Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Mistress America»

Un frenesí vital a ritmo de Gerwig

Señalado por muchos como el más firme alumno aventajado de Woody Allen, el guionista y cineasta Noah Baumbach se ha encargado de seguir fiel a su propio discurso pero sin dejar de observar a través del retrovisor las lecciones cinematográficas que nos ha legado el genio de Manhattan. El firmante de obras tan aplaudidas como “Frances Ha” o “Mientras seamos jóvenes” determina mediante su cámara un nuevo espacio escénico en el que la vida de las dos protagonistas circula a una velocidad endiablada, lo que propiciará que sean muchos quienes no logren conectar con la exuberante y el frenético encadenado de secuencias que ambas comparten. “Mistress America” podría ser definida como una montaña rusa vital, una declaración de intenciones que nace a partir del despertar de las emociones que protagoniza una joven, cuya mecánica cotidiana salta por los aires en cuanto se asoma a escena un torbellino humano que pasará a ser su hermanastra.

Toda la obra orbita alrededor de una excelente Greta Gerwig que asume con acierto el rol protagonista dentro de una obra en la que ella ha tomado parte en la redacción de un libreto cuyas carencias en cuanto a estructura de intenciones, tienden a ser paliadas mediante diálogos afilados y personajes circunstanciales que dotan de sentido la búsqueda constante que comparten ambas protagonistas en su afán por topar con su verdadero lugar en un mundo que, a su alrededor, se muestra tan jovial como cabría presuponer en un microcosmo de veinteañeros con ganas de comerse la vida a mordiscos. Bien dirigida en todas sus facetas técnicas y arropada por una selecta fotografía y una banda sonora que se amolda correctamente al pulso vital de las escenas y personajes, la nueva propuesta de Baumbach se muestra como un saludable intento de poner en práctica modelos de comedia que se alejan de los cánones preestablecidos por la Industria.