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Túnez

El Nobel de la Paz apoya el frágil proceso tunecino como modelo

La concesión del Nobel de la Paz al Cuarteto para el Diálogo Nacional de Túnez –compuesto por la patronal UTICA, el sindicato UGTT, el sindicato de abogados y la Liga por los Derechos Humanos– supone un «mensaje de diálogo» dirigido a los países vecinos, según los galardonados. El premio pretende apoyar además el proceso tunecino que ha sobrevivido a una grave crisis política, pero aún con importantes retos económicos, de seguridad y cohesión social.

La concesión del Nobel de la Paz al Cuarteto para el Diálogo Nacional de Túnez intenta dar aire al frágil proceso tunecino, que se enfrenta a graves amenazas y que es presentado como la única revuelta de las primaveras árabes que ha sobrevivido –más por no haber acabado en un golpe de Estado –como Egipto– o en una guerra –como Siria o Libia–, que por los avances sociales conseguidos–.

Los principales actores del diálogo nacional de 2013 aprovecharon para elogiar la transición, si bien subrayaron las amenazas sobre la seguridad y la economía a las que se enfrenta el país. El jefe de Estado, Beji Caid Essebsi, pidió unidad frente a las amenazas. «No podemos vencer la guerra que llevamos a cabo contra el terrorismo si no estamos todos juntos», declaró.

El Cuarteto, constituido en el verano de 2013 en plena crisis social y política, está formado por la central sindical UGTT, la patronal UTICA, el sindicato de abogados y la Liga Tunecina para los Derechos Humanos.

Mensaje de diálogo

Estas organizaciones, unidas, defendieron la transición política «en un momento en el que el país estaba al borde de la guerra civil», destacó el comité noruego para justificar el galardón.

El líder de la UGTT, Hussien Abassi, aseguró que el premio «es un mensaje de que el diálogo puede llevarnos por el buen camino», de que conviene «deponer las armas y sentarse a hablar en la mesa de negociación».

La presidenta de UTICA, Ouided Bouchamaoui, destacó que «lo hicimos juntos, los cuatro. Estamos aquí para dar esperanza a los jóvenes. Si creemos en nuestro país podemos tener éxito». El presidente de la Orden de Abogados, Mohamed Fadhel Mahfoudh, lo vio como un «un mensaje al mundo», de que «todo se puede resolver mediante el diálogo». Abdelsatar ben Mussa, presidente de la Liga, señaló que «la única arma contra el terrorismo es el diálogo».

Pero los gobiernos que se han sucedido desde 2011 no han impedido el ascenso del movimiento yihadista responsable de la muerte de docenas de turistas, soldados y agentes de seguridad. Este año ha sido particularmente sangriento, con los atentados del museo de Bardo (22 muertos) y de Susa (38 muertos), ambos asumidos por el ISIS.

En julio, las autoridades reinstauraron el estado de emergencia que estuvo en vigor desde enero de 2011 a marzo de 2014, y que es percibido como un riesgo de retroceso en materia de libertades públicas. Finalmente se levantó el 2 de octubre.

Pero los peligros se mantienen, y el pasado jueves la diputada Ridha Charfeddine fue objetivo de un atentado que recordó las muertes de los opositores de izquierda Chokri Belaid y Mohamed Brahmi, que provocaron una grave crisis política que fue superada con el trabajo del Cuarteto premiado y después de que el partido islamista Ennhada, vencedor en las primeras elecciones libres, se viera obligado a dejar el poder a un ejecutivo de tecnócratas.

Pero cuatro años después de la revuelta, las dificultades económicas persisten y el sector turístico ha caído en picado.

El comité noruego destaca el «diálogo con los islamistas»

La presidenta del comité del Nobel, Kaci Kullmann Five, destacó que el premio al Cuarteto tunecino se ha concedido por «sus decisivas contribuciones a la edificación de una democracia pluralista» y , sobre todo, por su actuación conjunta «cuando el proceso de democratización estaba en peligro de derrumbarse». Explicó que se quiere «apoyar los avances realizados en oposición a otros muchos países» y ante los retos políticos, económicos y de seguridad del país. Kullmann dejó entrever cierta condescendencia hacia los islamistas, al afirmar que es posible dialogar con ellos, señalando que en Túnez «fueron capaces de sentarse, de dejar de lado algunas de las cosas que pedían, por ejemplo, en la Constitución, para escuchar a los demás, llegar a un acuerdo con ellos, encontrar un consenso que garantice los derechos fundamentales de todos». «Esto puede ser imitado si quienes componen los distintos movimientos políticos, sean islamistas o laicos, tienen voluntad de cooperar en interés del pueblo», concluyó. GARA