Ramón SOLA
EL POLÍGONO DE TIRO DE LAS BARDENAS

DEL PASTOR RIBERO AL TURISTA CATALÁN, 64 AñOS DE AMENAZA

Han pasado exactamente seis décadas entre la muerte de un pastor de Arguedas y la herida de bala a un turista de Reus. Han cambiado gobiernos y hasta regímenes, pero los convenios siguen y el polígono de tiro siempre ha sido una amenaza latente, incluso creciente.

Resulta bastante grotesco que la última nota colgada en su web por la Comunidad de Bardenas exhorte a «extremar las precauciones si se transita por el parque en días de lluvia». Utiliza incluso un tono algo imperativo para indicar a los visitantes que si desatienden este extremo «además de producir graves afecciones al medio ambiente, pueden ocasionar situaciones adversas para la seguridad». Y les insiste en que «asumen dicho riesgo voluntariamente».

Sin embargo, no fue un fenómeno meteorológico sobrevenido, sino un factor humano perfectamente evitable, el que hirió la pasada semana a un turista catalán: una gran bala del calibre 12 milímetros, de más de trece centímetros de longitud, disparada desde un helicóptero Super Puma del Ejército español. El proyectil rompió la ventanilla trasera del vehículo y le hirió levemente en el hombro. Un incidente que ha vuelto a dejar en evidencia que el polígono supone un riesgo notorio y diario para los habitantes y visitantes de la zona, aunque el presidente de la Comunidad, Julián Isla, intente minimizarlo asegurando que se trata de la primera víctima civil desde 1951, el año en que el campo de tiro fue instaurado por el régimen franquista.

Esto no es exacto, ni en términos históricos ni en lo que se atañe a las afecciones reales. Con la alusión a 1951, Isla probablemente evocaba la muerte de un pastor de Arguedas por causa de la explosión de una bomba en 1955, que se pierde en la noche de los tiempos y la desinformación franquista, hasta el punto de que ni siquiera está documentado cuál era su nombre ni está muy claro si fue a causa del estallido de una bomba o la caída de un avión. Tampoco ha trascendido por ahora la identidad del turista catalán herido la pasada semana; según ‘‘Diario de Navarra’’, se trata un mosso d’esquadra residente en Reus. Si no presenta denuncia (el mismo rotativo lo presenta como «agradecido con el trato recibido en el cuartel del polígono», donde le curaron e invitaron a comer), es posible que nunca se llegue a saber.

El cuadro-mapa adjunto con los principales accidentes producidos en estos dos tercios de siglo muestra que el riesgo es real, continuado y extenso. Hace apenas tres meses se registró el último que estuvo a punto de costar vidas, al caer una potente bomba de humo –cerca de kilo y medio de peso– a unos 50 metros de varios turistas.

Por otro lado, las afecciones van mucho más allá del riesgo físico directo, como demostró lo ocurrido en abril de 2006: una gran caja desprendida de uno de los aviones que hacen maniobras en el polígono cayó sobre el tendido eléctrico, en término municipal de Cascante, y dejó sin suministro a 4.400 abonados. Entre ellos estaba el Hospital de Tutera, que vio interrumpido el fluido eléctrico regular durante cuatro horas y debió recurrir a un grupo electrógeno propio. La plancha en cuestión acabó cayendo sobre viñedos, pero si lo hubiera hecho sobre casas o vehículos las consecuencias hubieran sido trágicas: pesaba unos 1.900 kilos.

Parque natural, Senda Viva y AP68

El riesgo del polígono no solo decrece con el tiempo, sino que aumenta por las consecuencias lógicas de la aumento de la demografía y de la ocupación de la zona. El territorio semidesértico que en 1951 tenía como únicos habitantes a los pastores y sus rebaños es hoy un parque natural en el que se inserta, a modo de agujero de donuts, este polígono de tiro, y por tanto acoge a decenas de miles de turistas al año. Un ejemplo del auge es la prueba cicloturista no competitiva Bardenas Extreme, que en su decimoctava edición celebrada el último domingo de junio reunió a 1.500 personas, tras limitarse la participación para preservar la zona.

Para el nuevo alcalde de izquierdas de Tutera, Eneko Larrarte, la conclusión de lo ocurrido la pasada semana resulta obvia: «Esto es lo que puede ocurrir cuando hay un polígono de tiro dentro de un parque natural, totalmente visitado, con muchos turistas, y más que podrían ser procedentes de Europa si no estuviera el polígono de tiro».

Tutera tiene hoy una población de 35.000 habitantes, la segunda de Nafarroa, cuando en aquella mitad de siglo XX apenas eran 13.000, lo que se ha traducido lógicamente en una extensión geográfica del casco urbano, que hoy está más cerca del polígono de lo que estaba entonces. Aunque menos que hace tres o cuatro décadas, esporádicamente aún se ve a aviones militares dar vuelta sobre Tutera para volver a lanzar proyectiles sobre el polígono, único del Estado español en que su ejército puede utilizar fuego real. Vecinos explican que a veces han sobrevolado tan bajo que a pie de calle era posible ver al piloto.

Otro riesgo nuevo respecto a 1951 es el parque temático Senda Viva, situado en Arguedas, muy cerca del polígono de tiro. Con 120 hectáreas de extensión, es el mayor del Estado español. Abrió en 2004, después del segundo contrato firmado en 2001 para prorrogar el polígono de tiro y que por aquel entonces se aseguraba que será el de su desmantelamiento. Según datos de 2014, por allí pasan cada día por término medio 1.280 visitantes, fundamentalmente escolares y familias, además de acoger a 800 animales en su zoológico. La actividad recreativa debe soportar el paso periódico de aviones, que en ocasiones han roto la barrera del sonido.

Por no existir, en aquel remoto 1951 ni siquiera existía la autopista AP-68 que cruza la Ribera en su tránsito de Bilbo a Zaragoza.

Pese a la insistencia de Defensa en quitar hierro al «suceso» y calificarlo como «algo aislado», la decisión de interrumpir los ejercicios militares en la zona y reevaluar todos los procedimientos confirma que el polígono no tiene garantías completas de seguridad. No puede haberlas en ejercicios que se desarrollan desde el aire con aviones supersónicos y que incluye en ocasiones fuego real. Solo el desmantelamiento del polígono devolvería a la Ribera la tranquilidad absoluta de antaño. La amenaza latente vuelve a estar a la vuelta de la esquina; la intención del Ejército español es reanudar los ejercicios en setiembre. Para entonces, por el calendario institucional, todavía ni siquiera se habrán aportado las explicaciones pertinentes en el Parlamento navarro y el Congreso español.

 

EL INCIDENTE DEMUESTRA QUE EL MINISTERIO DE DEFENSA Y LA JUNTA DE BARDENAS NO SIEMPRE TOMAN MEDIDAS

El balazo al turista de Reus viene a corregir la afirmación de los defensores del polígono de que las maniobras se realizan con todas las medidas de seguridad pertinentes. Efectivamente, Defensa traslada en ocasiones a la Comunidad de Bardenas la necesidad de que se corte el perímetro de acceso (una carretera de casi 30 kilómetros), y así se hace, pero ahora ha quedado de manifiesto que eso solo ocurre en los momentos especialmente intensos, como las maniobras anuales realizadas bajo el nombre Tormenta, a las que se otorga un claro carácter propagandístico y que en alguna ocasión han llegado a ser presididas por el anterior rey español, Juan Carlos de Borbón, o por el actual ministro de Defensa, Pedro Morenés. En estos casos el tráfico se ha interrumpido durante un mínimo de media hora y un máximo de ocho o nueve.

Sin embargo, la pasada semana no había ninguna restricción al acceso, y el vehículo en que viajaban los dos turistas rodaba por el lugar pertinente, fuera del perímetro de seguridad. La realidad, se admite ahora, es que a lo largo del año se realizan en torno a un centenar de ejercicios de instrucción, bien con fuego real o armamento de fogueo pero con capacidad de causar heridas como estas, sin proteger todo el área de disparo.

Blindar el área total de vuelo es aún más inverosímil; algunos accidentes han ocurrido a 40 kilómetros del polígono.