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China saca pecho militar 70 años después de la capitulación nipona

Coincidiendo con el aniversario de la capitulación de Japón en la Guerra del Pacífico, China hizo ayer una demostración de poderío con un desfile en el que mostró la modernización de su Ejército. El presidente Xi Jinping reivindicó a China como «un gran país en el mundo» en un momento en el que los vaivenes de la bolsa de Shanghai apuntan a una crisis de crecimiento del gigante asiático y se suman a otros episodios como el incendio químico de Tianjin.

El 2 de setiembre de 1945, el ministro de Exteriores japonés firmaba el acta de rendición del «Imperio del Sol Naciente» a bordo del portaviones estadounidense USS Missouri.

70 años después, el presidente chino, Xi Jinping, reivindicó en el desfile militar de ayer que «la victoria total de la guerra antijaponesa volvió a hacer de China un gran país en el mundo».

La conmemoración no es baladí para Pekín. Las cifras oficiales elevan a hasta 20 millones de chinos la cifra de muertos en la invasión japonesa del país.

Xi, alejado de la política de «perfil bajo» preconizada por Deng Xiaoping, presidió la ceremonia desde la «Puerta de la paz Celeste », donde Mao Zedon proclamó el 1 de octubre de 1949, y tras otros cuatro años de guerra civil, la República Popular China. Si ya entonces el énfasis en la creación de una sociedad comunista no logró ocultar la impronta de liberación nacional y anticolonial que tuvo desde su inicio la revolución maoísta, la evolución del país y el desfile 66 años después de aquella fecha no arroja dudas.

Paradojas, el Ejército chino mostró por primera vez en la Plaza Tiannanmen una docena de misiles DF-21 (por Dongfeng, Viento del Este), bautizados como «mataportaviones» por su potencial mortífero o «asesinos de Guam» porque pueden cubrir los 4.000 kilómetros hasta la isla ocupada por EEUU.

No fue la única novedad de una parada que incluyó 12.000 soldados, 500 vehículos y misiles y 200 aeronaves. Todas ellas evidencian que China impulsa su marina de guerra, lo que EEUU ve como un desafío a su primacía total en el Pacífico.

Xi, quien lidera un Ejército que incrementa anualmente en un 10% su gasto militar, pero aún a años luz del presupuesto del Pentágono, aseguró que «China no buscará nunca la hegemonía y no impondrá jamás sufrimientos a otras naciones». Reforzando su promesa, anunció una reducción en 300.000 efectivos del Ejército Popular de Liberación. Realmente, esa reducción es la cuarta desde 1997 (entonces tenía 4,2 millones de soldados) y forma parte precisamente de un ambicioso plan de modernización del potencial militar aeronaval chino.

Presencias... y ausencias significativas

El presidente ruso, Vladimir Putin, fue el invitado de honor. Devolvía así la visita de Xi en mayo al desfile de la victoria de la «Gran Guerra Patriótica» rusa en mayo.

No fue el único. Le acompañaron los presidentes de Corea del Sur, Sudáfrica, Venezuela, Egipto, Bielorrusia y Sudán, entre una treintena de mandatarios. Un millar de soldados extranjeros de estos y otros países (como Cuba y Serbia) participaron en el desfile.

Japón, ausente, echó en falta «mensajes de acercamiento» en el discurso de Xi y protestó por la presencia del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

Ausentes tanto el nipón Shinzo Abe como el estadounidense Obama o la alemana Merkel –sí estuvo el ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius–, hubo quien justificó las ausencias por el carácter «militarista y nacionalista» del desfile militar. Consejos vendo... D.LAZKANOITURBURU