Curro V. GAZTELU
IRUÑEA
Elkarrizketa
PEPE HABICHUELA
CANTAOR DE FLAMENCO

«Me quedaba prendado viendo tocar a Sabicas en su casa de Nueva York»

Pepe Habichuela. Jose Antonio Carmona Carmona, (Granada 1944), es un artista que se deja querer, que le gusta lo que hace y aún más, que disfruta con los suyos, aún más sabiendo que él es uno de los eslabones imprescindible para su familia. Ya son cinco generaciones de músicos flamencos y más de 50 años subidos a un escenario. Merecido homenaje que le hicieron al patriarca de los Carmona en el Teatro Gayarre.

Sus cuatro hermanos también se dedicaban a la guitarra, al igual que su padre y su abuelo, Josemi Carmona, su hijo, ex componente del mítico grupo Ketama, sabe también la importancia de la Escuela Natural. De esa escuela aprendida en las alcobas de la casa por los suyos. Y esto en el flamenco es imprescindible: El ADN, las estirpes, las sagas… Son muchas familias flamencas que pertenecen a esta Escuela Natural: Los Perrates, Los Moraos, Los Pininis, Los Carpios, Los Agujetas… y tantas familias que han hecho de este arte, un arte universal e incomparable y en donde más difícil pudiera ser, al contrario que a los componentes de estas familias, si no te has criado a la sombra de una Soleá, de una Seguiriya o de unas Cantiñas…

Quedamos con Pepe Habichuela aún con la resaca del homenaje que le ofreció la organización del festival días atrás. Con su inseparable y elegante mujer Amparo, hicimos una charla distendida, sin el corsé de las entrevistas tipo. Justo como a los flamencos les gusta: sin ataduras, sin compromiso, sin prisas, en tertulia…

Tío Pepe, son ya más de 50 años encima de un escenario…

Y lo que nos queda. Yo he disfrutado mucho con lo que hago, aún más sabiendo que he podido dejar un legado a mis hijos y nietos, igual que lo hicieron conmigo mi padre y abuelo. Cinco generaciones dedicada a la música, a la guitarra, al flamenco.

Por tanto, un merecidísimo homenaje.

Hombre, a nadie le amarga un dulce. Sí es cierto que a mi me gustan los homenajes en vida, de nada sirven una vez que ya no estamos entre los vivos. La verdad es que estar entre los míos en este momento tan bonito me ha hecho muy feliz. Por ello tengo que dar las gracias a la organización de Flamenco On Fire.

Usted conoció a Agustín Castellón Campos «Sabicas», el hilo conductor de Flamenco On Fire. ¿Qúe recuerdos tiene de él?

Yo estuve con él más de un mes en Nueva York. Su casa era un hervidero de artistas y los flamencos que íbamos a tocar a la ciudad de los rascacielos nos quedábamos en su casa. Era un maestro tanto musical como humanamente y yo me quedaba prendado viéndole tocar en el sofá, hasta que me quedaba dormido escuchándole.

Pero Sabicas era un guitarrista de concierto, más que de acompañamiento al cante.

Él se fue con su guitarra a cuestas por los Pirineos de forma clandestina en la Guerra Civil española, y de Francia se fue hasta Argentina. En Buenos Aires y, gracias al contrato que le salió con la Compañía de Carmen Amaya, se fue a Nueva York a vivir, hasta el día de su muerte. Claro, allí no había cantaores a quien acompañarle. El flamenco lo llevaba en las venas, y es que se había criado con los míticos tocaores Ramón Montoya y Niño Ricardo. Eso era digno de ver, como ha sido el único hasta ahora que él solo con su guitarra llenaba los mejores teatros de Estados Unidos de costa a costa.

Usted estuvo con su hermano Juan en el homenaje que se le tributó a Sabicas en el 1982, aquí en Iruñea. ¿Qué recuerdos guarda de aquel acto de reconocimiento?

Aunque ahora el flamenco está más interiorizado por estas tierras que allá por el 82, este homenaje, que al fin y al cabo es una especie de pequeño festival, fue muy bonito y emotivo. La gente respetaba mucho. El silencio era agradable.

Los Habichuela siempre se han caracterizado por ser músicos abierto al mundo, universales en su toque, siempre respetando los cánones del flamenco más arcaico, sin perder un ápice de pureza…

La verdad que las experiencias que yo he tenido con músicos que no pertenecen al flamenco como el contrabajista de jazz Dave Holland o con los músicos indios del Rajastán, siempre se han adaptado ellos al flamenco. Yo he llevado el agua hacia mi molino. Al contrario que mi hijo Josemi, que él sí se adapta con facilidad a nuevos formatos musicales para mí: el jazz, word-music, etc…

Enrique Morente fue otro de los compañeros inseparables que iban por esos escenarios de medio mundo. ¿No fue así?

Cuánto se le echa en falta… Los dos éramos amantes del cante de Marchena. En aquella época eso era un sacrilegio en los ambientes flamencos, ya que lo que estaba en boga por los post mairenista, (seguidores de Antonio Mairena), era el cante rancio, gitano, con la voz “rajá” o como se dice en la terminología flamenca “voz afillá”. Y nosotros, sobre todo Enrique, hacía muchos guiños a este portento del cante como fue Marchena. Ahora precisamente se está poniendo de moda este estilo por los flamencos actuales. Es decir, la voz laína, que en el argot flamenco quiere decir voz fina, aguda, vibrante… En fin, qué voy a decirte de Enrique. Y menos mal que ahí está su hijo Kike Morente (Enrique José) que mece el cante igual que su padre de una forma natural y sin artificios.

En fin Tío Pepe, que tenga larga vida y que nosotros lo veamos. Salud.