Maialen Berridi
Médica. En nombre del Grupo de Estudio Incineración y Salud (GEIS)
KOLABORAZIOA

Clara sospecha de enfermedades. Principio de precaución

Es novedoso el anuncio del acuerdo de la Diputación con Biodonostia para investigar las incidencias de las incineradoras en la salud de las personas. Quieren intentar calmar a la población y adornar el acuerdo con palabras como «científica», «fiable», «rigor», «seriedad». Pero el planteamiento es erróneo y no garantiza en ningún momento que se vayan a evitar muertes, cáncer, abortos o malformaciones congénitas en las 272.000 personas que viven en torno a 10km de la incineradora. Es acertado que quieran aumentar la información y que en la escala de prioridades hayan comenzado a hablar de salud. Nos interesa hablar de la salud de los guipuzcoanos y guipuzcoanas, sería enriquecedor y clarificador ese debate.

La Diputación ha aceptado que no hay garantías y tiene dudas razonables para pensar que puede crear un impacto en la salud. Como preveíamos, vamos a ser cobayas de futuros estudios que servirán fundamentalmente para ver si instalan otra incineradora «moderna» en algún otro país. Sirva esta carta para advertir que han caído en graves errores de planteamiento. Se puede todavía hacer las cosas mejor para ofrecer realmente rigor y tranquilidad a todos. Advertimos ciertos errores en el planteamiento propuesto:

1.- Según pudimos leer en la prensa: «Biodonostia se encargará de la vigilancia de los contaminantes principales en la población cercana a la planta [...] monitorización de indicadores biológicos de exposición de substancias que puedan tener impacto en salud». Esto es una contradicción, no son parámetros de salud. Es importante diferenciar esto: no es lo mismo medir los niveles de tóxicos en el medio ambiente, que el efecto de los mismos en la salud. Es decir, aunque se midan unos niveles bajos o permitidos por la ley, no asegura ni garantiza que no vaya a producir cáncer. Hay muchos tipos de ciencia, pero nosotros hablamos de medicina y problemas de salud.

2.-Habla el anuncio de estudios de cohortes progresivos entre población expuesta y no expuesta, solo para analizar los efectos en enfermedades respiratorias. ¿Y el cáncer? ¿Y las malformaciones congénitas? ¿Se tendrán en cuenta los penachos de distribución de emisión de la chimenea?

Y hablan también, de que las partículas a analizar serán dioxinas, furanos, PCBs y metales pesados. Supone un fallo importante no estudiar el material particulado. En los últimos estudios epidemiológicos y de incineradoras modernas es de lo que más se está alertando, sobre todo, por la relación que tiene con el cáncer y con el aumento de mortalidad.

3.- El error más importante y grave es cómo se plantea el seguimiento. Harán los estudios un año antes. Esto suele ser obligatorio, ya que si no se hace un estudio de impacto ambiental y de tóxicos, no se puede poner en marcha la incineradora. Al año y a los 5 años aún no habrá ningún dato epidemiológico. Todo el mundo entiende que tras fumar durante 5 años, probablemente no se detectará ningún efecto en la salud, pero ello no garantiza que a los 10 ó 20 años no presente cáncer o enfermedades respiratorias y cardíacas. En estudios sobre enfermedades secundarias a la contaminación, como tabaco o el amianto, es sabido que se necesita un mínimo de 10, 20 o 30 años para conocer las enfermedades secundarias.

Hasta ahora, los defensores de la incineración hablaban de un estudio de la UPV sobre la incineradora de Zabalgarbi que tiene el mismo enfoque y el mismo error de base (cuyos autores han confirmado), que el que pretenden hacer en Biodonostia. En dicho informe, los investigadores afirman que se necesita un estudio por lo menos a los 10 años de la puesta en marcha para saber el verdadero efecto en salud. Sabemos que los estudios que plantea la Diputación (sobre tóxicos) no garantizan en absoluto que no existan enfermedades. Quieren ser «…el primer instituto de investigación sanitaria de Euskadi […] centro de referencia internacional» a costa de hacer estudios con guipuzcoanos u guipuzcoanas que no han pedido vivir cerca de la incineradora. ¿Cuál es el grado de contaminación mínimo para determinar que no habrá más enfermedades o casos de cáncer? ¿El que marca la ley o el que marca la medicina? Cumplir la ley no garantiza que no haya más muertes.

Y lo que asusta realmente es: ¿qué ocurrirá si sus propios estudios demuestran impacto para la salud? ¿Cerraran una planta que ha costado 300 millones de euros? ¿Qué pasara con el acuerdo que han firmado hasta 35 años? ¿Quién pagara la inversión a las empresas privadas? Pero más allá del dinero ¿de quién será la responsabilidad cuando aparezcan los primeros casos de enfermedades o cánceres relacionados a la incineradora? ¿A quién exigiremos las responsabilidades? ¿A la empresa privada? ¿A la Diputación? Recordemos que ya se han generado esas primeras denuncias de enfermos de cáncer en la moderna incineradora de Valdemingómez en Madrid ¿Dónde estarán los mandatarios actuales dentro de 10 o 20 años? ¿Han preguntado a la sociedad guipuzcoana si estamos dispuestos a esperar el paso del tiempo para que Biodonostia despeje las incógnitas sobre el impacto en salud? ¿Estamos dispuestos a jugarnos nuestra salud y la de nuestros hijos e hijas? Abogamos por la aplicación del principio de precaución.