Antonio CUESTA

LA EMPRESA GRIEGA VIO.ME, RECUPERADA POR LOS OBREROS, AL BORDE DEL ABISMO

Hablar de Vio.Me es hablar de un paradigma de autogestión y organización obrera en un país donde mil empresas cierran cada semana. La empresa se halla ante una encrucijada judicial que puede destruir el intento de «alumbrar un nuevo tipo de economía».

Hablar de la empresa griega Viomijanikí Metaleftikí (Vio.Me) es hacerlo de un paradigma de autogestión y organización obrera en un país donde cerca de mil empresas cierran sus puertas semanalmente. Ahora esta empresa se encuentra ante una grave encrucijada judicial, ya que la liquidación de los terrenos que ocupa podría dejar a los trabajadores de nuevo en la calle.

El pasado jueves, 26 de noviembre, estaba previsto que el Tribunal de Justicia de Tesalónica, la segunda ciudad del país, llevara a cabo la primera de las subastas para tratar de liquidar las 14 parcelas donde se asentaba el consorcio Filkeram-Johnson, propietario de Vio.Me y en suspensión de pagos desde mayo de 2011, pero que en su día llegó a ser el mayor fabricante de azulejos y materiales cerámicos de Grecia.

Sin embargo, el llamamiento a la solidaridad con los trabajadores, para tratar de impedir esta primera convocatoria de venta, dio resultado. Más de 250 personas se concentraron en el interior del juzgado donde debía tener lugar el proceso de liquidación, impidiendo el desarrollo de la actividad y el acceso a cualquier posible comprador. La unidad de antidisturbios no llegó a intervenir y a última hora de la mañana el secretario del tribunal decidió posponer la cita una semana.

Una resolución de los trabajadores hecha pública en los días previos recordaba que «pese a las promesas de una serie de gobiernos para legitimar este importante ejemplo de autogestión obrera, los trabajadores de Vio.Me se enfrentan ahora a procedimientos legales que podrían desembocar en la liquidación de las instalaciones de la fábrica y, por tanto, podrían amenazar la continuidad productiva».

Larga historia de lucha

La asamblea de trabajadores de Vio.Me tiene un largo historial de lucha. A finales de 2010 la empresa comenzó a acusar los efectos de la crisis, lo que supuso recortes de sueldo y de plantilla y el inicio de huelgas y movilizaciones. «En abril de 2011 nos rebajaron el salario y un mes después dejaron de pagarnos. Seguimos acudiendo al puesto de trabajo para poder exigir lo que se nos debía pero sin producir más, hasta que la Justicia dictaminó que no podíamos ser despedidos hasta que se nos pagara», explica a GARA uno de los trabajadores, Alekos Sideridis.

Una parte importante de la plantilla decidió entonces volver a poner en funcionamiento la factoría bajo la fórmula de cooperativa asamblearia, donde no hubiese jerarquías y estableciendo un sistema equitativo en la remuneración. Gracias al amplio apoyo del movimiento social griego, durante 2012 se llevaron a cabo campañas de solidaridad de carácter internacional a las que se sumaron intelectuales como Naomi Klein, David Harvey, Silvia Federici o Raúl Zibechi, entre otros, además de recabar ayuda económica y resoluciones de apoyo por parte de organizaciones populares y sindicales de América Latina. Finalmente, el 12 de febrero de 2013 Vio.Me puso en marcha una renovada línea de producción, esta vez bajo control obrero.

Problemas jurídicos y financieros

Durante cerca de tres años la asamblea de trabajadores no solo ha demostrado el éxito de su fórmula mejorando la calidad de sus productos, ampliando la plantilla y mejorando sus ventas, en un periodo de dura crisis. Además, lo ha hecho «adaptando la producción a las necesidades de la sociedad, contra las relaciones de explotación laboral y contra el ansia de acumulación infinita de capital» e incluyendo en sus estatutos la figura del simpatizante-solidario, «una manera de implicar a la sociedad y demostrar que no solo se trabaja para obtener beneficios económicos, como las empresas capitalistas, sino también con fines sociales», nos relata Teodoro Karyotis, activo militante de la plataforma de apoyo.

Al mismo tiempo, la cooperativa se ha visto amenazada desde sus inicios por acuciantes problemas de orden financiero y jurídico. De cara a las entidades bancarias «no son sujetos de crédito», señala Karyotis, por lo que «todo lo que se invierte en la empresa sale de lo que van ganando, de la venta de los productos, y recortando además al máximo su sueldo para poder dar un mayor empuje». Sin embargo, más grave es la falta de titularidad sobre la fábrica que ocupan.

El terreno sobre el que se asienta Vio.Me representa una séptima parte del total de las instalaciones de la quebrada Filkeram-Johnson. Y aunque en su momento los dueños autorizaron a los trabajadores para que dispusieran de las instalaciones, la maquinaria judicial ha llegado al punto de liquidar la totalidad de las parcelas para tratar de cubrir lo que se debe a la Hacienda pública, la Seguridad Social, los antiguos empleados, los bancos y los proveedores, en ese orden.

Según Karyotis, la deuda con el Estado es tan grande que no es probable que los trabajadores lleguen a recibir algo de dinero. Pero mucho peor es quedarse sin la fábrica. Por tal motivo, la cooperativa ha tratado de negociar con cinco gobiernos distintos la posibilidad de que se segregue y se expropie la finca que ocupa Vio.Me, para posteriormente ceder su uso al colectivo de trabajadores. «No es un mecanismo automático pero se puede hacer con voluntad política», indica el activista, para añadir acto seguido que «de hecho el Estado ya hizo eso en el pasado, solo que en favor del empresario al regalar parte de los actuales terrenos a cambio del mantenimiento de puestos de trabajo. Ahora los trabajadores piden lo mismo, pues ellos también cuentan con poder mantener los puestos de trabajo».

En la misma línea, el documento suscrito por la asamblea de la cooperativa de cara al proceso judicial demanda al Gobierno griego que «detenga la subasta de los terrenos de Vio.Me y ofrezca una solución definitiva a través de la expropiación de las instalaciones y la concesión a los trabajadores, a condición de que la fábrica siga operando bajo control obrero y con toma de decisiones horizontal».

Negociación con el gobierno

Los canales de comunicación con el Gobierno no parecen, sin embargo, encontrarse en la actualidad en disposición de ayudar en la resolución del conflicto. De acuerdo con la explicación de Karyotis, «Syriza siempre ha estado apoyando esta lucha. Incluso Alexis Tsipras –el actual primer ministro griego– vino a la fábrica en 2014 y exigió al Gobierno de entonces una solución en favor de los trabajadores».

En enero de 2015 Syriza ganó las elecciones y desde Vio.Me se trató de formalizar una línea de contacto con el Ministerio de Trabajo, como se había hecho con todos los gobiernos anteriores. «El ministro prometió llevar a cabo la expropiación teniendo en cuenta la deuda que tenía el anterior propietario con el IKA –Seguridad Social–, y con capacidad jurídica para reclamar el terreno –explica Karyotis–. Hubo entonces conversaciones e incluso se designó a una serie de responsables para llevar a cabo esa tarea». Cuando el proyecto estaba prácticamente elaborado comenzaron a precipitarse acontecimientos inesperados: el fracaso de las negociaciones entre Grecia y los acreedores, el corralito bancario, el referéndum sobre el memorándum, las vacaciones, la convocatoria de elecciones anticipadas... todo se paralizó por completo. «Desde setiembre no parece existir ningún interés político por retomar la cuestión, y tampoco se ha dicho nada desde el Gobierno ante la subasta judicial programada», afirma el activista.

Así las cosas, los trabajadores de Vio.Me son conscientes de que con la paralización del proceso judicial solo están ganando tiempo, por lo que reclaman una decisión política que solucione su delicada situación. No se olvidan tampoco de que para hacer victoriosa su lucha es necesario que «se generalice y se extienda a todas las fábricas y empresas que están cerrando», pues sólo de ese modo y «a través de una red de fábricas autogestionadas será posible alumbrar un nuevo tipo de economía».