Oihane LARRETXEA
PROYECTO KORAPILOA DE LA FUNDACIÓN IRATZAR

LA DENOMINADA TRANSICIÓN, VETERANAS RESPUESTAS A JÓVENES PREGUNTAS

LA IMPORTANCIA DE TRANSMITIR PARA QUE LOS RELATOS PERDUREN. PARTIENDO DE ESTA BASE, EL PROYECTO KORAPILOA DE LA FUNDACIÓN IRATZAR REUNIÓ A JÓVENES CON SED DE CONOCER Y VETERANOS QUE VIVIERON EN PRIMERA PERSONA LA LLAMADA TRANSICIÓN TRAS LA MUERTE DE FRANCO. MUCHAS LUCHAS Y REIVINDICACIONES QUE SIGUEN VIGENTES.

A la juventud se le suele atribuir un pasotismo que, en la mayoría de las ocasiones, es injusto. Errar es el peligro que se corre cuando se habla desde las generalidades. Y el interés que reflejaron las preguntas planteadas ayer por Irati Sienra y Ainara Santamaria, ambas miembros de Ernai, corroboran que los jóvenes sí sienten la responsabilidad por saber, por conocer.

La fundación Iratzar de Sortu ha puesto en marcha el proyecto Korapiloa, que pone el foco precisamente en la trasmisión, en la importancia de que una generación, la anterior, cuente a la siguiente lo vivido y lo sufrido, lo soñado, lo luchado, lo ganado y también lo perdido. Ese relato será el tesoro del que dispondrá la juventud actual para entender el presente y gestionar el futuro. Los «por qués» de ayer ayudan a responden los «por qués» de hoy.

Gotzon Elizburu, miembro de la fundación, adelantó que se trataba de hablar «de las decisiones que tomasteis cuando érais jóvenes», dijo, dirigiéndose a los invitados, y puso en valor la importancia de la transmisión, algo que, según admitió, él mismo ha asimilado al formar parte de Iratzar. «No os quedéis callados, por favor. Contadlo todo», les pidió a las generaciones anteriores.

Tras opinar que «la reforma política fue una farsa», reconoció que «la izquierda abertzale no tomó el camino más fácil, pero si el más adecuado cuando optó por la ruptura».

La juventud de aquellos años, en palabras de Elizburu, tuvo «una misión», poniendo sobre la mesa «la ruptura». «Y para eso formaron la izquierda abertzale. Los jóvenes de hoy también tenemos una misión –anunció–: desarrollar los procesos de desconexión y construir el Estado Vasco».

Tras esta primera introducción, la «sesión práctica» que ayer se llevó a cabo en la sede que la Fundación Iratzar tiene en Donostia consistió en escuchar por boca de cuatro veteranos cómo se vivieron los años posteriores más inmediatos a la muerte de Franco y la llamada Transición. Las luchas de la clase obrera, las reivindicaciones feministas, la Ley de Amnistía del 77, las primeras elecciones, la explosión cultural y social, la cárcel…

Desde la experiencia tomaron la palabra Sabino Cuadra, abogado laboralista y de orden público entre 1974 y 1979, militante de LKI y hoy diputado por Amaiur en el Congreso español; Juan Mari Olano, uno de los primeros presos tras la Ley de Amnistía de 1977; Tasio Erkizia, que formó parte de la mesa nacional de HB y Xabier Elorriaga, dirigente sindical.

Estaba prevista la asistencia de Marian Verdes (sindicalista de LAB, feminista y muy activa en la huelga de Firestone) e Izaskun Larreategi (miembro en el franquismo de ETA militar y miembro de KAS durante la llamada Transición), pero finalmente no pudieron acudir, aunque sí se proyectó un vídeo en el que Larreategi desgranaba algunas de sus vivencias.

En primera persona

La primera cuestión giró en torno a la «explosión social» tras la muerte del dictador y sobre los factores que la originaron. Cuadra habló de una «explosión global» a nivel social, político, cultural, obrero… «incluso en la Iglesia», dijo. «Las instituciones, las costumbres que hasta entonces habían predominado habían caído, y otras nuevas, incluso la misma población, pedían el protagonismo. Los partidos viejos como el PSOE y el PNV quedaron anquilosados. La gente pasó a ocupar la primera fila».

Inevitablemente se habló de la lucha obrera, de las primeras huelgas, sobre todo el Bizkaia, y de la firma del primer convenio. Y aquí llegó el reconocimiento a la mujer que, a pesar de no trabajar en las fábricas, aseguraron que ayudaron muchísimo en las luchas, en la calle, o abriendo las puertas de sus casas para proteger a trabajadores. La desaparición del franquista Sindicato Vertical fue otro hecho que remarcaron, aunque las libertades de los trabajadores no llegaron aún.

Sobre la cárcel habló Olano. Muy crítico con la Ley de Amnistía, o más bien crítico con el modo en que la emplearon. «Podemos hablar de una farsa que sirvió para que los crímenes del propio régimen quedaran impunes. Yo entonces no era consciente de ello –admitió–, pero se lavaron las manos y no asumieron su responsabilidad. De todo esto me di cuenta muy tarde».

Y hubo espacio para los detalles quizá menos conocidos, ya que, según recordaron, tres semanas después de que quedara en libertad Fran Aldanondo, último preso político vasco amnistiado en diciembre de 1977, comenzaron a llenar las prisiones de nuevo.

Tal y como recordó Erkizia, la amnistía fue, precisamente, «sine qua non» para concurrir a las elecciones de 1977.

Con el tiempo contado para preguntar y conversar, la amena charla quedó corta, pero como bien dijo la parlamentaria de EH Bildu en Nafarroa Bakartxo Ruiz, la puerta queda abierta y también la ventana de la web Korapiloa, donde se irán recogiendo constantemente testimonios de militantes de la época en la izquierda abertzale y/o transformadora en los que analizan los hechos y momentos más significativos de la Transición así como documentos de texto y documentos gráficos.

Por último, una cronología interactiva y multimedia con los hechos más significativos llamada «línea del tiempo» permitirá entender los episodios de una época, convulsa sin duda, y saltar al pasado y volver al presente para asomarse al mirador del futuro.