Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Ant-Man»

Una pequeña hormiga se cuela entre tanto superhéroe

Si “Ant-Man” ha tardado en incorporarse a la nómina de superhéroes cinematográficos de Marvel es porque se le consideraba un personaje menor, y el estudio no tenía claro que sus aventuras pudieran rendir en taquilla como las grandes megaproducciones de la compañía de Kevin Feige, motivo por el que le asignaron un presupuesto algo más bajo de unos 130 millones de dólares, que no han sido impedimento para que una semana en los cines haya amasado ya 225.

Todo el mundo anda especulando acerca de lo que hubiera sido la película de haber seguido en ella el británico Edgar Wright, que abandonó el proyecto alegando diferencias creativas. Parece lógico pensar que estaríamos hablando seguramente de una comedia más negra, ya que Peyton Reed pertenece a un lado más brillante y luminoso de ese mismo género. Hay que atenerse a lo visto en pantalla, y el resultado no puede ser más entretenido, gracias a un sentido del humor que le viene muy bien a las películas de superhéroes, las cuales de un tiempo a esta parte se estaban volviendo demasiado oscuras y grandilocuentes.

La empatía del actor Paul Rudd contribuye a la buena acogida a una versión que crea algo nuevo y diferente con respecto al cómic original de Stan Lee, Jack Kirby y Larry Lieber. No deja de ser gracioso que el Hombre Hormiga de la pantalla tenga como alter ego a un ladrón de poca monta, en consonancia con el tamaño reducido del insecto en el cual se transforma. El actor se ha encargado de escribirse unos diálogos muy divertidos, perfectamente conjugados con los efectos visuales, y digo visuales y no digitales, porque la macrofotografía empleada por Russell Carpenter llega a ser un elemento dinamizador que nos retrotrae a la ciencia-ficción elemental de “El increíble hombre menguante” (1957). Escenas como la de la maqueta de trenes o la del ejército de hormigas voladoras encandilan.