Karlos ZURUTUZA
Montañas Qandil, Kurdistán
Elkarrizketa
SAUAS AMED
MIEMBRO EJECUTIVO DEL CONSEJO DE COMUNIDADES DE KURDISTÁN-KCK

«Si no hay diálogo, implantaremos el modelo de Rojava en Turquía»

GARA vuelve a Qandil para conocer de primera mano la posición del movimiento de liberación kurdo en uno de sus momentos más críticos. «Nuestra mano sigue tendida», asegura Sauas Amed. Por el momento, añade, la respuesta del contrario sigue siendo la agresión.

Hay que remontarse muy atrás en el tiempo para encontrar un escenario como el actual en el bastión de la guerrilla kurda. Los bombardeos indiscriminados de la aviación turca son constantes y los lugareños que no han huido al valle se miran en el «espejo» de sus televisores, contemplando las columnas de humo que se elevan sobre sus cabezas. También llegan imágenes desde Cizre, una ciudad kurda del norte que lleva días sufriendo un brutal asedio a manos de las fuerzas de seguridad turcas. A continuación vemos saltar por los aires un blindado del Ejército turco en algún lugar del extremo oriental del Estado turco. A nadie escapa que la guerra ha vuelto a este rincón de Mesopotamia.

El habitual celo de la guerrilla para garantizar la seguridad de los informadores y de sus rangos más altos hacen que se reduzcan sustancialmente las posibilidades de entrevistar a estos últimos, y sólo ellos pueden hablar en nombre del movimiento. Por puro azar, nos cruzamos con Sauas Amed durante una parada técnica en su desplazamiento a través de la cordillera. Tras un cordial intercambio de saludos, el alto cargo accede a concedernos una entrevista para la que, avisa, no disponemos de mucho tiempo. El lugar elegido será una arboleda que ocultará nuestra presencia a los drones que sobrevuelan la zona. La escolta del guerrillero da la alerta cuando el recurrente zumbido de los aparatos no tripulados es sustituido por el de un caza-bombardero turco. Pasa de largo, el ambiente se relaja, ligeramente, y Amed aporta unos datos autobiográficos a petición nuestra. «No hay mucho que contar», dice sonriente. «Nací en Amed (Diyarbakir), tengo 43 años y he pasado 25 en las montañas». El resto es historia, y sus renglones se siguen escribiendo.

El tratado de Dolmabace parecía apuntalar un proceso de paz tras dos años desde el alto el fuego unilateral decretado por ustedes. ¿Cómo se ha llegado a este punto?

En el tratado de Dolmabace, Ankara y el movimiento de liberación kurdo acordaron 10 puntos que incluían la democratización de Turquía y las reformas constitucionales. El acuerdo abría las puertas a una descentralización del Estado turco para posibilitar una autonomía kurda. Ambas partes acordaron dar pasos de forma simultánea hacia la resolución del conflicto y, una vez completado el proceso, el PKK abandonaría la lucha armada. A la semana de firmarse el acuerdo, Erdogan –presidente del Estado turco– rechazó todas las propuestas y el movimiento kurdo sufrió 170 ataques entre marzo y las elecciones de junio.

Entre ellos el atentado de Diyarbakir, en el que murieron cinco personas el 5 de junio, dos días antes de los comicios.

Erdogan pensó que tras aquella masacre podría aplazar las elecciones porque era consciente de que los resultados no le darían la mayoría para cambiar la Constitución, y así fue. El Partido Democrático de los Pueblos, HDP, aglutinó no sólo a kurdos sino también a muchos sectores de la sociedad turca que se sienten desplazados. El resultado fue tan espectacular que Erdogan vio una amenaza. Y luego se produjo la masacre de Suruç, donde murieron más de treinta jóvenes cercanos al movimiento kurdo. El mensaje de Erdogan era claro: todo aquel que busque una solución democrática será asesinado. Luego llegaron los ataques y asesinatos de civiles, el arresto de alcaldes y otros representantes kurdos… Erdogan ha provocado esta inestabilidad para poder decirle a la gente que, de no obtener la mayoría para cambiar la Constitución, la alternativa será el caos.

Turquía les acusa de haber dinamitado el proceso matando a dos policías en Ceylanpinar el pasado mes de julio.

Aquel ataque no respondió a una orden directa del movimiento, sino que fue llevado a cabo a título personal por patriotas kurdos en represalia por el ataque de Suruç.

¿Qué pruebas tienen de que Ankara estuviera tras los ataques de Diyarbakir y Suruç?

Si bien no tenemos pruebas directas del vínculo entre los autores del ataque y las fuerzas de seguridad, estamos convencidos de que éstas les allanaron el camino, lo mismo que hicieron con todos los yihadistas que han entrado en Rojava desde territorio turco en los últimos años. Y no solo están en Siria, sino que hay células del ISIS colaborando con las fuerzas de seguridad en suelo turco. Tanto el suicida que atentó en Diyarbakir como el de Suruç eran de Adiyaman (Kurdistán norte). Ambos pertenecían al ISIS pero podían moverse libremente sin ser molestados, y con perfecto conocimiento del Ministerio del Interior turco. La Policía incluso llegó a registrar el hotel donde se alojaba el asesino de Suruç pero no lo arrestó. Tras 40 años de lucha contra Ankara, sabemos de sobra que, con la tecnología actual, es imposible que tal cosa ocurra sin conocimiento de Turquía.

Las imágenes que llegan desde Kurdistán norte nos recuerdan a los peores años del conflicto por su crudeza. ¿Esperaban ustedes una respuesta de esta magnitud?

Puede que las imágenes nos recuerden a los momentos más duros de los 90, pero nuestro pueblo ha cambiado de forma sustancial: ha evolucionado, es mucho más consciente de la situación y actúa en consecuencia, y en todos los ámbitos. Erdogan insiste en que combate «al terrorismo del ISIS, el PKK y el DHKPC (Partido Revolucionario de Liberación Nacional)». Busca equipararnos con el ISIS para legitimar su agresión pero la comunidad internacional ya sabe quién es quién en esta guerra. Básicamente, luchamos por nuestra propia existencia, y con el objetivo de poder garantizar los derechos más elementales para los kurdos y la democracia en Turquía.

Ankara asegura haber acabado con la vida de centenares de sus combatientes. ¿Cuáles son su cifras?

En un comunicado hecho público por el HDP se apuntaba a 36 combatientes pero hoy calculamos que serán unos 40. El número de civiles asesinados hasta la fecha es similar, varios de ellos a manos de una unidad especial de reciente creación. Quiero dejar claro que, si bien hemos desplegado guerrilleros en Estambul, la autodefensa en las zonas urbanas corre a cargo de fuerzas civiles. Por el momento, no hemos decidido desplegar nuestros efectivos en las ciudades.

¿Quizás porque aún confían en un acercamiento a través del diálogo?

En los últimos 30 años hemos declarado ocho veces el alto el fuego, pero sin ninguna respuesta satisfactoria por parte de Turquía. Así las cosas, hemos decidido no dar ningún paso unilateral más en el futuro. No obstante, seguimos suscribiendo el tratado de Dolmabace y nuestra mano sigue tendida si se cumple lo allí acordado y se busca una solución a través del diálogo y la negociación.

¿Y qué harán si eso no ocurre?

Vuelvo a subrayar que apostamos por la democratización del país y una autonomía pero, si no hay diálogo, implantaremos el modelo de Rojava en Turquía, de la misma manera que se ha hecho en los tres cantones de Afrin, Kobane y Yazira.

En agosto se publicaron fotos que mostraban al ministro de Interior persa visitando Qandil. ¿Son los kurdos de Irán una moneda de cambio en busca de nuevos aliados?

Aquello no fue más que una campaña de propaganda de Teherán porque, hasta el momento, no hemos tenido ningún encuentro formal con oficiales iraníes. El ministro viajó a la parte oriental de Qandil (bajo control de Irán) y se hizo unas fotos con los guardianes de las aldeas (milicias kurdas a sueldo de Teherán, que algunos tomaron por miembros del PKK o del PJAK-Partido por la Vida Libre de Kurdistán). Nosotros seguimos defendiendo el derecho del PJAK a defenderse.

Hablando de Irán, ¿puede el recientemente firmado acuerdo nuclear entre las grandes potencias y Teherán escorar la geopolítica en Oriente Medio a su favor?

Es un tratado con vistas a obtener réditos a corto plazo por las partes firmantes. Sólo buscan tener más libertad para operar en la región por lo que no esperamos cambios políticos ni estratégicos sustanciales, ni a nuestro favor, ni en contra. En cualquier caso, ni las potencias firmantes ni ninguna otra puede ignorar el papel que jugamos hoy los kurdos en Oriente Medio. A día de hoy somos una de las fuerzas principales en la región, por lo que todo aquel que quiera extender su influencia tendrá que contar con nosotros. Y de la misma manera, los que no colaboren con nosotros fracasarán.