Joseba ITURRIA
Elkarrizketa
LEIRE OLABERRIA
CICLISTA

«Lo que más ilusión me hacía desde niña era ir a unos Juegos Olímpicos»

La mejor pistard vasca de la historia no trasmite decepción por no clasificarse para Río. De niña su sueño era ir a unos Juegos y cuando vio que no podría lograrlo como atleta, su pareja le animó a probar en la pista con 26 años. Su madre pensó que había perdido el juicio cuando le dijo que dejaba su trabajo por la bicicleta. Pero así no solo cumplió su sueño, también logró una medalla en Pekín 2008.

Leire Olaberria (Ikaztegieta, 1977) puso fin el pasado sábado 12 al calendario que tenía programado con la última prueba del Open de España de pista en Tafalla, en el que logró la victoria con la selección de la Federación Vasca. Tras no poder clasificarse para los Juegos de Río en los Mundiales de Londres de la semana anterior, ha bajado el nivel de exigencia que ha mantenido con el ciclismo, aunque piensa participar en algunas pruebas. Pondrá fin este año a una carrera en la que ha sacrificado muchas cosas y se ha visto recompensada con sendas medallas de bronce en la prueba de puntuación de los Juegos de Pekín de 2008 y en la de keirin en el Mundial de Ballerup 2010.

¿Qué planes tiene a partir de ahora tras no poder clasificarse para los Juegos de Río?

Los últimos meses todo ha estado tan marcado en mi vida en cuanto a horas de entrenamiento y competición, que lo primero que quiero hacer es tomármelo con tranquilidad para recuperarme de los esfuerzos. Seguiré entrenándome y escogeré las competiciones internacionales de pista que más me apetezcan. Lo primero que quiero hacer es desconectar y luego empezar a hacer planes nuevos.

¿Cómo fue la prueba de omnium del Mundial de Londres en la que no pudo clasificarse para los Juegos de Río de este verano?

Fue en la puntuación donde peor me encontré. En el resto de las pruebas cuando te mides a las veinte mejores del mundo cualquier movimiento no acertado te lleva a un puesto que no esperas, pero eso entra dentro del juego del omnium.

Habían sido muchos los sacrificios para clasificarse para unos terceros Juegos consecutivos...

El nivel mundial es superexigente. La prueba la empezamos a hacer en 2010 y ha tenido una evolución increíble. Según han ido apretando los rivales, te exigían una mejora en los tiempos, en todas las pruebas... Con esa necesidad he hecho todo lo que era necesario para evolucionar.

¿Ha sido una decepción no clasificarse para Río?

Era un objetivo grande, pero decepción para mí no es la palabra adecuada cuando una trabaja y lo da todo. Me quedo con que no ha sido suficiente, pero ha sido una clasificación de dos años. No pude acudir al Campeonato de Europa enferma y la descalificación en la Copa del Mundo de México ha condicionado el resto de estos dos años porque no hay demasiados puntos de puesto a puesto y quedarte con un cero en una Copa del Mundo fue una carga que pensaba que iba a ser capaz de darle la vuelta, pero al final no ha sido así.

¿Con qué se queda de su trayectoria en la élite de la pista?

Han sido trece años en un sistema súper-súper exigente. Yo y muchos compañeros hemos evolucionado como ciclistas gracias a un plan ADO que no contempla un resultado peor que un octavo en un Mundial para estar en él. Siempre he estado ahí y gracias a un montón de apoyos y de gente con la que he trabajado un montón de años he aprendido mucho. En la alta competición no todos los momentos han sido buenos, pero de las derrotas he aprendido más que de las victorias.

Ha conseguido dos medallas en unos Juegos y en los Mundiales..

Al final el objetivo por el que trabajas son las medallas y cada medalla es lo máximo. Algunos resultados podían ser mejores, pero todos han sido con mucho trabajo. En cada momento he hecho el máximo, he podido hacer una carrera deportiva larga, que era lo que quería, y he podido hacer algo que me apasionaba un montón de años con mucha gente a la que he conocido. Por ejemplo este último año con el entrenador irlandés Bryan Nuget ha sido muy positivo.

¿Lamenta haber empezado tarde en la pista en 2004?

Quizás sí, porque desde muy pequeñita tuve una afición enorme para el deporte. Empecé en el atletismo, pero me he sentido mucho más plena sobre una bicicleta. Sí que piensas qué habría pasado si hubiera empezado antes, pero llegué con 26 años y en los últimos trece he hecho todo lo posible para mejorar al máximo.

¿Cómo fue ese momento en el que su pareja, Javier Azkue –que fue un pistard de importante nivel–, le convence para pasarse del atletismo al ciclismo en pista?

Él fue el culpable de que todo esto empezara en un momento en el que en el atletismo veía descartado el sueño que había tenido desde niña de ir a unos Juegos. Era lo que más ilusión me hacia en el mundo porque yo disfrutaba viendo todo tipo de deportes. Mi primo era ciclista de mountain bike y también nos llamaba la bicicleta, pero mi madre no quería que anduviéramos en bicicleta ni yo ni mi hermana Ana, lo veía peligroso. 

Pero de repente Javier me descubrió un mundo nuevo en el que si me cuidaba y con mucho trabajo se podían conseguir resultados. Él era ciclista y vino a mi grupo de entrenamiento con mi entrenador de atletismo porque quería empezar a trabajar la fuerza, las pesas. La primera vez que me vio en el gimnasio mover el peso, me dijo que estaba desaprovechada en el atletismo, que tenía que hacer ciclismo en pista. Al principio no le hacía ni caso, pero convenció a mi entrenador, que me dijo que en el atletismo no tenía grandes motivaciones, aunque nunca pensamos que en la pista podíamos aspirar a objetivos tan grandes.

A los 18 años ya me había independizado al ir de Ikaztegieta a Donostia a vivir para estudiar.  Había estudiado Turismo en Deusto y Magisterio, entonces trabajaba y cuando le dije a mi madre que dejaba el trabajo para intentar ser ciclista se pensaba que me había vuelto loca...

Y enseguida llegaron los buenos resultados…

Con tres meses en la pista conseguí oro, plata y bronce en los Campeonatos de España. Pensaba que no habría mucho nivel, pero cambiaron al seleccionador y Didac Navarro me convocó para el Europeo del 2005 y allí ya vi que si uno quiere hacer algo tiene que trabajar, pero me sentí con la capacidad de poder al menos intentarlo. Ese invierno ya hice un octavo puesto en mi primera Copa del Mundo en scracht y eso me dio más fuerzas para seguir luchando.

A parte de convencerle para practicar la pista, juntos formaron el proyecto de nutrición Fullgas en el que han enfocado su vida...

Eso ha sido muy importante por todos los apoyos y recursos que me ha podido ofrecer. Cuando llegas con la selección española a un Mundial, compruebas que es un día muy tenso y que como no lo hagas bien estás fuera del Plan ADO. En una carrera de un día pueden pasar muchas cosas. De manera emprendedora se creó la idea de Fullgas, hubo un primer laboratorio que confía en ti y ves cómo el trabajo duro de muchos años poco a poco ha ido creciendo y a día de hoy cada vez tenemos más franquicias y podemos llegar a más público.

La serenidad te permite hacer frente a días de mucha presión. El deportista de élite tiene que convivir con la presión, que es la que te ayuda a ser mejor en un campeonato del mundo o en los Juegos. Esa presión es lo que te hace además dar tu máximo potencial y no siempre ha sido tan fácil. En el proceso que desarrollas como ciclista hay que saber llevarlo, hay momentos en los que las situaciones te superan y poco a poco aprendes a llevarlo. Tanto en la vida como en el deporte hay que saber convivir con la presión para sacar todo lo que llevas dentro.

¿Fullgas le va a permitir seguir vinculada al mundo del ciclismo tras dejar la bicicleta?

Es un proyecto que es nuestro, aunque en estos últimos tiempos no he podido apenas estar, pero lo hago a gusto. Estudié Turismo y Magisterio, pero el mundo de la nutrición es lo que más me gusta y gracias al Comité Olímpico estoy matriculada en un grado de Dietética y Nutrición en la Universidad de la UCAM de Murcia. Son cuatro años. He estado muy liada en el invierno, pero es lo que más me llama para el futuro.

Señalaba recientemente que tras los Juegos de Río quería ser madre. ¿Es incompatible la maternidad con competir como ciclista en la pista a un alto nivel?

Es difícil con el ritmo de vida que he llevado, pero es algo que siempre he tenido muy presente, que lo quería hacer. Pero una clasificación olímpica no me permitía tener un año sabático y lo hemos ido dejando. No era el momento, pero quizás a partir de ahora se abra mi vida un poco hacer otro tipo de proyectos. Mientras estás al máximo nivel, jugándote durante dos años una clasificación para unos Juegos, no puedes ser madre y volver a tu nivel rápido. La competición en la pista te obliga a llegar al nivel máximo. Puede haber disciplinas que te permiten la maternidad, pero en la nuestra eso es imposible.

Al final yo siempre he tenido claro que quería ser madre, pero también quería una vida deportiva larga y que habría un momento en el que la necesidad como persona sustituiría a la que tienes como ciclista. Cuando te gusta tanto tu trabajo es superdifícil tomar la decisión de cortar tu carrera y tengo la sensación agradable de hacer durante estos años lo que me ha gustado y me ha aportado mucho.

Ahora en los últimos años en el plan ADO sí se contempla que si tienes buenos resultados y quiere ser madre hay un año en el que te respetan las becas. Hay una bolsa de ayudas para las madres que lo necesitan y me alegro un montón porque siendo mujer y deportista de élite hay muchos conflictos entre lo que realmente necesita una corredora de alto nivel y lo que se necesita como persona.

¿La pista es un círculo cerrado que fomenta unas relaciones especiales entre los que están dentro?

Hay de todo. Sí es importante que el grupo de médicos, preparadores, fisios y mecánicos, ese grupo, tiene que ser el mejor para mí. Como me apasionaba lo que hacía me he intentado rodear de gente que le apasione lo que hace y con eso puedes con cualquier dificultad. Hay gente que disputa tu puesto y eso genera roces a nivel internacional en los años de clasificación, de Copa del Mundo, en los campeonatos... En esos retos hay mucha tensión entre nosotros. Pero luego está el Circuito, que te permite tener otra relación con gente con la que te sacas los ojos en la pista y eso se queda ahí. Cuando salimos de ahí tenemos la madurez para conocernos y luego hay gente con la que te llevas mejor que con otros.

¿Qué sensaciones tuvo el pasado sábado en Tafalla en la última prueba del Open de España?

La selección de Euskadi fue con la que fui al primer campeonato de España. Allí empezó todo. Tengo compañeros con los que he pasado en invierno más tiempo que con mi pareja. Al final llegas cansada de todos y a los dos días les echas de menos. Cuando estás en competiciones grandes hacer una Copa de España con tu selección es agradable, las horas fuera de la pista son más amenas.

Tania Calvo agradeció ese día todo lo que le había ayudado. ¿Cómo la ve para recoger su relevo?

Tania es una corredora que ha demostrado el talento y su capacidad. Ella se mueve en las pruebas de velocidad y las dos queríamos ir a los Juegos juntas. Yo no lo he conseguido por poco y ella ha cumplido su sueño y le queda por delante lo mejor de su vida deportiva.