EDITORIALA

Madrid, empeñado en nadar a contracorriente

El Gobierno español vuelve a nadar a contracorriente, anunciando más hostigamiento al movimiento en defensa de los derechos de los presos precisamente cuando tanto desde Europa como desde Euskal Herria son cada vez más las voces que abogan por acabar con las políticas de excepción. El último ejemplo llega desde Bruselas, con el anuncio de la Comisión Europea de investigar la actuación de Madrid e incluso la opción de tomar cartas en el asunto que baraja ante la negativa a descontar a los presos las condenas cumplidas en otros estados de la Unión Europea.

La reacción del Estado español, de la mano de un tribunal de excepción, no ha sido novedosa; al contrario, insiste en su afán de criminalizar la solidaridad y la reivindicación de los derechos de las personas presas. Su proceder, además, pasa por encima de las numerosas recomendaciones que se vienen realizando en aras de la resolución del conflicto, desde la Declaración de Aiete en 2011 hasta la reciente Conferencia de París, donde se instó expresamente a abordar la problemática de los presos y a poner fin a la dispersión. Y va más allá de la inmovilidad, adentrándose plenamente en la irresponsabilidad, lo mismo elaborando leyes urgentes para evitar aplicar la normativa europea que insistiendo en la criminalización de la solidaridad.

Una solidaridad creciente, claramente reflejada en la labor en la que Sare viene invirtiendo sus esfuerzos y que está consiguiendo el respaldo de cada más y más diversos sectores de la sociedad. El reciente espaldarazo de personalidades referenciales de este país es una muestra de ello. Y ante la visualización del cada vez mayor espacio que la red solidaria abarca, la respuesta desde Madrid ha sido la huida hacia adelante, más represión. Como tantas veces, señala y acusa absurdamente de ilegalidad a otros para intentar hacer pasar desapercibida la suya propia. Una estrategia sin duda cruel pero que no consigue ahogar la lucha por el fin de la excepción, por los derechos humanos.