Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Cobain: Montage of Heck»

La verdad desnuda y desenfocada de un genio torturado

He tenido que hacer muchos kilómetros para poder ver “Cobain: Montage of Heck”, pero ha merecido la pena, porque la película ha servido para quitarme el mal sabor de boca que me dejó en su día el concierto de Nirvana en Bilbo. Todos los que estuvimos entonces en La Casilla podíamos intuir lo que había detrás de una actuación tan desastrosa, pero el documental de Brett Morgen no solo nos lo aclara definitivamente, sino que nos hace amar la arrolladora y caótica creatividad del genio de Aberdeen.

Dentro del rock no se me ocurre ningún otro representante más auténtico de la cultura «white trash» que Kurt Cobain, que vivió y murió rodeado de esa basura blanca tanto en el sentido literal de la expresión como en el figurado. Por fin conocemos a la persona, en lugar de al mito generado por su condición de último inquilino del tristemente célebre club de los músicos muertos a los 27 años.

El artífice de dar a conocer al verdadero Kurt Don Cobain es Brett Morgen, quien a su vez ha tenido el privilegio de acceder al archivo familiar del artista, con todos los permisos y bendiciones de sus herederos. Quienes acudan a las contadas proyecciones cinematográficas de estos días no deben marcharse de la proyección tras los títulos de crédito finales, ya que a continuación sigue una entrevista con el guionista y director de “Cobain: Montage of Heck”. En esa pieza se puede ver el legado del músico reducido a unas cuantas cajas guardadas en un almacén. Morgen ha sabido encontrar valiosísimos tesoros en ellas, con grabaciones inéditas visuales y de audio, incorporándolos después a una narrativa electrizante.

La animación resulta fundamental para dinamizar la lectura de los manuscritos originales con las letras de las canciones, o del álbum de fotos familiar y las películas caseras en súper ocho, o de los dibujos, bocetos, pinturas, esculturas, demos...