Imanol Intziarte
Periodista
IKUSMIRA

Los riesgos de decir «nunca» o «siempre»

La vida es lo que te sucede mientras estas ocupado haciendo otros planes», escribió John Lennon. «La vida es un continuo envainársela mientras haces cosas que juraste que nunca harías», añado de mi propia cosecha.

¿Móvil yo?, decíamos hace nada. Ahora juramos echar de menos los tiempos en los que solo estábamos localizables en casa, pero por si acaso no soltamos el portátil.

Y es que desde que existe el Whatsapp «nadie se lee lo que pone en los botes de champú mientras hace sus cosas en la taza del váter», comentaba una de esas mentes ingeniosas que pululan por Twitter.

Servidor renegaba como un San Pedro, no tres veces sino las que hiciera falta, acerca de la posibilidad de mantener conversaciones e incluso amistades a través de internet. «Eso en el bar», pontificaba como si ambas opciones fuesen además incompatibles y como si este trabajo permitiera lo que se entiende como una vida social y familiar normalizada. Mis colegas saben de lo que hablo.

Hasta que descubrimos que en eso que se llama foros habita gente dispuesta a la charla incluso a esa hora intempestiva en la que acabas de mandar a cierre la última página. Luego llegaron las redes sociales y para qué te voy a contar.

Podría continuar ad infinitum, porque quién no ha ensalzado el placer de entintarse los dedos con un periódico, en vez de leerlo en una pantallita. Así que cada vez me cuido más de pronunciar las palabras «nunca» y «siempre», que luego se acaba haciendo el ridículo como Fraga con la ikurriña.