ya se empezó a comercializar en forma de llaveros, insignias, calendarios… Durante ese año la casa Goyoaga, de Bilbo, habría producido cerca de cinco mil banderas, pero cuando la Policía acudió a requisarlas solo quedaban seis, según el ‘Anuario de Euskal Herria 1977’, que añade que «unos grandes almacenes habían encargado las banderas vascas para venderlas a partir de su legalización».