Fede De los Ríos
JO PUNTUA

El consabido espíritu solidario de la democrática Europa

Un camión frigorífico con decenas de cuerpos inertes, muertos por asfixia, en Austria. Centenares de cadáveres ahogados en bodegas de barcazas a la deriva en las aguas del canal de Sicilia. Sirios que escapan de Siria y libios que escapan de Libia en una locura colectiva de la que no parece escapar nadie… ancianos y ancianas, hombres y mujeres, niños y niñas huyen de la Democracia a riesgo de sus vidas ¿Qué extraño?

Los liberamos de los regímenes corruptos que los oprimían eliminando, incluso físicamente, a terribles dictadores que los sometían. Armamos y asesoramos a las facciones más buenas y democráticas de esos países. Les llevamos la democracia de la mano de nuestros soldados con la inestimable y desinteresada colaboración de los marines norteamericanos, cuerpo que será, junto con el ejército alemán, el que más experiencia histórica acumule en lo que a extender la democracia por doquier se refiere. Si le preguntas a un marine en faena de qué nacionalidad son los muertos que produce, se encogerá de hombros y arqueará las cejas. No lo sabe ni le importa, es generoso y carece de prejuicios. Lo hace para extender la democracia en el mundo que es la cosa más bonita que puede existir.

Entonces, por qué nos lo pagan así. Plagando de cadáveres el poético Mediterráneo de Ulises cuando no importunando con sus desembarcos en destartaladas pateras las playas que dan asueto y merecido descanso a quien tanto hizo por llevarles la democracia a cambio tan solo de un poco del petróleo que les sobra. Y ahora, por si fuera poco, también optan por morir en nuestras carreteras. En pleno retorno vacacional decenas de cadáveres de pequeños asfixiados en el arcén, a la vista de cualquiera. No tienen sensibilidad.

Nuestra visita a sus países manu militari instauró un nuevo orden que les cambió la vida y, ahora, se ven obligados a jugársela para devolvernos la visita.