Amparo LASHERAS
Periodista

La puerta de la tortura

En Euskal Herria se conoce muy bien la violencia policial en manifestaciones, controles arbitrarios y huelgas. Conocemos bien la intimidación de los despliegues policiales en registros y detenciones. Se sabe, demasiado bien, lo que es la vulneración de derechos, la incomunicación y sobre todo la tortura. Hoy, precisamente, se cumplen 35 años del asesinato de Joxe Arregi, militante de ETA, torturado hasta la muerte en 1981. Se podría decir que somos expertos en soportar el despotismo de toda la gente uniformada que pulula por este país: verdes, grises, marrones, azules, beltzas... Tal vez porque estamos hartas, ante cualquier situación de violencia policial se nos dispara la solidaridad y, aunque se trate de una víctima desconocida, nos precipitamos en su defensa. Ayer, sobre las 9 de la mañana, ocho coches de la Ertzaintza, con sus correspondientes agentes, tomaron la calle General Álava de Gasteiz para detener a dos jóvenes, un hombre y una mujer. Él, contra la pared, fue cacheado y maltratado. A ella, con un trato vejatorio, le tiraron boca abajo, sobre el suelo mojado; los brazos y las piernas abiertas y la falda arremangada bajo la lluvia, mientras un agente le apuntaba con lo que parecía un arma. No sé quiénes eran, ni qué habían hecho. Pero pensé que aquella violencia en plena calle, puede abrir la puerta de la tortura en una celda.