Alvaro HILARIO

MEDIO SIGLO DETRÁS DEL MOSTRADOR

A pesar de la eterna crisis económica, el desempleo y la competencia de las grandes superficies comerciales asentadas en la comarca, no son pocos los comercios de Ezkerraldea y Meatzaldea que llevan más de medio siglo en funcionamiento. Su longevidad es prueba de que la fórmula sobre la que funcionan tiendas, bares y comercios urbanos –cercanía, calidad y confianza– funciona.

Son más de 1.500 establecimientos y 3.300 trabajadores los que dan vida al tejido comercial de Ezkerraldea y Meatzaldea, 1.500 emprendimientos que todas las mañanas levantan la persiana haciendo frente a la adversa situación económica conformada por la crisis económica, el desempleo y la competencia de las grandes superficies comerciales, competencia basada tanto en la potencia económica de sus matrices transnacionales como en la baja calidad y precariedad de los puestos de empleo que crean. No en vano, Barakaldo tiene la tasa más alta de metros cuadrados de superficie comercial por habitante de todo el Estado. Sin ir más lejos, solo una de ellas, con 137.000 metros cuadrados, se constituye como la más grande de todo el norte del Estado español.

Este tejido económico local, de carácter eminentemente familiar y que, con una media de dos personas por comercio, emplea a cerca de 3.300 personas, aguanta el desafío de estos nuevos tiempos en base a la especialización y la innovación, pero también gracias a «las cuatro C» –comercio, cercanía, calidad y confianza– de las que hace alarde la federación de comerciantes Ezkerraldenda. Estas son una garantía de desarrollo si tenemos en cuenta la existencia de no pocos establecimientos con más de 50 años de existencia en Ezkerraldea y Meatzaldea. Entre ellos figuran La Polar –decoración textil y hogar– y la Joyería Salazar, de Barakaldo; Calzados Austri, de Sestao; Jeser Moda y Reparación de calzado Pedro, de Portugalete; Doueil, Pastelería Eva, Bar Miramar y Autoescuela Preciado, de Santurtzi; la Ferretería Larrieta, de Trapaga; la Carnicería Javi y Foto Patxi, de Ortuella; la Peluquería Hermanas Cabrero, de Abanto; y la Carnicería José Ramón Urbaneta, de Muskiz.

En relación a la pervivencia de estos comercios, es interesante la iniciativa adoptada por el Ayuntamiento de Barakaldo durante la pasada legislatura: ante los estudios que indican que un 36% de los establecimientos afrontará en los próximos años un proceso de transmisión, se puso en marcha el primer Plan de Transmisión de Negocios. Dirigido a apoyar al pequeño y mediano comercio de la ciudad, el programa pone en contacto a empresarios que se ven obligados a cerrar sus establecimientos con nuevos emprendedores que desean iniciarse en esas actividad, y aprovechar así la trayectoria del comercio.

Hasta un siglo de vida

La Polar, de Barakaldo, negocio dedicado a la decoración textil del hogar y regentada por sus propietarios, Mari Carmen y José Luis, se mudó hace no mucho tiempo de la calle Elcano al número 12 de la calle Nafarroa. Está en activo desde 1961. Tres años después nacieron la Pastelería Eva, la Autoescuela Preciado y el Bar Miramar, en Santurtzi. Segundas y terceras generaciones dirigen estas tres pequeñas empresas urbanas.

La Autoescuela Preciado, la segunda en instalarse en la localidad y dirigida por Arantza Pereda, fue creada por el abuelo de esta, al que sucedieron su madre y su tía, Maite y Rosa María Preciado. El famoso 600 fue un habitual en los primeros años de la autoescuela.

Junto al puerto de Santurtzi, en un local de 60 metros cuadrados, en el número 30 de la avenida Iparragirre (conocida también como Paseo de la Sardinera) nació el Bar-cafetería Miramar el 15 de julio de 1964. Al frente estaban Felipe Ferreras e Isabel Fernández, sustituidos hoy por el hijo de ambos, José Ferreras.

Centenaria es la Farmacia Oraá, otro negocio familiar de Santurtzi. En 1889, Manuel Mas instaló su farmacia Ortuella, de donde se trasladó a Santurtzi tres años después, a la actual calle Joxe Migel de Barandiaran. En 1914, Mas traspasó la farmacia a Ignacio Oraá Mendia, y desde entonces la farmacia Oraá ha pasado de padres a hijos hasta la actualidad. En este caso pueden presumir de que ya llevan más de un siglo tras el mostrador, superando crisis económicas gracias a ese plus de cercanía, calidad y confianza.