Angel Ordoñez
Periodista
JO PUNTUA

«Duos habet et bene pendentes»

A Juan XII, papa de la Iglesia Católica a finales del siglo X, lo asesinaron en mayo de 964. Había nacido 27 años antes bajo el nombre de Octaviano, como hijo ilegítimo de Alberico II. Fue nieto de Marozia, amante de Sergio III, y bisnieto de Teodora, esposa de Teofilacto I, figuras centrales del periodo histórico conocido como la «pornocracia», por la gran influencia de cortesanas y favoritos en las esferas de poder. Eran otros tiempos. A Juan XII no lo mataron por cuestiones religiosas, ni políticas, ni tampoco fue víctima de oscuras intrigas de la Curia. Se lo llevó por delante un marido cornudo que encontró al Vicario de Cristo encamado con su esposa, en su propia alcoba. Vis maior, fuerza mayor. Juan XII pasó a la historia como el Papa Fornicario. Lógico.

Otros tiempos, ya digo. Un siglo antes, las labores de sumo Pastor las había desempeñado Juan VIII. En realidad, el Santo Varón no era tal, ya que bajo la casulla no rozaba bálano, sino suave monte de Venus. Resulta que, según reza la leyenda, Juan era Juana, hija de un monje anglo, y durante años ocultó tras cuidados disfraces su calidad de doncella para así poder estudiar. Con el paso de los años, medró hasta alcanzar el favor de la propia Curia y, finalmente, se hizo con la ansiada Férula papal. Pero, como ocurriera al Fornicario, Juana no tuvo suerte. Trabó relación carnal con un embajador de Sajonia y, aunque disimulara el embarazo, fue a dar a luz en medio de una procesión. La muchedumbre, enfurecida, la lapidó hasta la muerte. Desde entonces, los papables debían someterse a un estricto rito de verificación de virilidad. Un eclesiástico examinaba los atributos y, si todo estaba en orden, sentenciaba: «Duos habet et bene pendentes».

Dos, y bien puestos, los tiene el Papa Francisco. Ni soy cristiano, ni lo quiero ser, vaya por delante. Pero hay que reconocerle determinación y arrestos en temas controvertidos. Hasta le han hecho una película: “Francisco: el Padre Jorge”. Aunque, siendo sincero, para ir al cine casi prefiero las historias de los Juanes.