Nagore BELASTEGI
POR EL DERECHO A DECIDIR

PRIMERAS PUNTADAS MIRANDO AL FUTURO

Si el año pasado cada persona a favor del derecho a decidir era un eslabón en una cadena, esta vez es una costurera o costurero que teje su futuro. Ayer miles de ellas tuvieron que demostrar que se defienden con aguja e hilo. Cada uno hizo lo que pudo y el objetivo quedó cumplido: unir las telas y a las personas.

La camisetas azules del año pasado se mezclaban con las naranjas de este, reinaban los colores en una jornada vivida entre amigos, entre vecinos. Esta es una descripción que podría encajar con cualquier localidad en la que se celebró Joste Eguna, el día de coser los pedazos de tela, previamente adornados, que cubrirán las urnas gigantes el próximo 21 de junio en los actos que se celebrarán en cinco capitales vascas. La ilusión que se coló poco a poco en los corazones de todos hasta desbordar el 8 de junio del pasado año es la que impulsa ahora a los «jostunak», los costureros que siguen caminando hacia el derecho a decidir demostrando que un pequeño gesto individual puede convertirse en algo gigante.

Aunque algunas localidades optaron por adelantar o retrasar la fecha de Joste Eguna, la mayoría lo celebraron ayer. Abadiño tomó el frontón, en Loiu expertas costureras se ayudaron de máquinas de coser para crear bonitos diseños de patchwork, en Beasain tuvieron la visita de un grupo de catalanes...

Cada pueblo preparó un programa que iba más allá de simplemente coser entre sí retazos de telas. En ese acto también tejieron relaciones. Unieron a personas de diferentes sensibilidades y diferentes edades por una causa común.

Erandio se mostraba tímido al principio, pero a medida que la kalejira avanzaba por las calles el ambiente se iba animando. Cabezudos, con sus escobas, y Berbotsu, la mascota de Erandio Euskaraz, que iba abrazando y saludando a todos, ayudaron a que tanto niños y mayores se sintieran parte del acto.

Mejor o peor, pero a coser

Finalmente llegaron a la plaza donde tenían preparado un espacio para la diversión. Aunque no fueron muchos quienes se animaron a los herri kirolak, el buen tiempo propició que la gente se quedara, simplemente, hablando animadamente.

Un largo slackline colocado a una altura considerable era el centro de atención. Un joven mostró sus habilidades y enseñó a mantener el equilibrio a quien quiso en otra cinta más corta colocada a menor altura.

A las 13.30 la gente se fue organizando por parejas y, tras coger una aguja e hilo, se dispusieron a coser los trozos de tela. La megafonía animaba a los asistentes diciendo que no perdieran «la oportunidad de participar en un acto histórico». Y es que dificilmente podremos borrar los eventos organizados hasta ahora por Gure Esku Dago.

Al dar el aviso, los costureros se pusieron manos a la obra. Algunos terminaron antes, a otros les costó más. Alguno cosió la tela del revés... no importaba, el objetivo era demostrar que los erandiarras también saben coser, coser su futuro.

Una vez conseguidas dos coloridas tiras de tela, rodearon el kiosko de la plaza. La megafonía felicitó a los asistentes y les dijo que ese no es más que un pequeño ejemplo para que se hagan a la idea de lo que será el 21 de junio. A su vez, indicó que son necesarios muchos pedazos de tela más, más adhesiones en Erandio y en toda Euskal Herria.

 

Cada uno desde su rincón del país une telas y voluntades

Hay pueblos que lo tienen fácil a la hora de organizar un acto por el derecho a decidir, pero en otros no encuentran más que trabas. Sin embargo, consiguen darle la vuelta a la situación y seguir en su camino. En el caso de Martzilla, en la Ribera, que no pudo celebrar ayer Joste Eguna: «nos han denegado el permiso porque, al parecer, coincide con las fiestas de la juventud. Nos han dicho que pidamos otra fecha, así que intentaremos celebrarlo otro día», comenta Nerea, una de las responsables de Gure Esku Dago en esta zona de Nafarroa. «Mis amigos de Iruñea me comentaron si no podíamos hacer algo en la Ribera, así que un amigo y yo empezamos a juntar gente que estuviera interesada en movilizar al resto de la ciudadanía», explica.

El año pasado participaron en la cadena humana, pero apenas se implicaron a la hora de dar a conocer la iniciativa. Este año sí que se han organizado bien. «Estamos sacando a la calle los trozos de tela y una serie de cómics para llegar a los pueblos de la zona. Hay gente que lo entiende pero le es un poco indiferente, gente que no está del todo a favor… pero también hay bastante gente que se ha implicado más de lo que creíamos, así que esperamos que de aquí al 21 de junio haya más gente todavía para seguir uniendo las telas y las voluntades».

Respecto a la cadena humana guarda un buen recuerdo. «En el momento tu ves tu zona, que es una cadena muy larga y eso emociona, pero lo que más me llegó fue ver las imágenes finales, cómo esa cadena había llegado desde Durango a Iruñea… los pelos de punta. Te das cuenta de que la gente está a favor del derecho a decidir», evoca.

Ella cree que Gure Esku Dago no solo impulsa el derecho a decidir sobre «lo que somos o queremos ser», sino también la participación de la ciudadanía, para que «tome parte en los asuntos públicos».

En ese sentido, Koldo, de Erandio, cree que se están dando pasos sobre todo porque esta iniciativa ha conseguido traspasar barreras: «ha logrado unir las generaciones, ideológicamente, y hasta ha salido de las barreras políticas y sociales y se ha metido en las empresas, y a través de ellas podemos exportarlas fuera, y eso ilusiona. Esta vez lo vamos a conseguir», dice elevando sus pulgares con una actitud positiva. Koldo trabaja en una agencia de viajes, lo que le permite tener contacto con mucha gente. «Desde Catalunya, me preguntan ‘oye, ¿cómo va el movimiento?’. Ahora voy a ir a Jordania con un grupo de andaluces, y me han llegado preguntar que qué es esto», explica.

Para Alaia, de Larrabetzu, la iniciativa Gure Esku Dago ha supuesto su integración en el pueblo, al que llegó hace un par de años. «Me enteré que había una dinámica y pregunté. Empecé a reunirme con ellos y a conocer más a la gente. Al poco tiempo me tocó presentar la iniciativa de la cadena humana ante todo el pueblo, casi sin conocer a nadie. Así que presenté la iniciativa y a mí misma», cuenta sonriente.

Nagore, de Donostia, fue la responsable del kilómetro 95 en la cadena humana. A ella y a su pareja se les ocurrió sacar fotos para que todos guardaran un bonito recuerdo de aquel día. «Fuimos en bici y pasamos el rato grabando vídeos y sacando fotos. Cuando todo terminó nos dimos cuenta de que teníamos fotos de todos los que estaban en nuestro kilómetro menos la nuestra», recuerda, aunque admite que para ellos también es un gran recuerdo.