Natxo MATXIN
FINAL DEL CUATRO Y MEDIO 2015

COSTÓ LLEGAR HASTA EL PUNTO DE EBULLICIÓN

TODO BUEN GUISO NECESITA SU TIEMPO Y PUNTO DE COCCIÓN. TAMBIÉN UNA FINAL DEL CUATRO Y MEDIO, AUNQUE EN ÚLTIMA INSTANCIA SOLO UNA PARTE DE LOS COMENSALES SE QUEDE CON EL BUEN REGUSTO DE LA VICTORIA. AYER, EL PALADAR VIZCAINO, MAYORÍA EN LAS GRADAS DEL FRONTÓN BIZKAIA, SABOREÓ EL TRIUNFO COMO MEJOR SABE, CON REMONTADA.

A decir verdad, el partido entre Urrutikoetxea e Irujo necesitó de unas cuantas pasadas por el fuego para que cogiese el calor necesario de un evento de estas dimensiones. Para empezar, las intensas medidas de seguridad que se han instalado en cualquier evento deportivo a raíz de los atentados de París también llegaron ayer hasta el frontón vizcaino. Novedad inusita- da –nunca se habían producido hasta ahora para un acto pelotazale de este tipo–, todo el que accedió al recinto fue controlado, con especial atención en lo referente a bolsos y mochilas. La rigurosidad fue de tal calibre que hasta se inspeccionó la maleta de “Hello Kitty” de alguna aficionada txiki que acudió acompañada de sus aitas.

Quitando esta circunstancia, todo transcurrió por la vía de la normalidad, quizás demasiada. Ya en los prolegómenos del envite el ambiente que se destilaba era bastante frío, seguramente motivado por la grandiosidad del escenario, que permite una entrada numérica elevada –léase negocio–, pero resta calidez a las gradas. Para más inri de quien acude a este tipo de acontecimientos pensando en disfrutar de algo más que lo que pasa en la cancha, la cátedra estuvo ayer desequilibrada por aquello de jugar en terreno vizcaino. Y quizás también porque siempre gusta más lo novedoso, y ahí Urrutikoetxea viene pegando pero que muy fuerte.

Innegable que no fue de la misma opinión alguna de las caras conocidas que se vieron por el Bizkaia. A buen seguro que el exfutbolista rojillo Patxi Puñal primero disfrutó y luego sufrió desde la grada por su gran amigo Irujo, quien rozó con las manos su cuarta txapela del acotado, pero se quedó en eso. Menos comprometido con los colores y estrenándose como espectador en un frontón, el actual guardameta osasunista Nauzet Pérez, sin duda, repetirá experiencia por la emoción vivida con el revolcón en el tanteador.

Zaratamo, con su paisano

No faltaron a la cita muchas de las caras conocidas que han formado parte de la crónica pelotazale de pasadas décadas, ahora ejerciendo como comentaristas, técnicos de alguna de las empresas o como simples espectadores. Todos ellos podrán contar que vivieron en directo una de las remontadas históricas de este deporte. También el numeroso ejército de seguidores de Urrutikoetxea que se desplegaron para la ocasión y fueron una de las claves, como así reconocería el afectado más tarde, del vuelco que protagonizó el pelotari vizcaino.

Ni siquiera cuando la veteranía y buen hacer de Irujo se dejó sentir sobre la jaula –el de Ibero tuvo el partido a punto de caramelo venciendo 10-20–, las huestes del de Zaratamo cejaron en su empeño de empujar y levantar el ánimo de su paisano, medicina que luego se demostró sanadora. Con tono athletizale, los cánticos de “Urruti, Urruti” y “Mikel, Mikel” fueron convirtiéndose en cada vez más atronadores, a medida que el espigado campeón iba recortando distancia en el electrónico y se veía ante la disposición de darle la vuelta a un encuentro que tenía prácticamente perdido.

Por poner un pero, faltó la réplica de los seguidores de Irujo –imprescindible en nuestro deporte que exista un cierto pique–, en un tema que las empresas se lo tendrán que mirar a la hora de elegir la ubicación, si quieren mantener ese punto de rivalidad o prefieren optar por un producto vistoso sí, pero al que se le resta sustancia. Ahí también hace falta encontrar ese punto de ebullición para que el guiso esté en su punto.

«He logrado recuperarme, darle más velocidad y buscar los ángulos»

Como en la final manomanista, Mikel Urrutikoetxea demostró ser muy fuerte mentalmente. Estuvo contra las cuerdas con el 10-20, pero a partir de ahí consiguió resurgir para hacer doce tantos seguidos. «Se me ha puesto muy cuesta arriba, pero con la ayuda de Pablo (Berasaluze), que me ha insistido en que los partidos no acaban hasta llegar al 22, he logrado recuperarme, darle más velocidad a la pelota y buscar los ángulos», explicó el pelotari vizcaino.

Admitió que «al principio no he restado bien, no buscaba la altura adecuada ni gozaba con el gancho, hemos decidido quitar algo de esparadrapo de la mano y he empezado a poner la pelota más lejos. A partir de ahí, me he sentido más cómodo en la cancha, me he venido arriba y a Juan lo he visto más nervioso».

El de Zaratamo insistió en que «me ha metido muchos saques y he estado fatal en el resto», pero «había que seguir luchando y esperar» ante un rival «que tiene muchos recursos». «Es muy difícil planificar un partido así porque he intentado dominar, pero en muchos tantos no he podido. Sí que he disfrutado en la segunda parte, en la que me he encontrado mucho mejor y los tantos iban cayendo de mi lado», ahondó.

Interpelado el bicampeón por si se considera una alternativa al dominio de los últimos años del dúo Irujo-Olaizola II, Urrutikoetxea cedió tal responsabilidad a los periodistas, al asegurar que «eso es cosa vuestra, yo tengo que limitarme a trabajar día a día, perfeccionando aspectos que siempre hay que mejorar».

Tras volver a hacer historia –la última vez que un pelotari vizcaino ganó el Cuatro y Medio fue en 1953–, el de Zaratamo calificó de hecho «muy bonito» para las escuelas de pelota de dicho herrialde «y los chavales que entrenan a diario y vienen por detrás». «Todavía no le he dado muchas vueltas al hecho de haber conseguido dos txapelas, lo iré digeriendo, pero cualquier pelotari sueña con llegar a una final y ganarla».

A Urrutikoetxea también se le preguntó por algunos lances en los que se reclamaron estorbadas y un pelotazo suyo al plástico protector de una cámara de televisión. «La pelota viene muy rápida, es muy difícil apartarse y se hace sin querer», restó importancia al primer tema. «El juez me ha dicho que la cámara está ahí y es mala suerte que le haya pegado», relató respecto al segundo.N.M.

«Me ha entrado el miedo y he metido la pata hasta el fondo»

Tenía el partido casi ganado, pero le sobró ese «casi». Juan Martínez de Irujo consentía con pesadumbre que «con el 10-20 el encuentro estaba resuelto, pero hay que matarlo y no lo he sabido hacer. Me ha empezado a entrar el miedo, no he sabido cruzar la pelota y Mikel no ha fallado nada». Negó que su mortal concatenación de fallos estuviese motivada por un bajón físico. «Para nada, estaba bien, pero he metido la pata hasta el fondo, me he matado a mí mismo. Si esto al menos me sirve de lección, con ello me quedo», confesó.

No quiso, en todo caso, restarle mérito a su oponente. «En la segunda parte ha jugado perfecto, no ha hecho ningún regalo. Al final, ha ganado porque se lo ha merecido». El de Ibero admitió que «no me he lanzado como el otro día», en referencia a la semifinal en la que venció a Olaizola II, «le he dado dirección al saque, pero no velocidad». Se quejó amargamente de haber respondido bien en aspectos del juego en los que suele flaquear y que ello no le hubiese servido para nada. «Mi cuenta pendiente era restar bien los saques, hoy (por ayer) he acertado en este apartado, pero no he podido ganar», convino.

En su pléyade de lamentaciones por haber tocado con la mano un título que finalmente se le escurrió entre los dedos, el pelotari navarro analizó que «he tenido pelotas para romper, no lo he hecho y así no se puede». Del mismo modo, reveló lo que le pasaba por la cabeza conforme su adversario iba sumando una docena de tantos que concluirían en revolcón final. «Pensaba, ya haré alguna y fallará él, pero no ha sido así. Tenía un buen colchón, pero no ha servido para nada», admitió dolido.

Poco pudo hacer su botillero, Patxi Eugi, para cortar una hemorragia que, a la postre, se demostró mortal. «En la última parte Juan no ha gozado de pelota ni ha cruzado bien en la parte izquierda, pero también hay que decir que ha tenido muy mala suerte con las chapas. Pese a todo, ha seguido bien, pero Mikel (Urrutikoetxea) ha acertado en algunos tantos que le han salido perfectos, ha realizado una gran segunda parte y así es la pelota», concedió.

El expelotari agoizko reiteró que a su pupilo «la pelota no le salía rápida de la mano», en un partido que reconoció como «grande» por el esfuerzo de los contendientes en liza y la emoción por el resultado, que se mantuvo hasta el final. Insistido por quizás esa dosis de fortuna que le faltó a Irujo en el tramo decisivo del encuentro, Eugi recordó que «si hubiese metido uno de los ganchos que tiró y se hubiese puesto con 21 a su favor, seguramente ahí se hubiese acabado el partido».N.M.