Julio RESTREPO
Caracas

CITA ELECTORAL PARA ELEGIR ENTRE LA CONTINUIDAD DE LA REVOLUCIÓN Y LA OPOSICIÓN

En víspera de las elecciones parlamentarias del domingo, se respira un clima tenso en las calles de Venezuela, lo que se viene repitiendo en cada cita electoral desde que la Revolución Bolivariana triunfara en 1998. La oposición aspira a hacerse con la mayoría.

Activistas muertos, desinformación, amenazas y sospechas de todo tipo, expresiones como «golpe de Estado técnico», encuestas y declaraciones subidas de tono suelen caracterizar a las campañas electorales en Venezuela. El domingo, unos 19 millones de venezolanos de los 28 millones que habitan la República Bolivariana de Venezuela están convocados a las urnas para elegir a los 167 diputados que componen la Asamblea Nacional.

Desde que en 1998 el Movimiento V República ganara las elecciones presidenciales con su candidato Hugo Chávez, la Revolución Bolivariana ha sido refrendada en dieciocho votaciones. Las dos últimas se celebraron en 2013 sin la presencia física del histórico «Comandante Supremo», ya que Chávez murió a causa de un cáncer en marzo de aquel mismo año. Su sucesor en el cargo y al frente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Nicolás Maduro, intenta seguir el camino trazado por Chávez, lidiando con el precio del petróleo bajo mínimos, una altísima inflación, problemas de abastecimiento, corrupción e inseguridad, más la injerencia de EEUU en los asuntos internos del país como también una oposición que aspira a hacerse con el poder.

La Mesa de Unidad Democrática (MUD) reúne a una veintena de partidos. Los más importantes son Primero Justicia (PJ) y Voluntad Popular (VP), que representan el ala dura de la MUD. Sus líderes son Henrique Capriles y Leopoldo López, respectivamente. Ambos participaron en el golpe de Estado que en 2002 apartó del poder durante dos días al presidente Chávez. El primero fracasó en los años 2012 y 2013 como candidato presidencial, primero contra Hugo Chávez y, luego, contra Nicolás Maduro. López se halla en prisión, cumpliendo una condena de 14 años acusado de haber instigado en 2014 los enfrentamientos en los que murieron unas 40 personas, en su mayoría simpatizantes chavistas. Su esposa, Lilian Tintori, hace campaña para la MUD, que quiere lograr una amnistía para López y otros opositores en caso de ganar las elecciones.

La MUD cuenta con el respaldo de la vieja socialdemocracia, la Acción Democrática (AD), que hace cuarenta años allanó el camino al joven político español Felipe González en su carrera para hacerse con las riendas en el PSOE. Esas relaciones todavía perduran, y el que fuera su sucesor, José Luis Rodríguez Zapatero, asistirá en calidad de observador a los comicios venezolanos.

También ha vuelto a evidenciarse la injerencia de organismos estadounidenses y alemanes. La Fundación Konrad Adenauer, cercana a la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel, apoya a Primero Justicia, porque su histórico socio venezolano COPEI no ha sabido recuperarse de las debacles electorales &hTab;que ha ido sufriendo desde 1998.

Varias encuestas difundidas por agencias de noticias, hablan de una ventaja de 30 puntos de la MUD sobre el Gran Polo Patriótico–Simón Bolivar, que reúne al PSUV y a sus aliados, entre otros, el Partido Comunista de Venezuela (PCV).

Tras la victoria del candidato neoliberal Mauricio Macri en Argentina, el secretario ejecutivo y jefe de campaña de la MUD, Jesús «Chúo» Torrealba aseguró que «en Venezuela ocurrirá algo similar». En respuesta a estas declaraciones, el vicepresidente, Jorge Arreaza, subrayó que «el pueblo concienciado sabe que el socialismo es la única vía para evitar el neoliberalismo».

En las elecciones de 2013 para designar a alcaldes y gobernadores, la oposición logró tres de las 23 gobernaciones, y 81 de las 335 alcaldías. No obstante, la situación general hace pensar que el llamado «voto e castigo» podría pasar factura sobre todo al oficialismo, aunque la oposición no ha garantizado que continuará con la amplia labor social que pese a las dificultades y reveses sigue favoreciendo a la mayoría social. Además el PSUV ha puesto a prueba su capacidad de movilización en un simulacro de votación.

El director de la empresa encuestadora Hinterlaces, Óscar Schemel, vaticinó el pasado domingo –último día para publicar sondeos– «un resultado muy cerrado entre la oposición y el chavismo».

Recelos y denuncias de la MUD

Como garantía, el Consejo Nacional Electoral (CNE) dispone de un sofisticado sistema técnico, que destaca por su transparencia, y ha invitado a 130 «acompañantes internacionales». La MUD no reconoce al CNE por su supuesta cercanía con el Gobierno bolivariano. Y con el mismo recelo se enfrenta a la delegación de la Unasur, a la que pertenecen países diametralmente opuestos a Venezuela. Recientemente, Torrealba se negó a firmar un documento de la Unasur que invitaba a todos los partidos a reconocer el resultado electoral.

Lo hizo poco después del triunfo de Macri, quién aprovechó su victoria y la presencia de Tintori en Argentina para cuestionar la democracia en Venezuela y anunciar que pedirá a Mercosur la adopción de medidas contra Caracas.

Torrealba alertó «sobre planes de amedrentamiento» por parte de grupos chavistas. Días después, mataron al opositor Luis Manuel Díaz durante un acto electoral. Tintori responsabilizó al Gobierno sin aportar pruebas. Caracas ha advertido de que mercenarios contratados por la ultraderecha puedan atentar contra dirigentes opositores para culpar al Gobierno.