Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Cuestión de actitud»

Los griegos que se resisten a ver un amanecer dorado

La mayoría de cineastas defienden la libertad en sus países, y el griego Panos H. Koutras lo hace de forma totalmente desprejuiciada, por no decir desvergonzada. Frente a la xenofobia y homofobia que el grupo ultraderechista Amanecer Dorado pretende imponer en Grecia, “Xenia” surge como un canto a los derechos fundamentales que no deben ser puestos en duda ni al calor de la crisis económica, ni bajo ninguna otra situación que vaya en contra de la inmigración o de cada una de las distintas opciones sexuales. Este su cuarto largometraje se hizo con el Premio Especial del Jurado en Gijón, porque a pesar de sus excesos y desvaríos se manifiesta abiertamente sin complejos a favor de la ingenuidad creativa y personal.

Mi olvidado griego clásico del bachillerato no da para traducciones fiables, pero haciendo caso de los subtítulos de la película, el título original de “Xenia” quiere reivindicar el concepto en la antigua cultura helénica de hospitalidad, motivo por el que ese es el nombre que lleva el hotel abandonado donde los dos hermanos protagonistas hacen un alto en el camino. Y su viaje es, tal como corresponde, una odisea. No por capricho el hermano mayor se llama Odysseas; para los amigos Ody.

La metáfora da a entender que la actual Grecia ya no es hospitalaria, porque el hermano pequeño Danny se siente doblemente discriminado, por ser gay y por ser hijo de madre albanesa. Al morir esta, se marcha de Creta a Atenas para reunirse con Ody, y juntos ir hacia Tesalónica en busca del padre que les puede dar la nacionalidad griega. Han nacido en un lugar que no les reconoce, lo que facilita mucho el que se sientan diferentes. Por vía materna les viene también su admiración por la cantante italiana de los 60 y 70 Patty Pravo, la cual hace un cameo, aunque el número fuerte musical es con el “Rumore” de Raffaela Carrà. Ese punto de locura les conduce al talento show televisivo “Greek Star”.