Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «The Assassin»

Mirada naturalista a las interioridades de la dinastía Tang

Más de un espectador se siente engañado, y con razón, al salir de ver “Nie Yinniang”, porque no es una película de artes marciales al uso. El título en inglés elegido para la distribución internacional, junto con el trailer promocional, hacen pensar en una cinta de acción convencional. Nada más lejos de las verdaderas intenciones de un autor tan complejo y esteticista como Hou Hsiao-hsien, capaz de llevar a su terreno una tradición ya establecida dentro del cine chino como el “wuxia”. A la hora de hacer su propia traducción artística de este tipo de películas con coreografías de lucha, supera los precedentes de Ang Lee, Zhang Yimou, John Woo o Wong Kar-wai. Y si lo hace, es porque no se ha conformado con volver el género comprensible para el público occidental.

Hou Hsiao-hsien se aparta deliberadamente de la lógica de la recreación histórica, para no depender de una narrativa lineal. Prefiere sacrificar el imperativo argumental a cambio de obtener una absoluta libertad creativa. Esto implica una actitud muy despierta por parte del receptor en su butaca, quien en un acto de pura cinefilia se aliará con la cámara cómplice para seguir los movimientos de un objetivo que escudriña en las interioridades de la dinastía Tang (del siglo VI al IX), a modo de testigo invisible de un tiempo pasado.

Estoy totalmente de acuerdo con quienes han señalado que la mirada de Hou Hsiao-hsien en “Nie Yinniang” es bressoniana, puesto que se trata de un naturalismo que desnuda cualquier artificio, o que dota de sentido interno a la belleza misma, siempre susceptible de ser contemplada a un nivel superficial. Hay una profunda conexión entre esa niebla que avanza sobre la quietud de las aguas y el cadencioso paso de la estelar Shu Qi, de igual manera que cualquier mínimo gesto revela el poso milenario de una cultura de inmensa riqueza visual.